sábado, 13 de septiembre de 2008

Raid de Mérida 13 y14-sep-08

Después de correrse la voz en los círculos bikers de que yo quería ir al Raid de Mérida… pronto me llovieron las ofertas de gente ofreciéndose para acompañarme a la competición. Bueno más que lluvia fueron dos gotas… la primera gota fue Fran de Valverde, que avisado por Fabio, me comentó que estaba dispuesto a ir… y hubiera venido de no ser porque ese fin de semana le coincidía con un viajecito familiar. Pero la gota que colmó el vaso, en el buen sentido de la palabra, fue Juan de San Juan con el que cerré el trato. Ya sólo faltaba decidir en que modalidad nos presentábamos y quien se venía con nosotros de asistencia… pero yo ya tenía un plan.

Efectivamente, hice la inscripción de los tres miembros del equipo A… de Agonía… el Calandraka en plan coronel John "Hannibal" Smith, Juan, incorporado a los agonías para la ocasión y para lo que haga falta en el futuro, y Alexandra, gran fichaje femenino reciente, a los mandos del volante del coche de asistencia… y es que yo siempre busco lo mejor para el equipo… porque “me encanta que los planes salgan bien”.



Llegamos a Mérida casi de noche, menos mal que llevaba bocadillos para los tres, porque sino, en el albergue donde nos alojamos esa noche en las afueras de la ciudad, hubiéramos pasado más hambre que un caracol en un espejo. Nos tocó una habitación sin puertas, pero como llegamos antes que los demás… cambiamos la reserva de habitación cambiando el cartelito donde ponía Agonía Bike a otra habitación más acogedora. Una vez instalados, nos fuimos a la reunión donde nos darían una charla y toda la documentación de la prueba.



Había 3 categorías: aficionados, aventura y élite. Como sólo Juan y yo íbamos a competir propiamente dicho, sólo nos quedaban las opciones de aficionados y aventura… así que escogí lo que hubiera hecho cualquier agonía que se precie: la aventura. Después de la charla y de resolver las dudas de los equipos nos fuimos a la habitación y desplegamos los mapas para debatir entre los tres la estrategia a seguir a groso modo… sobre todo como conseguir comida y donde devorarla… ya que una de las dudas que me resolvieron en la reunión, era que no había avituallamientos durante la carrera… por lo que la asistencia cobraba cada vez más importancia.

La mañana de la competición nos levantamos y fuimos a desayunar a un bar cercano en un polígono industrial… después nos fuimos a la ciudad, dejamos el coche en los aparcamientos reservados para los equipos y bajamos las bicis para dejarlas en los boxes. Para empezar el raid tendríamos el “score cultural urbano”, una prueba a patas por las calles de la ciudad buscando inscripciones en latín en los monumentos, miradas de estatuas y otros datos que debíamos recopilar antes de salir pitando con las bicis.



En el tiempo que estuvimos correteando por la ciudad, Alexandra había incorporado al manillar de mi bici una especie de artefacto para poder consultar el mapa en marcha… lo que nos hizo ahorrar mucho tiempo… la asistencia empezaba a notarse por el bien del equipo… aunque después se notaría mucho más salvándonos de morir de inanición y de sed.

Estrenábamos por fin las bicis mapa en mano buscando puntos de control a lo largo del Guadiana: uno de ellos junto a unos campos de deporte que no vimos, otro junto a una estación de tren que sí vimos… así hasta cruzar el río en un punto determinado y llegar por fin hasta nuestra asistencia que esperaba en el Canal del Lobón. Hasta allí con el agua de los bidones de las bicis y alguna barrita energética de Juan nos aguantó el cuerpo, pero al dejar las bicis en el coche con Alexandra y empezar a correr de nuevo, solo pude llevar encima un cinturón con cuatro minibotellitas de agua para los dos, y aún nos quedaba por delante lo peor. Nos pusimos las zapatillas de correr, nos despedimos de Alexandra hasta el próximo punto de encuentro con la esperanza de que pudiera hacer la compra del mes y poder encontrar comida y bebida en abundancia para comer unas 2 horas después…

En realidad los 6 kilómetros siguientes eran patinando, pero como íbamos cortitos de habilidad patinadora, decidimos saltarnos esta prueba y por lo menos no penalizar… eso sí el recorrido lo tuvimos que hacer corriendo, mientras nos adelantaban los equipos en patines. Llegamos a la Ermita de San Isidro, donde los patinadores dejaban de patinar y empezaban a correr… y donde nosotros dejamos de correr para seguir corriendo… pero ahora en vez de asfalto, otros 9 kilómetros por campo a través… y sin agua.

Cogimos el mapa, nos saltamos una valla y nos internamos en el campo para empezar a subir una colina… por allí perdido debía haber un puto punto de control pero lo que vimos fue un rebaño de cabras y el cabrero. Nos dirigimos hacía él por si podía ayudarnos, cuando le escuchamos decir:

- ¡¡ Mira, ahí vienen dos cabras !!
(yo no sabía si se refería a mi y a mi compañero, pero miramos para atrás y para nuestro alivio venían dos cabras).
- Buenos días. Estamos buscando un punto de control…
- ¡¡ Y tengo más… por ahí andan !!.
- Estooo, ha visto por aquí usted algo raro… una especie de señal…
(aparte de 2 tíos dando brincos por el campo en calzones con un peto amarrao con un nudo a la cintura… pensé pa mi)
- Por lo menos 200 cabras tengo en el monte –insistía el cabrero a lo suyo.

Viendo que esta conversación no tenía ningún sentido… seguimos trotando monte arriba en la dirección que marcaba el mapa y según las curvas de nivel. En lo alto de la colina, junto a un depósito de agua había un punto de control que picamos. Y seguimos hacia el siguiente. Bajamos hacía una carretera comarcal paralela al pueblo que se veía abajo para después subir otra vez al monte… por donde en paralelo a nosotros, pero a mayor altura, vi pasar dos equipos élites… de tres en tres… Les salí al encuentro subiendo la montaña directamente mientras Juan subía bordeando por un camino:

- Somos de categoría aventura –le dije para que no pensaran que competíamos con ellos.
- ¿Habéis visto algún control por aquí?
- No.
- Gracias.

Los vi dirigirse hacia un roquedo en lo alto donde supuse que había un control… Juan corría un poco más abajo por el sendero. Le dije que siguiera por el sendero que ya me encargaría yo de picar la tarjeta, no hacía falta que subiera conmigo… apreté un poco para alcanzar a Juan pero seguí subiendo rápido porque temía perder de vista a los 2 equipos élites que nos precedían… llegamos al punto más alto de la montaña donde estaban las antenas… desde aquí se veía una inmensa llanura y a la lejanía un collado donde si no nos engañaba el mapa había que atravesar. Juan pasaba por unos momentos delicados pero por fin llegamos al área recreativa donde estaban las asistencias y donde Alexandra nos tenía preparado la madre de todos los picnics.

- ¿Y Juan?
- Ahí viene, no está muy bien.
- No le obligues a seguir si se encuentra mal…
- Que él decida cuando venga.



Alexandra le vio mala cara a Juan. Cuando terminamos de comer y Juan se hartó de beber se atrevió a seguir como un machote. Nos montamos en la bici pero nos dejamos el mapa de la sección anterior en el coche sin darnos cuenta de que lo necesitábamos para enlazar con el mapa siguiente. Ya estábamos perdidos nada más empezar, así que no tuvimos más opción que dejarnos guiar por otros equipos. El problema era que Juan se encontraba peor aún que antes después del atracón de beber que se había dado… se quedaba atrás con la bici y yo tenía que hacer de enlace entre el grupo guía y Juan para no perdernos. Y eso hicimos hasta encontrar el primer punto de control… ya podíamos orientarnos… o eso pensábamos nosotros, porque antes sin mapa y ahora con el no teníamos pantalones de orientarnos… de hecho nos juntamos unos 5 equipos allí sin saber por donde seguir hasta que nos fuimos cada equipo por su camino. Vi en el mapa una carretera y decidimos entre nosotros y un equipo de Mérida que lo mejor sería salir de aquél bosque y terminar la sección sin picar más controles.



Circulamos por la carretera hasta el pueblo de Alenge, dominado por su castillo en lo alto del Cerro de la Culebra, junto al embalse. Allí en el embarcadero estaba nuestra asistencia enfrascada en la ardua tarea de tomar el sol y en la dura práctica de la lectura, esperándonos, eso sí, con unos deliciosos bocadillos y bebida isotónica. Nos fuimos a la orilla del pantano y tuvimos que esperar una piragua de un equipo que volvía. Nuestra sección piraguera fue una de las mejores. Juan se transformó en el agua y paleó como un jabato, incluso cuando yo dejaba de palear de vez en cuando por problemas de tirones en las piernas a causa de la postura de remo. ¡¡ Cómo surcaba las aguas nuestra embarcación camino del puente donde nos esperaba el rapel !!. Llegamos a la orilla, subimos la pendiente, nos pusimos los arneses, los cascos, y empezamos a rapelar puente abajo… pero a unos 4 o 5 metros de la superficie del agua ya no había más cuerda ¡¡ aaaaahhh, sorpresa !!!, tuvimos que saltar y nadar hasta la orilla para montarnos de nuevo en la piragua. Adelantamos a dos embarcaciones, picamos el control de la orilla opuesta a la salida y casi cogemos a otra embarcación antes de llegar al punto de partida.



Otra vez tocaba montarse en bici, esta vez para terminar de una vez por todas la primera etapa en Mérida. Picamos algunos puntos de control: el del puente que solo se veía si mirabas atrás; el que nos topamos en la misma vía verde que nos conducía a Mérida; aunque otros no lo vimos ni metiéndonos en el mismísimo río. Llegamos por fin hasta la mismísima plaza de España pero tuvimos que volver al puente Lusitania para hacer la tirolina. Solo tenía que hacerla un miembro del equipo, la hizo Juan primero pero al Calandraka se le antojó tirarse también, así que aún a riesgo de perder el podium… convencí a la chavala de la organización para que me dejara probar. Juan terminó con la pierna perjudicada por las zarzas que había antes de tomar tierra al otro lado de la tirolina, menos mal que yo iba prevenido. Ahora si, terminamos por fin la etapa y nos fuimos al Paseo de Roma a descansar en el césped donde nos quedamos medio dormidos mientras pensábamos que aún nos quedaba lo peor… la etapa nocturna del raid.





El inicio de la segunda etapa empezaba con una score nocturno a pie buscando controles en diversos puntos de la ciudad, aunque el mejor de todos fue el que estaba dentro del mismísimo anfiteatro romano, que abrieron especialmente para nosotros, entre piedras milenarias y luces entre penumbras que configuraban un ambiente espectacular. Terminado el score nocturno a pie empezaba el score en bici con internamiento en el campo incluido. Nos metimos en el campo de noche. Perdidos y sin saber donde seguir por nosotros mismos, nos dimos la vuelta para seguir recopilando puntos de control en la ciudad… a la vuelta nos encontramos con equipos en dirección contraria:

- ¿Por ahí está la carretera?
- No se.
- Hola, ¿la carretera?
- ¡¡ Vamos !!
- ¿Venis de la carretera?
- ¡¡ Aupa !!

Preguntamos a tres equipos y ninguno nos decía si venían de la carretera… eso sí, ánimos los que hiciera falta. Decidimos poner rumbo hacia las luces de la ciudad que se veían a lo lejos, cuando sin querer nos topamos con el punto de control 26… mucho premio para tanta incompetencia. Llegamos a la ciudad y ahí lo bordamos… se ve que somos raiders de ciudad, que se nos dan mejor los planos callejeros que los mapas de campo. Terminamos la sección, aunque la siguiente sección también era en bicicleta. Ya Alexandra no estaba en Mérida, sino buscando en su raid particular el observatorio de aves donde debíamos vernos en 1 hora.

Antes de salir de la ciudad nos paramos con toda la parsimonia del mundo en un kiosko-bar de la plaza de España para comernos un perrito caliente.

- ¿Cuánto tienes?
- 3 euros.
- Justo.

- Oiga, dos perritos.
- ¿Pero no os ireis no? – nos preguntó el camarero, al que ya se le habían ido dos participantes que le habían hecho idéntico pedido unos minutos antes.
- No hombre, nosotros estamos compitiendo pero no tenemos ninguna prisa.

Una vez que nos comimos los perritos con toda la tranquilidad nos fuimos rumbo a “quien sabe ande” porque fue salir de la ciudad y perdernos como casi siempre. Después de preguntar a gente en la ciudad sin decirnos con seguridad el camino a seguir según el mapa, seguimos las indicaciones de un señor que nos condujo al principio de un camino que se internaba en el campo. La dirección era la correcta al menos, pero de noche las indicaciones y los cruces de caminos son difíciles de seguir y nos despistamos en algún punto. Muy lejos se veía un pueblo grande… pero llegar allí por campo sin poder seguir el mapa era una temeridad, así que salimos a una carretera que adivinamos a lo lejos y la seguimos… con la suerte de que el pueblo que veíamos a lo lejos no era el que teníamos que alcanzar, sino otro pueblecito que había mucho antes y que no se veía desde el campo. En Mirandilla repostamos en un bar y siguiendo las indicaciones de un grupo de chavales seguimos de nuevo por una carretera comarcal hasta llegar al paso de la Sierra Bermeja. Allí estábamos solos en una encrucijada de caminos donde debía haber un punto de control que nosotros no veíamos por ninguna parte. Decidimos seguir uno de los caminos, pero tuvimos que volver al punto inicial porque cada vez nos internábamos más en un cortijo donde se escuchaban unos ladridos de perros a lo lejos nada tranquilizadores. Una vez en la encrucijada de nuevo, vimos venir unas luces a lo lejos. Eran dos equipos que cuando llegaron a nuestra posición sacaron los mapas, la brújula, la regla para medir las distancias… picaron en el maldito punto de control nº 32 que estaba delante de nuestras narices e indicando el camino a seguir, así que nos unimos a la expedición. Le agradecimos la ayuda dejándolos tirados cuando pincharon. Ya solos, picamos otro punto de control, que nos alivio bastante porque confirmó que seguíamos el camino correcto y poco después llegamos al observatorio de aves donde nos esperaba Alexandra con el coche. Con ella estaba otro miembro de otro equipo aventura, que se cambiaba con los otros dos para descansar uno de los tres en cada sección, eso si que es ir con ventaja, porque nosotros hubiéramos necesitado algún que otro cambio. Después de picar el control de la organización y penalizarnos por no llevar encima la manta térmica, decidimos que hasta el albergue iríamos en coche y no corriendo… ya estábamos hasta los mismísimos de pasar frío y andar perdido por el campo.

A las 4 de la madrugada llegamos al albergue… nos duchamos con agua fría y nos fuimos a la cama. Debíamos pasar 3 horitas obligatorias de descanso, confiando que el servicio del albergue nos despertara puntualmente con el desayuno en la cama… en esos diálogos de besugos nos enzarzamos Alexandra y yo, mientras Juan desde otra litera nos mandaba a callar:

- ¡¡ Os callais o nos montamos en la bici !!.

Ante tal amenaza no hubo más remedio que planchar la oreja. Qué prueba tan dura fue la del albergue. Había que hacer un tiempo mínimo de 3 horas de sueño… pues nosotros echamos 5… si es que no servimos ni para dormir.

- Hay que ver la hora que es… si son las nueve. Y no nos han despertado ni nada. Desde luego esto es para quejarse. ¿Cómo está el servicio?

Que a gustito se estaba en la cama. El sol ya entraba por las ventanas y no quedaba prácticamente ningún participante sobando.

- Mira Alexandra, Juan ya se ha puesto las zapatillas y el dorsal.
- Que va… si se quedó dormido así.




Decidimos entre los tres que ya estaba bien de penalidades y que a Mérida iríamos en coche, que le den al resto de las secciones. Iríamos a desayunar con tranquilidad y si teníamos ganas haríamos la última de las etapas… el Randobike.


La prueba del randobike consistía en que un miembro del equipo corría a pie mientras el otro salía en bici para dejársela al corredor en un lugar predeterminado, en ese punto el que corría se montaba en bici y el de la bici empezaba a correr para cambiar de nuevo más adelante. Nos colocamos en la parte media alta del pelotón, pero en un punto determinado la gente siguió adelante mientras Juan desde atrás corriendo se dio cuenta de un punto de control que el resto se pasó. Me fui directo hasta él y dejé la bici. Empecé a correr sin esperar a Juan, ya me cogería después en el último cambio. De pronto nos encontramos en tercer lugar sin previo aviso. Adelanté a un corredor en el viejo puente romano. Juan me seguía dándome ánimos. Me adelantó para dejarme la bici más adelante mientras él siguió corriendo. Ya no habría más cambios hasta la meta.

- ¡¡ Vamos Juan, que vamos de los primeros !!.

Efectivamente, llegué a meta con la bici, pero como teníamos que entrar juntos me frené en seco en la última curva viendo como Juan se aproximaba con otros corredores que le pisaban los talones. Alexandra, que estaba en línea de meta para hacernos una foto no se lo esperaba… ni nosotros tampoco, pero si llegaba Juan en el puesto en el que iba, seríamos el segundo equipo en la línea de meta. Juan aguantó el tirón y entramos con las manos cogidas y gritando de alegría. Que manera de finalizar el raid, lo necesitábamos después de tantas penalidades.





Sin embargo todo no fue tan bonito, porque no sé que problema hubo en uno de los puntos de control que la organización decidió no dar trofeos ni subir al podium a los equipos que terminaros en las primeras posiciones. Así que nos quedamos sin trofeo y sin podium, pero con la satisfacción de haber terminado el raid con una alegría.







Por la tarde nos invitaron a una comida en el albergue y nos ofrecieron una visita gratuita a los monumentos de la ciudad que no desaprovechamos antes de irnos de regreso a Huelva con la satisfacción de haber aprovechado al máximo esta visita deportivo cultural a Mérida.

jueves, 31 de julio de 2008

LUSITANIA 2008




1ª Etapa. Jueves 31 julio 2008. Lagos-Arrifana. 112 kms.

Llegamos a la estación de tren de Villarreal, donde comienza el “caminho do ferro”. Nada más bajar de los coches, la primera en la frente. El Vasco me dice que una biela de mi coche suena mal, que está estropeada.

- ¿Del mío? Po yo no he escuchao na raro.
- ¿Quién te ha vendido el coche?
- Un amigote mío de Valverde.
- Pues con amigos como esos…

Coño que tuve que arrancar el coche otra vez solo para comprobar como los bromistas de José Luis y Jesús se reían a mi costa.

- Vaya parejita. ¿Empezamos temprano eh? Ustedes dos sois unos cabrones por mu temprano que os levanteis.

Al poco tiempo llegó el tren y subimos las bicis. Los vagones eran un poco viejos, pero tenían un compartimento destinado al transporte de bicicletas. Aquí el que viaja en bici lo tiene fácil, igualito que en España, que ven una bici y ya están poniendo malas caras. Nos quedaban unas horas por delante, así que a Jesús, que no idea ná bueno, se le ocurrió la siguiente broma del día.

- Voy a llamar a Angel.
- ¿Que le vas a decir?

- Oye, Angel, que al final Carlos se ha puesto malo y no ha podido venir, así que hemos dejao el viaje pa mañana viernes. ¿Te apuntas?

Al otro lado de la línea Angel, que no se pudo venir el jueves por problemas laborales, vio el cielo abierto y enseguida confirmó que el viernes si podría ir a Portugal. Fue el momento en que todos nosotros a la orden de Jesús le gritamos:

- ¡¡ PRINGAOOOOO !!
- ¿Illo mamones, y pa esto me llamais?

Vaya dos compañeros de viaje que tengo, y eso que todavía no hemos dado una pedalada al aire. La que me espera.



Después de un trasbordo en Faro, que aprovechamos para desayunar, llegamos por fin a Lagos para empezar la ruta bicicletera propiamente dicha. Nuestro destino intermedio era el Cabo de San Vicente y aprovechamos todo lo que pudimos los acantilados para rodar por los caminos que lo bordean, tomando las primeras fotos de las tantas que a Jesús Polaroid se le ocurrieron.



La hora de la comida nos llegó en Sagres, de donde por cierto no es la famosa cerveza portuguesa que probamos en abundancia durante toda la expedición. Una vez alimentados con un buen plato de sardinas por cabeza, hicimos nuestra visita al cabo San Vicente para después cambiar el rumbo de la marcha e ir en dirección norte por todo el parque natural de la costa vicentina. El viento fresquito del noroeste nos acompañó durante todo el día haciendo que la temperatura fuera ideal para la práctica del ciclismo.

Tras un pequeño motín en Odexeice cuando abandonamos al Gurú en su visita a la playa y después de ahorrarnos José Luis y yo tres kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, seguimos la carretera en dirección a Carrapateira. Después de un mes piragüero, cogiendo la bici una vez por semana para pasear, el hombre del mazo me hizo una inoportuna visita en una de las subidas y estos dos que son más duros que dos cuernos de vaca vieja me dieron sendos biberones en forma de barritas energéticas para revivirme un poco. Todavía no hicieron efecto los biberones, porque después de reanudar la marcha tras habernos alcanzado un viejecito que subía andando desde el pueblo, me volvió a pegar un bajón en una parada técnica. Yo solo me quería quedar allí y que me dejaran en paz.

Como pude llegué a Carrapateira donde eché un descansito en una parada de autobús mientras estos dos aparatos se tomaban un cafelito. Decidimos seguir hasta Arrifana para quedarnos allí a dormir. Parece que en lo más difícil, en la subida gorda hasta Arrifana me recuperé un poco y subí dignamente.

Tras buscar y rebuscar alojamiento sin mucho éxito, volvimos al albergue de juventud que había a la entrada del pueblo como última alternativa, donde, gracias a los dioses de los acantilados, pudimos pernoctar.

Que bien nos sentó la duchita y la cena en el restaurante del pueblo donde la “grácil” posadera teutona Frida atendía con amabilidad a todos los comensales. Aunque a algunos más que a otros, porque a José Luis le dejó a modo de pañuelo volandero un clic sujetapapeles que le sirvió para empaquetar los dineros comunitarios. Como la imaginación es libre y gratis, Jesús y yo, además de asignarle al Vasco su sinpar doncella aunque él no quisiera, también elegimos las nuestras, que por supuesto estaban piraditas por nosotros, vamos es que era descarao, igualito que lo de Frida. Acabada la cena dejamos los mundos de yupi y nos fuimos al camastro a descansar nuestras trabajadas piernas y nuestras mentes calenturientas.

2ª etapa. Viernes 1 agosto 2008. Arrifana-Odemira. 105 kms.



La noche anterior, con los agobios de buscar alojamiento para no quedarnos a dormir a la intemperie con una botella de whisky para entrar en calor como nos recomendó un lugareño, no tuvimos tiempo de visitar el pueblo y la playa de Arrifana.

Por la mañana, como nos levantamos temprano y aún quedaba 1 hora para el desayuno, decidimos caminar un poco para hacer la visita y deleitarnos con la vista del pueblecito del acantilado y del Atlántico en todo su esplendor mañanero.

La playa que el día antes estaba poblada de surfistas, hoy amanecía solitaria con dos tiendas de campaña y un velero anclado no muy lejos de la orilla. A un lado de la ensenada, entre acantilados, estaba el pequeño puerto pesquero donde los botes hacían maniobras para entrar por un estrecho paso entre rocas.

Después de la caminata llegamos al albergue a esperar el desayuno. Mientras tanto charlamos un poco con el gerente del albergue, que por cierto hablaba a la perfección el español. La conversación derivó poco a poco en temas políticos ibéricos, momento en el que confesamos la verdad, que en realidad nosotros formábamos parte de una comitiva especial para promocionar la unidad hispano-lusa en una sola nación.

- Pues nosotros creemos que a Portugal le iría mejor unida a España.
- Antes me corto un brazo.
- Pues ahora seríais campeones de Europa.
- Nada, nada, los portugueses tienen que hablar en español, pero los españoles nunca hablan en portugués…
- Pero eso es porque no sabemos…
- A mi el que me cae bien es el Rey Juan Carlos… que cuando viene de visita a Portugal siempre se reserva dos días en privado… tu sabes…
- ¿Y la república?
- Eso es lo de menos… no me importaría ser una monarquía.
- El que no me cae bien es el príncipe.
- Pues Saramago es partidario de la unión hispano lusa.
- ¿Saramago, aquí tenemos muy buenos escritores…como Fernando Pessoa u otros… pero Saramago? Ese es tonto.

A medida que avanzaba la conversación veíamos que no contaríamos con un voto favorable para nuestra causa. Lo dejamos por imposible y nos fuimos a por nuestro opíparo desayuno. Antes de irnos el gerente nos abrió el garaje donde teníamos guardadas las bicis y nos despedimos cordialmente de nuestro enemigo político.



El viento del día antes empezó siendo ideal, para convertirse en un castigo divino. A medida que avanzábamos el viento era más fuerte y siempre de cara o como mucho lateral. Desechamos la carretera principal para coger por caminos secundarios y carreteras comarcales. Así pasamos por un pueblecito precioso llamado Zambujeira do Mar donde conocimos a unas italianas que quisieron pegar la hebra pero que no pudimos seguirles el juego por no abandonar nuestra misión. Por fin llegamos a Vilanova de Mil Fontes donde paramos a comer y a darnos un chapuzón en la playa. Descasamos un poco, Jesús en una toalla prestada, y nos pusimos a dar pedales.





El resto del día tendríamos el viento a favor al dirigirnos al este y con la idea de bordear en paralelo el río Mira suponíamos una etapa llana y fácil, pero con lo que no contábamos fue con la subida inesperada que nos cogió por sorpresa. Fue en las proximidades de Sao Luis, ¿quién había puesto aquí estas sierras? Los dos master50 pusieron el plato chico y allá arriba que se fueron los dos, a cual más cansino, dejándome más tirao que una colilla. Solo me recuperé cuando el terreno se ponía favorable, pero eso porque me esperaban… ¡ Ay, estos dos me van a matar !. Después de esto vimos otro cartel de Zambujeira… ¿pero si ya estuvimos allí esta mañana?. Pero este Zambujeira no era del mar… sería de la huerta.

- Como era el pueblo ese Vasco, Zurrapa de Lomo o Escaramujo del Campo?
- Escaramujo del Campo creo.
- Es que con estos nombres.



Ya quedaba poco para Odemira y solo teníamos ganas de cachondeo. Llegamos a nuestra meta final del día poniendo fin al sufrimiento de viento y cuestas. Buscamos alojamiento, cenamos bien como de costumbre y nos fuimos a la cama.


3ª etapa. Odemira-Portimao. 101 kms.



La última etapa ciclista empezaba bien, bien malamente, subiendo desde Odemira hasta la cima de la sierra de Taliscas, bautizada así sobre la marcha por el pueblo que estaba en la cima. A medida que pasaban los días me encontraba mejor y, como aperitivo a Monchique, me cargué toda la subida a plato grande. No obstante la mosca cojonera del Vasco se me pegó atrás y no había manera de echarla ni con flip. Paramos a reagrupar en Taliscas y saludé a los lugareños, que si no me llegan a responder en portugués, hubiera jurado que me encontraba en cualquier aldea de México. Con ese nombre, esa tranquilidad y esa plantación de maíz junto a la carretera… sólo faltaba el paisano con el poncho y el sombrero mexicano echándose una siestecita en la sombra viendo venir la serpiente y pidiendo el antídoto.

Después de subir, toca bajar, hasta la estación de tren de Odemira… a más de 10 kilómetros de distancia del pueblo del mismo nombre, todo un paseito para llevar las maletas andando mientras admiras el paisaje. Continuamos en paralelo al “caminho do ferro” durante unos kilómetros comprobando que la carretera era más o menos llana como la vía del tren. En Santa Clara a Velha hicimos una parada turística y como no paramos de idear cosas malas, preguntamos si el río Mira era navegable desde aquí hasta Vilanova de Mil Fontes. Pero no había ni que preguntar, porque desde el puente de la carretera se veía el estrecho riachuelo lleno de cañas y vegetación donde no podrían navegar nuestras intrépidas piraguas en una futura expedición.







La carretera empezó a subir nuevamente hasta un avituallamiento que hicimos en una tienda en la aldea de Nave Redonda. Allí en lo profundo del Alentejo, nos sentamos tranquilamente en un bar a tomarnos un “Sumol” mientras devorábamos los plátanos, peras y un melón que nos compramos como combustible. A pesar de nuestras pintas de ciclistas, paró un coche y nos preguntó a nosotros en vez de a los lugareños que ocupaban una mesa junto a la nuestra, por un pueblo de la zona. Y nosotros que habíamos recorrido más kilómetros en Portugal que nuestros oriundos compañeros de mesa, le solucionamos la papeleta como si fuéramos de allí mismo.

Mientras nos avituallábamos empezamos a charlar con los dos personajes que nos acompañaban en el bar. Uno de ellos era mayor, y los dos bromistas de mis compañeros le preguntaron si tenían una nieta para mi, que se la cambiaban por una hermana; el otro personaje era más joven, le pedimos una foto, pero aquello fue demasiado para este hombre que no había pulsado un botón de una cámara digital en su vida.

- Dale al botón, solo aprieta el botón.

El hombre movía de un lado a otro la cámara que tenía pegada al ojo como un búho, intentando ver la escena a través del disparador imaginario que no tenía la cámara digital.

- No hace falta, mira la pantalla, la pantalla.
- Aprieta el botón.

Tras varios intentos el hombre no se atrevió a darle al botón, y nos quedamos sin la foto.

- No es posible, no es posible.

Ay dios mío, en que lugar del profundo Alentejo hemos parado, que este hombre no puede darle a un botón y sacar una foto con una cámara digital. ¿Y así iba a ir este hombre a España a buscar trabajo y a por una mujer?.





Mientras subíamos la Sierra de Monchique recordábamos el momento y le buscábamos trabajo al hombre.

- Si, un trabajo en España decía, pues Rodri está buscando un fotógrafo...

La subida a Mochique desde Nave Redonda era larga pero tendida. Tenía ganas de vengarme del Vasco y del Jesús, así que metí plato grande y me fui alejando poco a poco de ellos. Por fin, mi venganza se consumó, y llegué a Monchique en solitario, los esperé tirado en la hierba descansando. En verdad tampoco les metí mucho tiempo, creo que no llegó ni a cinco minutos, y eso que se pararon en una fuente. Estos dos master50 son mucha tela.

Empezamos a buscar sitio para comer un buen pollo al piri-piri que nos sentó de maravilla. Sobre la marcha decidimos seguir camino hasta Portimao, porque se nos pasó por la cabeza a José Luis y a mi quedarnos esa noche en Monchique. En realidad era temprano aún, y Jesús nos convenció para seguir pedaleando asegurándonos que desde Mochique a Portimao era casi todo bajada. Y así fue, pero con lo que no contábamos era con el calor asfixiante que nos rodeaba, incluso bajando. Como debía de estar pasándolo el ciclista que nos cruzamos en dirección contraria. Se suponía que esta parte de la sierra más cercana al mar iba a ser más fresca, pero todo lo contrario, el aire te quemaba.

- Bueno venga, nos dejamos caer, si tenemos que darle a los pedales nos paramos, ¿vale?

Era la condición que le pusimos al Gurú, y en verdad solo nos paramos una vez para tomar un Sumol, el resto era todo pabajo a excepción de algunas pedaladas para no perder velocidad más que nada.

Entramos por fin a Portimao por la autopista y después de buscar un rato encontramos un hotel. Nos dio tiempo a tomar un refresco en la playa e ir a la estación a preguntar el horario del tren. Desde la parada de taxi después de esperar sin éxito, nos fuimos a la parada de autobús, pero como tampoco venía, nos fuimos a la plaza donde tienen el control de salidas. Esperamos un rato pero aquello fue un lío, no sabemos exactamente que pasó, pero los conductores se bajaron y se reunieron durante unos minutos, ¡¡ parecía una huelga !!. Al parecer los autobuses iban a cambiar sus conductores y sus destinos y aún no sabía ni el inspector de los autobuses a qué hora saldría ni cual sería nuestro autobús. Por lo visto los autobuses tenían que cambiar de color y el nuestro era el morado. Y allí nos quedámos sin saber muy bien que hacer, entre el mosqueo que teníamos mirando a los autobuses como si fueran camaleones, a ver si cambiaban de color.

De vuelta, tras una ducha, salimos a cenar y a pasear un rato por la movida nocturna de Praia da Rocha, donde tuvimos mucho que ver.







Al día siguiente nos montamos en nuestras bicis por última vez, solo para ir a la estación. Desayunamos antes de coger el tren y hicimos nuestro viaje de vuelta a Vilareal vía Faro. En Faro tuvimos que hacer el transbordo de rigor durante dos horas, momento que aprovechamos Jesús y yo para acercarnos al Jumbo, un centro comercial al estilo del Aqualón, pero más grande. A la vuelta nos hicimos amiguetes del “segurança”, que hablaba perfecto el español, ya que como nos contó había pasado mucho tiempo en España trabajando. Hablamos de todo un poco sobre Portugal y España y pronto vimos como este hombre si iba a votar a favor de una unión ibérica… así que aprovechamos la ocasión para reconducir nuestra misión. En un último suspiro antes de subir al tren hacia Vilareal conseguimos un adepto a nuestra causa.

- En el 94 trabajaba en Zamora y ganaba 150.000 pesetas. Ahora en el 2008, en Portugal gano lo mismo. Cuando volvía de vacaciones de Portugal entraba en España y había… otro aire.

Si, definitivamente este hombre es de los nuestros. Podría ser el socio número 4 del PPI, Partido Pro Ibérico. Como ya tenemos presidente, secretario y tesorero, este hombre podría llevar todo el tema de seguridad. ¡¡ Como crece nuestro partido !!.
¡¡ Iberia unida… pero no con Vueling !!

sábado, 12 de julio de 2008

Triatlón Kumgang, julio 2008



Los problemas con la configuración del cuentakilómetros que iba estrenando ese día casi nos hace perder la carrera antes de empezar. Este artilugio es imprescidible para la orientación y justo en el último momento antes de montarnos en la camioneta que nos llevaría al Rompido conseguimos con ayuda de JuanOno dejarlo configurado e instalado en mi bici.


La piraguas nos esperaban en la orilla. Cogimos una y empezamos a calentar un poco, practicando el abordaje con algunas de las parejas amigas que competían con nosotros. Saludamos incluso a la expedición bicicletera agonía del sábado sabadete que hacía un alto en el camino en el puerto deportivo del Rompido.


Nos preparamos para la salida. Todas las piraguas reculamos hacia las piedras del puerto. Alejarnos un poco de la aglomeración nos resultó de gran ayuda, porque aunque estábamos un poco retirados, nos sirvió para remar sin estorbos y colocarnos en primer lugar.


Dos piraguas remaban por el exterior mientras nosotros nos dirigíamos por el interior de la isla que se forma antes de doblar hacia el Terrón, arrastrando así a la mayoría de la expedición.


- DaniH2O: ¿Por donde es Carlos?

- Calandraka: Puedes coger por fuera o por dentro.

- DaniH2O: Yo cojo por donde tu vayas.

- Calandraka: Pues por aquí.


La pareja Fabio-JuanCarlos nos coge la aspiración y se colocan cómodamente detrás nuestra.


- ¡¡ Pasad palante y dad un relevito rémoras !!

- Con lo bien que se va aquí.


Nos dieron un relevo, pero en un cambio de ritmo se alejaron un poco. Los 10 kilómetros de remo son muy largos y empezamos a remar con un poco de cabeza. Poco a poco las cosas se fueron poniendo en su sitio, pero aunque nos pasaron varias parejas, conservamos un buen puesto en la carrera entre los diez primeros, eso si, alejados del grupito de cabeza.


Entre los que se alejaban estaban una de las parejas del Triatlón Punta, los reketes Cozi-Mané, DaniH2O y su compañera… pero lo peor de todo llegó al doblar hacia el Terrón en dirección norte. ¡¡ Que bofetá en toa la cara !! Aquello no era una galerna del cantábrico porque estábamos en las marismas de Cartaya… hacíamos hasta caballitos en las olas. Recuperamos un poco de terreno alcanzando de nuevo al equipo Fabio-JC. Mientras la mayoría navegaba por la margen derecha en dirección a Cartaya, nosotros nos refugiamos entre las embarcaciones amarradas en el puerto del Terrón y seguimos por la margen izquierda pegados a la orilla, donde el viento hacía menos daño.


Gran parte de la carrera en el agua (y después en la bici) la hicimos juntos Fabio-JC y Calandraka-Coleta. Somos amigos pero la competi es la competi, así que empezamos con la guerra psicológica.


- Coleta: ¡¡ Fabioooo, rema !!. Va dejá ar chavá solo remando.

- Calan: ¡¡ Juan Carlooooo, que estás remando tu solo!!. Dile a tu compañero que reme un poco.


Nuestra intención era crear la discordia y el enfrentamiento interno en la piragua contrincante y provocar un motín haciendo creer al de proa que el de popa no remaba, pero no tuvimos mucho éxito. El grupo de cabeza estaba lejos, pero por detrás tampoco se veía a nadie. Del David-Conde ni rastro, perdidos en el agua, perdidos en la tierra, en fin un desastre. Solo una pareja a unos 100 metros se acercaba peligrosamente hasta que nos pasó. No intentamos ni seguirles el ritmo, pero al adelantar a la pareja Fabio-JC se pegaron como lapas hasta la meta consiguiendo sacarnos unos 50 metros de ventaja.


Nos metemos por fin en un recodo de la marisma que conduce al embarcadero. Por fin se termina el infierno… acabamos la piragua en el puesto nº 12 con un tiempo de 1 hora y 46 minutos. Empezamos a correr viendo delante nuestra a Fabio y Juan Carlos por las calles de Cartaya.


Atravesamos el pueblo de parte a parte, desde el embarcadero hasta el salón de exposiciones donde estaban los boxes. Salimos juntos las dos parejas y rodamos en bici juntos hasta el puente de la vía verde, entrando en el enduro de Cartaya, donde estaba el primer control de la bici.


Seguimos por el enduro hasta que empezamos a ver gente desorientada, entre ellos, DaniH20 que salió de los primeros en la piragua con su compañera. Volvimos atrás, deshaciendo el camino, y otra vez adelante.


El plano confundió a mucha gente. Lo que parecía un puente en el croquis en realidad no era un puente y la gente buscaba un control antes de pasar por él. En ese punto nos juntamos un buen pelotón de gente que no sabía qué hacer, incluso Fabio-JC se separaron de nosotros y siguieron al pelotón en la dirección errónea. El camino correcto había que seguirlo interpretando literalmente la dirección y la distancia del plano. Lo del dibujo no era un puente sino agua, el agua del canal, y el control no estaba antes del puente, sino que había que atravesarlo. A partir de ahí todo fue mucho más fácil. Encontramos por fin el control nº 2. Del control nº 2 al nº 3 el terreno arenoso nos dificultó bastante el pedalear, pero la dirección era la correcta. Ibamos solos, demasiado bien. Tanta era la convicción de que solo nosotros habíamos encontrado el buen camino que al llegar al control nº 3 le pregunte a la organización:


- ¿Somos los primeros?

- No, los quintos.


Nos acercábamos al control nº 4 donde comenzaba otro tramo de carrera a pie. A lo lejos se veían dos ciclistas… eran los reketes Cozi y Mané, ya los tenemos, pensé para mi… pero ellos ya habían terminado la carrera a pie, mientras a nosotros nos quedaba un kilómetro de pateo por delante.


- “Antes muertos que dejarnos coger”.


Fue el grito desafiante del Cozi mientras se montaban en la bici y nos veían alejarnos corriendo por el camino. Volviendo desde el punto más alejado hasta donde dejamos las bicis nos cruzamos con la pareja Sergio-Gabriel, que por cierto llevaban un gran ritmo corriendo, y otra pareja cartayera.


Tras una pausa dudando qué dirección seguir lo vi claro y le dije a mi compañero que me siguiera. La vuelta en bici ya sería hasta Cartaya sin ningún control, a una velocidad vertiginosa con terreno y viento favorables. Perfectamente coordinados con los parciales de distancia de mi bici y el croquis que llevaba el Coleta nos acercábamos al pueblo a marcha forzada.


No pudimos finalmente coger a los reketes, aunque al mirar atrás vimos a una pareja que se acercaba. No sabíamos si estaban en competición o no, pero nos puso el cuerpo malo.


- Coleta, que vienen dos tíos por detrás.

- Nos cojen, nos cogen.

- Aprieta.

- La meta está ahí.

- Ya no nos cogen, se han quedao, ya estamos ahí Antonio.


Efectivamente no era ninguna pareja perseguidora, y si estaban en competición, se habían saltado algún control fijo, porque no era ninguna de las parejas que nos cruzamos corriendo en el último control.


En la línea de meta nos esperaban Cozi y Mané, no se si descansando del esfuerzo o regodeándose de su victoria en el duelo particular rekete-agónico. Le dimos deportivamente la enhorabuena por el 4º puesto. En cuanto a nosotros, que contamos los trofeos por participaciones en este triatlón, terminamos en 5º lugar con 3 horas y 40 minutos. Y es que, ¿ que es un triatlón kumgang sin la pareja agónica Calandraka Coletera ?.

sábado, 24 de mayo de 2008

Sierra Nevada Límite 2008




Los agonías empezamos la carrera sin agonías, osea, muy tranquilos. Encontramos a Criskona parado en el primer avituallamiento pero aún era muy pronto para nosotros y pasamos de largo. Hasta Cenes de la Vega nos unimos los tres en bajada casi perpetua, aunque había algunas subiditas que te cortaban el ritmo, como la del cementerio de Monachil, donde te daban ganas de hacer una parada casi perpetua.

Tras el toboganeo y una vez cruzado el río Genil, llegamos al control y avituallamiento que está antes del pueblo. Aunque nosotros lo transformamos en unos boxes propiamente dichos, porque empezamos a soltar la ropa de abrigo que llevábamos y ponernos otra ropa más veraniega para el resto de la carrera. Allí estaba la Txarini con la que habíamos quedado previamente para recoger todo el material.

En directo, cual estrellas mediáticas, nos cambiábamos de ropa mientras concedíamos alguna entrevista para la televisión local. Mientras tanto Criskona, que solo dejó un buff, se fue palante mientras Claudio y yo nos lo tomábamos con más tranquilidad.



Dejamos las calles del pueblo y nos metimos de lleno en la trialera que conduce a los llanos de la perdiz. No me encontraba del todo bien, no cogía el buen ritmo y puse el pie a tierra un par de ocasiones mientras Claudio esperaba paciente detrás mía. En vez de ir directamente hacia el camino sobre el barranco, este año nos encontramos con una variante en la carrera. Nos hicieron subir por un sendero a patas, donde por cierto casi se despeña Durita Holm, que se cayó de la bici y rodó unos metros ladera abajo.

Una vez arriba en los Llanos de la Perdiz me encuentro a Quique de los mákinas meando encima de la bici, recreándose el nota en el dibujo en plan artista callejero. No lo adelanto por si salpica, pero una vez terminada la micción sigo adelante dejándolo atrás en la bajada desde los llanos de la perdiz, adonde subiremos nuevamente por el camino conocido de ediciones anteriores.

Después del avituallamiento tiramos pabajo por la trialera, con más piedras que una cantera y después de jugarnos el tipo vemos como un nota se incorpora al camino pero viniendo de una pista llana como un plato en vez de arriesgarse a partirse los cuernos por la trialera. ¡ Qué bonito !. Como lo descubrimos in frangati y miré para atrás para verle el dorsal, el nota se excusó diciendo que se había equivocao de camino. De todas maneras lo dejamos atrás, así que nos olvidamos pronto de él.

El tramo comprendido entre esta trialera y el embalse de Quéntar es una de las zonas más chungas de la carrera. En una de las subidas adelantamos a dos máquinas y al Criskona al que por fin le dimos alcance. Al parecer no iba muy bien, o nosotros íbamos de lujo, porque lo pasamos sin posibilidad de que nos cogiera rueda.

El que iba fuerte era Claudio, que se me aleja en las subidas, no se si porque yo no podía ir más fuerte o porque inconscientemente me estaba reservando para la pared de 20 kilómetros que nos esperaba dentro de poco. De todas maneras siempre lo tenía a la vista. Empezando la gran subida desde Guejar Sierra lo llevo unos 10 o 15 metros por delante.

Poco a poco le voy recortando a cada pedalada hasta que lo cojo, le entra un bajón y va medio mareao según me cuenta. Antes de alcanzar la carretera cogemos a Paco Acoarenático. Una vez en el asfalto me toca a mi sufrir un poco con los temidos calambres en los abductores. Le invito a Claudio a parar un poco y estirar. El Paco se aleja de nuevo, yo me quedo estirando más de la cuenta y Claudio se va alejando con el típico “me voy despacito palante”.

En la carretera nos anima la gente. Un paternito con su maillot pero sin bici nos alienta: “Venga la gente de Huelva”. Otro animador nos reconforta:

- Venga que ya queda poco.
- ¡ No me engañes !.

Para mí empezó un tramo chungo con los calambres, me paré unas 4 veces para estirar, cada vez que me paraba me montaba de nuevo e intentaba apretar para coger a Claudio que seguía “palante despacito”. Un tío que venía conmigo me vio parao en la carretera intentando estirar: “Si es que vas a tirones”, me decía el compañero. Cada vez veía más difícil llegar juntos a meta.

Otra de las veces que tuve que parar obligatoriamente me tiré al suelo, mientras dos notas de la organización se paraban con su quad para interesarse por mi salud.
Javi Beathino me ve de lejos en el asfalto padeciendo y me grita. ¡! Calandrakaaaaa ¡!.
También me pasa. Me recupero un poco, voy con el platillo chico, me levantaba, apretaba y me sentaba. La cima se veía en lo alto, y en las curvas veía a lo lejos a Claudio. Por detrás me alcanza JLuis que se fija en mi dorsal y me grita. ¡¡¡ 333, la media bestia !!!.

Corono por fin, llego al último control y ahora solo quedan casi 4 kilómetros de bajada. Meto plato grande y aprieto con cuidado de no hacer ningún gesto raro. ¡¡ Tengo que coger a Claudio y llegar juntos !!. Era mi única obsesión en ese momento. Ya queda menos, lo veo a lo lejos. Aprieto en el último repecho de los aparcamientos de Pradollano y lo cojo a él y a Javibetahino que lo acompaña.

- ¡¡Que alegría!! , creía que estabas todavía tirao por la carretera por los calambres….
- Quillo, he apretado en la bajada, creía que no te cogía. Anda, pasa delante mía.
- Es igual hombre, que más da.

Y entramos juntos en la meta. Si sigue así, Claudio puede ser mi nueva pareja de maratones de MTB, le voy a tener que poner los cuernos al Coleta. La vida es dura… como la Sierra Nevada Límite.

sábado, 10 de mayo de 2008

Duatlón de Ronda 10may08



Llegamos temprano al estadio y nos metimos en el cajón. Nos colocamos juntitos Criskona, Artefacto y yo. Jesuli se quedó un poco más cerca de la línea de salida. Se le veía con ganas de hacer algo y convencido de lograrlo. Pasamos una hora y media de frío y ya solo deseábamos empezar a pedalear. Bueno, en realidad yo deseaba también hacer algo antes de pedalear, de hecho me puse el culote sin las tirantas pensando en una evacuación forzosa de última hora. En la salida neutralizada nos separamos los miembros del Onuba Team Ronda y el pelotón se agrupó de nuevo en la salida oficial. Esta vez no pudimos estar juntos, aunque los tres mantuvimos contacto visual entre el gentío. Nuevamente Jesuli consiguió un puesto casi de Pole Position.

El estadio se libró de mi, pero la espera de la salida oficial me vino de perlas para consumar el repugnante proyecto que tenía en mente. Junto a la valla, justo al lado de la carretera, porque no había otro sitio, consumé el acto. Las caras de asco no las vi porque me puse mirando pal norte pero el murmullo se hacía cada vez más evidente en el pelotón. Si alguien probara a cagar delante de 3000 tíos podría escuchar las lindezas que me dedicó el pelotón:

- Ciclista nº 1: ¡¡ Ostias el nota como caga !!
- Ciclista nº 2: ¿Quillo ompadre que has comío?
- Ciclista nº 3: Como come el mulo…caga el culo.
- Ciclista nº 4: ¡¡ Oh, my god !! - (este no era de aquí)
- …
- Ciclista nº 2999: Ahhh, qué ascoooooooo…
- Ciclista nº 3000, dorsal 6096, Calandraka: Lo siento pero es una emergencia.

Que poquísima vergüenza hay que tener, pero que a gustito me quedé. Aunque en la salida oficial cada uno tiró por su lado, a unos 10 kms de carrera coincidimos todos los miembros del Onuba Team Ronda menos Jesuli que iba de los primeros. Antes de entrar en el bucle del recorrido bicicletero, Criskona fue el primero en alejarse con su doble. ¡ Como me acordé de mi Anthem doble en la mayoría de las zonas del recorrido. El artefacto se quedó algo retrasado y yo en medio. El contacto visual no lo perdimos aún durante algunos kilómetros.

Iniciamos el descenso por la carretera comarcal a Arriate, pasamos por el pueblo y volvimos al campo donde nos esperaba a lo lejos la subida trialera. De vez en cuando miraba atrás buscando a mi compañero, viéndolo en algunas de las revueltas de la subida. Mis problemas con los cambios no me dejaban más opción que usar plato chico en las subidas más fuertes, además los 2 piñones más pequeños los tenía de adorno.

En uno de los avituallamientos me lo tomé con tranquilidad dándole tiempo al Artefacto para contactar conmigo. Lo esperé a que se avituallara, pasándole algunas barritas que me pidió. Me confirmó que no iba bien.

- No tengo chispa.
- Vamos, sígueme.

Aún en las condiciones que iba Cristóbal era un buen compañero de carrera. Intentaba tirar de él todo el rato mirando continuamente atrás por si se quedaba. A veces se formaba algún grupo, sobre todo en el llano e intentaba seguir el ritmo a duras penas.

- Sigue tu si estás más fuerte.
- Tu tranquilo, pégate a mi rueda.

Nos llegó a coger por detrás Peralta y su marido. Yo iba bien y en ese momento intenté tirar un poco de Cristóbal. Como luchador nato que es me siguió aún no estando en su mejor momento de carrera. Poco a poco se fue recuperando en las subidas, aunque al finalizar las mismas y llegar a un tramo de bajada yo siempre intentaba pegar un arreón y ponerme delante suya para arrastrarlo en la bajada y alejarnos de los ciclistas que rodaban con nosotros. Dejamos atrás nuevamente a Peralta y compañía aunque no pudimos seguir a un tándem que nos pasó en una pista llana como un cohete.

A pesar de eso pasamos a varios duatletas. Cada vez que veíamos un corredor con un dorsal 6000 nos poníamos en guardia, a los solo-bikers casi los ignorábamos. Pasamos a un duatleta conocido de Cristóbal, un tal Claudio que el año pasado hizo un 7º puesto. A pesar de todo no íbamos tan mal. Vimos otro seismil a unos metros.

Nos acercamos. Sin mirar atrás a Cristóbal le hice la señal mágica. El gesto de mi mano dando el jachazo fue entendido a la perfección por mi compañero y le quitamos las pegatinas al pasar para no darle la más mínima esperanza de cogernos la rueda.

Bajada a Montejaque por roderas de automóvil … peligrosa y rápida… otra vez pego un tirón antes de empezar a bajar para entrar primero en la bajada… detrás mía se coloca un Califa cordobés y justo detrás Artefacto…

Estamos llegando, que poquito queda, el Artefacto se ha recuperado bien y ahora soy yo quien empieza a flaquear con algunos amagos de tirones en los cuadriceps. Empieza a llover, la cosa se pone chunga. Ya pensamos en el infierno que nos espera corriendo bajo la lluvia y enfangados hasta los ojos. Atravesamos el cuartel y bajamos la carretera hasta la zona de transición. Afortunadamente paró de llover. El agua no nos había calado. Entramos en los boxes, la Mérida de Jesuli está la 5ª por orden de llegada. La de Criskona está también entre las 10 primeras, mi Kona y la Specialized del Artefacto ocupan las posiciones 12 y 13 respectivamente. Miré mi cronómetro y marcaba 3 h 26 minutos. Jesuli ha volado y Criskona al que no le pudimos dar alcance en los 78 kilómetros del primer sector resultó entrar unos 4 minutos antes que nosotros.

La idea de cambiarse de ropa que rondó por algunos miembros de la expedición onubense se vino al traste con las ansias de salir pitando. Si ya lo sabía yo, la competición la llevamos en la sangre y no paramos ni para respirar.

Comenzamos a correr. Nos pasó Peralta y su gregario animándonos al pasar: “Vamos campeones”. Empezamos a subir la ermita. Los cuadriceps me avisan de que sería bueno parar un poco y estirar… pero los riñones no me aconsejan nada, simplemente me dan la orden de STOP.

- Cagon tooo. Quillo sigue tu palante Cristóbal.
- Venga, voy trotando despacito.

¡¡ Ay despacito !!. Hijo la grandísima. Como escarbaba patrás el hijoputa. Poquito a poco se me alejaba, me miraba atrás de vez en cuando. Yo no me podía poner en posición vertical. Iba andando parriba con las manos en las rodillas y con el pulgar apretándome los cuadriceps doblaito como una alcayata.

Me adelantan duatletas a cuentagotas pero sin parar, uno detrás de otro, voy perdiendo posiciones. Sólo adelanto a algunos ciclistas que suben andando, e incluso a algunos que suben montados. Me fui acercando a uno de estos ciclistas lentamente pero sin pausa. Cuando lo tuve al alcance de mi brazo le di un manotazo a la rueda trasera jugueteando con él “cual guepardo que derriba a esa cría de gacela con la zarpa para que sus cachorros practiquen el cruel juego de la supervivencia” (Momento patrocinado por Canal Odisea). Quitas la gacela y el guepardo y el Masai Mara y pones el biker, el Calandraka y la subida de la ermita y es igualito. La única diferencia es la velocidad. A medida que lo adelantaba me dio un poco de pena y lo empujé con la mano. Al notar la mano milagrosa no pudo contenerse:

- ¡¡ Me estas dando la vida !!. ¿Te hace falta algo? ¿Quieres agua?
- No gracias… vamo parriba…

Después de los tramos duros llegó el rellano hacia la bajada del empedrado. Un espectador me animaba diciendo que iba de los primeros y que no me seguía nadie, pero al volver la vista atrás había otro duatleta al acecho que al poco tiempo me pasó. Bajé el empedrado, bebí isotónicos en el avituallamiento y una naranja y enfilé la carretera en bajada hacia Benaoján. Los riñones ya no me dolían y los cuadriceps aguantaban… me iba sintiendo mejor a cada kilómetro de carrera, y más cuando me metí en el campo otra vez.

En el estrecho sendero frente a la Cueva del Gato voy bien, al ritmo de las bicis o más rápido que ellas gracias al fango y las piedras mojadas que eran un peligro para las ruedas, e incluso para los zapatos. Alcanzo la carretera y llego al último avituallamiento del recorrido a pie donde los legionarios me animan entre bromas. Entro en la pista y un hombre me dice que sólo me quedan 2 kilómetros.

Unos metros más adelante le pregunto a otro hombre si queda mucho para confirmar al anterior. El nota va con una azada en la mano y ni me contesta. ¿Unos 2 kilómetros no?, le insisto. Sigue sin contestar. ¡¡ Oh my God !!, este tío no es de aquí. Además va armado, me voy corriendo.

Me acerco a la zona de transición, todavía hay duatletas y ciclistas subiendo hacia la ermita. Ahora mismo, montarme en la bici para mi es una liberación, así que estoy deseando cambiarme de zapatos, ponerme el casco y … empezar a subir por el empedrao del cachondeo. Tengo que estar muy mal de la cabeza para desear esas cosas. En realidad tengo que estar muy mal para venir aquí.

Empiezo a adelantar a ciclistas sin conocimiento y a algún que otro duatleta. Alcanzo a un 6000, lo adelanto pero me vuelve a pasar:

- El año pasado lo pasé mal, hice más de 8 horas.
- No te preocupes, esta vez bajamos de las 6 horas.

Alcancé a otro duatleta y esta vez no me siguió. El empedrao se iba acabando y llegaba el asfalto. La meta estaba muy cerca y la gente animaba por las calles. Yo ya solo deseaba que no se me partiera la cadena. Entré en meta. Mi tiempo, al igual que todos los demás componentes del Onuba Team Ronda fue excelente. Jesuli y Criskona subieron al podium en categoría senior, primero y tercero respectivamente. Yo y el Artefacto hicimos muy buenos puestos en categoría veterano y en la general, el Artefacto adelantó finalmente al Criskona y en lo que a mi respecta, mejoré mi posición en la clasificación y mi tiempo del año anterior en más de media hora. Que coraje me dio pensar que el año pasado con las 5h46m me hubiera subido al podium.



Este equipo de mentirijillas no tiene límites de verdad. El año que viene igual nos lanzamos a por los 101 kms marcha… ¿o repetimos el duatlón?. Ya veremos, el caso es sufrir.

Datos del crono: 3h26m (78kms. 1ª transición) / 5h15m (+16kms. 2ª transición) / 5h46m (+7kms.tiempo total meta)

sábado, 3 de mayo de 2008

Maratón MTB Valverde 2008



La maratón de Valverde de 2008 fue atípica para mi en sus comienzos y en su final. En todas las maratones empiezo fuerte y termino penando prácticamente. Esta fue distinta. Como el año pasado, salí con mi compañero de equipo Antonio alias el Coleta pero este año, además de la pareja fantástica, en el grupo inicial iban los agonías Claudio y David, con lo que el ritmo inicial era más moderado, cosa que me convenía para terminar dignamente.

En la primera subida gorda Bea rodaba a mi par mientras yo no dejaba de mirar atrás para no alejarme mucho de mis compañeros de equipo. Y como quiera que íbamos subiendo, tanto ella como yo íbamos sufriendo un poco, momento que aprovechó la mujer para echarme en cara que yo tenía la culpa de ese sufrimiento.

- ¡¡ Tu tienes la culpa !!.
- ¿Bueno, pero ahora estarás contenta no?
- Pssss, bueeeeeno….

Que dura es la vida. Uno intenta inculcar a las personas las buenas costumbres y la afición al montanbai y así se lo agradecen. En fin, que se le va a hacer, yo lo hice con la mejor intención.

Empezamos la primera bajada medio técnica de los Herretes. Los paket… digooo, mis compañeros de equipo no aparecían, así que seguí con Bea que rodaba justo delante mía. Terminada la bajada de los Herretes, comenzaba la segunda bajada técnica con final en un arroyo. De pronto aparecen por detrás Coleta, Claudio y David.

- Vamos paketeeee. – me grita el Coleta al pasarme.
- Pero si os estoy esperando. ¡ Como caiga a la Bea te doy encima Coleta !.

Le grité a mi compañero al adelantarme a mi y a mi compañera de ruta en esos instantes. Al pasarme los tres agonías los seguí en la bajada pedregosa dejando atrás a Bea… por poco tiempo.

La subida a la casa de la milana bonita, donde el camino termina en una pista ancha en bajada rápida a la derecha, me separó definitivamente de mis compañeros de equipo. Ya en la pista Bea siguió adelante y yo seguí bajando con mi estrategia de no forzar en exceso. Así que mi nuevo compañero de ruta fue Rubén el alcoleano. Me adelantó en una de las curvas… la más cerrada que había. Mientras me adelantaba le advertía cada vez más alto:

- ¡¡ Cuidao con la curva. Cuidao con la curvaaaaa. CUIDAO CON LA CURVAAAA !!

Si yo me llevé un buen susto, ¿ qué susto se llevaría Rubén? El nota hizo un recto con la bicicleta que no atendía a frenos ni a giro de manillar. Terminó levantándose la bici de atrás con la rueda delantera derrapando hacia el barranco. Milagrosamente se quedó casi sentado en el borde de piedras de la pista y no cayó más abajo. Paré mi bici y miré atrás.

- ¿Estás bien?
- Sí. No ha pasado nada.

De hecho no pasó nada para lo que pudo haber pasado. Tenía el culote roto y arañazos desde el tobillo hasta la cadera, pero pudo seguir. Dos RacingBikes de Córdoba que venían detrás nuestra también vieron la jugada y uno de ellos nos aconsejaba “Tened cuidado hombre… que hay más días”.

En la posterior subida Rubén alias el Palomo se adelantó un poco y otro Rubén, esta vez con perilla y vestido de agonía me adelantaba, pero al coronar la cumbre, en vez de seguir la ruta larga se desvió por la corta despidiéndose de mi. El muy joío está fuerte para terminar la larga pero no se atrevió. David finalmente hizo la ruta corta y Claudio rompió la cadena varias veces. A los únicos agonías que no vi en carrera fueron al Paquito, que también hizo la larga, y al Vera, que resistió a la llamada de la carretera negra y terminó también la ruta larga sin el desviador de la cadena.

Esta carrera ha sido la de las pájaras mentales. Valverde es una carrera muy dura y hay que dosificar. El solo pensamiento de todo lo que queda por delante te hace dudar si terminar o retirarte si no andas muy fino. Hasta gente que está fuerte abandona o cae en el desánimo, son los casos del Conde, de Dani o del Pantera.

Al Conde me lo encontré a mitad de carrera abandonando porque según él llevaba el desviador “a la virulé”, no se si era un problema tan grave como para terminar o no, pero el simple hecho de esa desventaja en una carrera como Valverde es suficiente como para que se te pase por la cabeza abandonar. Quizás la solución hubiera sido quitar el desviador como el Vera y terminar como un machote. Aunque también es verdad que no es la misma la desilusión de un corredor que va a disputar los primeros puestos y que se ve de pronto sin posibilidades que otro corredor que solo quiere terminar.

Otro biker que abandonó fue el Dani Danobanano, ahora en las filas de Cocinas Muñoz. Lo vi bajando a patas el cortafuegos, y andando bajó hasta el abismo y allí mismo se retiró de la carrera. Un ciclista acostumbrado esta temporada más que otra a la bicicleta de carretera y que está fuerte, no le vino bien según él los cambios de ritmos y desarrollos de la bici de montaña.

En la bajada del cortafuegos me seguía de cerca Criskona.

- Que bien bajas Calandraka.
- Tampoco te veo yo torpe bajando, no.

Y entre piropos mutuos hicimos la bajada adelantando a gente que iba andando, aunque sorprendentemente se quedó detrás en la subida a Peñas Blancas y ya no lo vi más.

En el avituallamiento del cortafuegos, Marín de Km0 me echó lubricante en la cadena y me encontré de nuevo a Jesuli. Ya lo había visto antes en el avituallamiento del Pozuelo y le pregunté que le había pasado pero no me enteré muy bien.

- ¿Quillo, que haces aquí? Por qué no estas en carrera.
- Cierra los ojos y abre la boca.

Y diciendo esto me metió una naranja en la boca dejándome sin palabras. Aguantándome en equilibrio mientras me calzaba los pedales automáticos me metía un plátano… en el maillot, y me dio un empujoncito para ayudarme a iniciar la primera rampa de Peñas Blancas.

Otro que me encontré con la moral baja fue el Pantera. Me sorprendió cuando lo vi iniciando la primera rampa de Peñas Blancas, justo al salir del avituallamiento del cortafuegos:

- ¡¡ Pantera !! – le grité por la espalda - ¿Tu eres el Pantera?
- Si.
- Te veo desanimao. ¿Que te ha pasao?

Me explicó que rompió la cadena y que había perdido mucho tiempo hasta que alguien le dejó la herramienta para arreglar la avería. Le dije que tal como iba con el bajón, igual hubiera sido mejor que no le hubieran ayudado.

- Maldita la hora en que se paró el nota a dejarte el tronchacadenas, no?.
- Como lo sabes.

Lo decíamos por supuesto de broma, sin saber yo que el biker que se paró solidariamente a dejarle el tronchacadenas fue Rubén el alcoleano, el mismo que casi se despeñó en la curva cuando rodaba conmigo.

Casi arriba de Peñas Blancas miré atrás a lo lejos. Distinguí en la distancia la figura del Coleta. Le grité.

- ¡¡ COLETAAAAA !!
- ETAAAA, ETAAAA, etaaaaa… - me respondió el eco –

Subí despacito. Por mis problemas mecánicos con la combinación del plato mediano y los piñones grandes, me veía obligado a usar el plato chico en casi todas las subidas. Pero una vez arriba metía más desarrollo sin problemas. Dejé atrás definitivamente en esos instantes al Pantera, a Juan Ono de los acoarenáticos y a una pareja de monjes que rodaban juntos.

Por fin llega el temido Angliru. Inicio las primeras rampas con la idea de que al llegar a la parte más dura me bajo de la bici a las primeras de cambio. Este año no quiero que me pase como el año pasado que descabalgué por culpa de un calambre y me quedé en el suelo hecho misto. Así fue. Me bajé sin remordimiento alguno. Escuché atrás una voz quejumbrosa, casi agónica:

- Agoníaaaaaaaaaaaaa.
- ¿Quién anda ahí?

Me sonaba la voz. Era un malagueño que ya me había llamado una vez antes con la misma voz penosa al ver el nombre de mi equipo en el maillot. Sin duda le había llamado la atención el nombrecito, precisamente lo que estábamos viviendo en esos momentos, una agonía. Todavía no había acabado el Angliru y me encontré con un biker caballa. Como siempre que veo a un ceutí, no perdí la ocasión de preguntar por Antonio Ponce, Su Majestad el agonía caballa, y el chaval de Ceuta, un tal Manuel alias máquina con dorsal 172, me comentó que lo conocía y que le daría recuerdos.

Terminé el Angliru sin calambres. Me monté poco antes de coronar. Seguí a buen ritmo. ¿Que viene ahora, el Manzanito?. Pues a por él.

A los siguientes bikers conocidos que me encontré fue a Charly American al que le pregunté si el ciclista que se veía a unos 50 metros delante era el Gonzalo de Cocinas Muñoz.

- Creo que sí.
- Hijoputaaaaaaaaa. –empezamos a insultarlo en la distancia cariñosamente a ver si reaccionaba y nos respondía-
- Cabronazoooooo.
- ¿Seguro que es él?.

Si era él. Nos unimos los dos Cocinas Muñoz, otro chaval conocido del Charly American y yo. Rodé con ellos un poco pero me dijeron que no se iban a enfadar ni me iban a dejar de hablar si yo tiraba palante y los dejaba atrás. Así que me fui sin remordimientos.

Después del Manzanito no quedaba ni mucho menos un paseo hasta Valverde. Tras la bajada rápida y después de cruzar la ribera de Valverde quedaban los toboganes de la muerte. En una de las subidas me paré a estirar antes de que me diera un calambrazo mortal. Aproveché para estirar y mear de pie a la vez. Me monté y seguí a buen ritmo. Veía detrás mía de vez en cuando a un acoarenático. Yo pensaba que podía ser Juan Ono o Criskona. La verdad es que hice todo lo posible para que no me alcanzara. No me alcanzó pero al final resultó no ser ninguno de los dos. Era un master 40 por lo menos al que no conocía pero fue como la mosca cojonera que me dio un poco de vidilla en el tramo final de la carrera. Tramo final de carrera que hice adelantando gente a plato grande hasta la meta.

- ¡¡ Agoníaaaaaaaaaaa !!.

Escuché una voz conocida, quejumbrosa y agónica de un malagueño mientras charlaba con la gente que cruzaba la línea de meta.

domingo, 30 de marzo de 2008

Maratón MTB Bollullos. Lloran los pinos del Coto despidiendo al Coleta (30mar08)




Comienza la salida neutralizada y algunos dan ventaja desde el principio, como el Artefacto que sale pinchado y pidiendo bomba desde la primera pedalada. Aunque me enteré más tarde que otros, como el RKTCozi, también lo imita. No obstante consiguen llegar con ayuda de los guías moteros al kilómetro cero antes del comienzo de la carrera.

En la salida se forma un gran pelotón que se mantiene unido varios kilómetros con la excepción de un escapado, que a lo lejos parece ser el palmerino. Poco a poco se van formando dos grupos y me quedo en el segundo. La carretera se convierte en pista y atravesamos la autovía. Aquí me noto un bajón y por detrás me coge el Coleta que viene en grupito y me dice en plan recochineo: “No mire patrá, nooo”. Esta carrera le venía mejor a él que es más carretero y yo pensaba que me pasaría y me dejaría atrás fácilmente en las condiciones que estaba en ese momento, pero no sucedió así, me uno al grupo y me recupero milagrosamente. Rodar en grupo es como el Red Bull, te da alas.

Llego y salgo antes del primer control y entramos en zona de senderos con mi compañero de equipo justo detrás. Cuando el sendero se ensancha me adelanta y se me aleja unos metros, justo la distancia para ver con tranquilidad y algo de guasa como en un bache casi descabalga, estirando las dos patas para mantener el equilibrio sobre la bici, cual cigüeño patilargo. ¡ Coletaaaa, que te vas a mataaaaaar !.

Entramos en una zona de arena donde un cartel de la organización nos anuncia que comienza el Dakar aunque bien podría ser la raya real. ¡ Sólo he visto tal cantidad de arena junta en la playa !. Una vez que salimos a una pista de tierra compacta, nos unimos todos los que íbamos penando por el infierno de arena y formamos un buen grupo con JuanBtt, Humberto, Coleta, Domingo de San Bartolomé, un paternino y otros dos ciclistas.

Primero es Humberto quien se entrega más, pero después comenzamos a funcionar bien dando relevos entre todos aumentando el ritmo. En una ocasión vamos tan juntos que JuanBtt que rodaba primero, seguido de Humberto y de mi, hacemos un afilador triple del que nos escapamos por poco de besar el suelo. El coleta que rueda cuarto en esos momentos confunde el ruido de las gomas con el pitido de un coche:
- ¿eso que es una bocina?
- Que no Antonio, que casi nos la pegamos, que han sido las ruedas.


Delante vemos a dos monjes, Caito y otro más y decidimos ir a por ellos. Nos acercamos bastante en un nuevo tramo de arena pero es demasiado corto y al comenzar la pista se alejan nuevamente poco a poco. El coleta me aconseja que me reserve un poco y además me da un infisport que consumo de inmediato con un poco de agua. Eso es un compañero de equipo y lo demás es cuento. Parece que el paternino que rueda en nuestro grupo da relevos más parecidos a pequeños palitos que otra cosa, pero respondemos bien y no se escapa.

Llegamos al kilómetro 50 y mi reloj marca 1h54m, en esos momentos la media es de poco mas de 26 km/h. Pasamos el control doble y Humberto sigue tirando con fuerza, desde atrás viene JLuis y nos pasa, solo le sigue Hbo. El Coleta va con amagos de calambre y me dice que tire hacia delante, pero prefiero quedarme en el grupito inicial.

Ahora solo estamos JuanBtt, Calandraka, Coleta y DomingoSBT. Rodamos los cuatro bajando algo el ritmo pero seguimos con los relevos, sobre todo Juanbtt y yo que estábamos más enteros. Faltan menos de 15 kilómetros, pero en un momento en que ruedo tras JuanBtt hago el afilador y voy al suelo. La envidia que es mu mala hace que el Coleta me vea en el suelo y piense “yo también me caigo”. Y efectivamente se cayó encima mía como una losa. Qué digo una losa, peor que una losa, porque una losa no te insulta.

- ¡ Este tío es gilipollaaaaaas !

Yo que en plan matrix desde el suelo había evitado que el conjunto bici-coleta me cayera encima totalmente cogiendo la bici de mi compañero en el aire, aún así, no evité hacerme daño en mi propia caída. En caliente me levanté rápidamente pero al dar la primera pedalada note un intenso dolor en el tobillo derecho y en la rodilla izquierda, amén del freno derecho que no me funcionaba. Me tiro otra vez al suelo. El coleta se asusta y me echa aguita, me mueve el tobillo para comprobar si estaba roto… me duele mucho… no puedo seguir… los perseguidores nos van pasando.

- Ahhhh, no me eches la culpa – le digo al Coleta entre gritos de dolor – es que Juan pega muchos bandazos – justificándome así del accidente.
- Pero el que va por detrás es el que tiene la culpa.
- Joder macho, entonces por esa regla de tres, tu tienes la culpa de chocarte conmigo.
- Pero si tu ya estabas en el suelo, yo no te he tocao.

Y en esas estábamos discutiendo, sin saber si hacer un parte amistoso o llamar a la guardia civil, aunque mientras tanto el Coleta me cuidaba como un buen compañero sin alejarse de mi.

Pasa un grupo donde mandan Jcarni, Bea y otros, interesándose por los bultos que se hayan en el tirados en el suelo.

Después de ellos viene el Artefacto en otro grupo. Nos ve en el suelo pensando en lo peor: “estos dos se han dao un beso en público con su posterior revolcón”. Qué vergüenza, que ejemplo estamos dando para esos juniors que se inician en los maratones de MTB, dos master30 hechos y derechos a la orillita del camino, a la vista de todos, sin recato ni miramiento ninguno, ¡¡ pero noooo, no es lo que parece Artefacto, que nos hemos caido cojones !!.

Sigue pasando gente…David, Claudio, El Capitán, Francis Punta… todos preguntando qué había pasado.

Llega también mi salvación. Una moto de la organización se para y me lleva hasta el pueblo arrastrando mi kona conmigo cogida de la potencia. El Coleta piensa también abandonar después de todo el tiempo que ha perdido por mi culpa, pero fría y calculadoramente cual asesino frío y calculador, llega a la conclusión de que entrando en meta me va a sacar unos suculentos puntos de ventaja, el muy ladino.

Así se acabó mi carrera, con 2 horas y unos 20 minutos en mi reloj y a menos de 15 kilómetros para meta. La moto me dejó en el pueblo en la recta de meta y cojeando me fui a ver entrar a algunos corredores del principio de carrera y también de los del final.

Tras la comida y después de contar las batallitas, Danobanano (que por cierto se marcó un pedazo de 4º puesto en élite) me dio un consejo de amigo y enfermero para que me pusiera hielo en el tobillo, ya que según me decía era el analgésico más eficaz y barato. Así que dicho y hecho, le pedí a uno de los camareros un poco de hielo en una bolsita hermética que me dio muy amablemente y me lo enrrollé con la camiseta que me regaló la organización alrededor del tobillo, evitando así que la zona se me inflamara.

Y cojeando me fui para casa lamiéndome las heridas y sin puntuar. Menos mal que el Coleta solo consiguió dos míseros puntos, aunque puntuó mucho más como compañero de equipo.

sábado, 15 de marzo de 2008

Maratón MTB Tharsis 15mar08



En la línea de salida el personal espera el comienzo de la carrera. Me he debido de perder la fiesta del cambio de maillots, porque me encuentro a muchos con las equipaciones cambiadas. Alcoleanos, bartolinos y agonías con maillots de Cocinas Muñoz; Agonías y leperos con maillots de Kilómetro 0, otros que se han federado con el nuevo equipo de la Universidad de Huelva… el mercado se mueve, los millones corren de mano en mano.

El típico comentario sobre mi “flamante” casco surge de nuevo carrera tras carrera. Por qué quiere la gente que cambie de casco, ¿acaso han pasado de moda las llamas?, ¿acaso mi casco está quemado y ha perdido parte de la cubierta trasera viéndose la parte interna del mismo ofreciendo un aspecto lamentable?... que noooo, que ya lo he intentado cambiar pero en todas las tiendas de bicis me dicen que mi casco no es retornable.

Una vez callejeado el pueblo nos metemos en el campo. Miro atrás pero no veo ningún agonía. Otra vez solo, el Coleta no me quiere acompañar en las salidas fuertes y Claudio me ve de lejos durante un tramo pero no me alcanza. Los demás supongo que van detrás. Soy el único corredor que participa en categoría “dos bicis”, ya que mis dos montanbais están en carrera, mi Kona bajo mis agónicas posaderas y mi Giant doble cabalgada por Rubén en su reaparición en el mundillo betetero después de 7 meses de abstinencia (por cierto, que sufrió más que el señor en la cruz haciendo la corta, adelantándole hasta el de los coquis).

Por delante se me escapa el grupo de cabeza pero yo no puedo ir más rápido. Las piernas no me lo permiten. Me encuentro a Humberto que va delante mía. ¿Cómo?, esto no me cuadra, los jueces deberían declarar salida nula. Empiezan las dudas, las señales internas y externas delatan que no voy bien, ¿o es que Hbo va como una moto?. Tus salidas no son asín, Humberto, cógeme más palante pero déjame en paz por ahora criatura.

Parece que me recupero porque lo dejo atrás, esto ya es otra cosa, todo vuelve a la normalidad. ¿Iré bien después de todo? Llegamos a la bajada salvaje del río. Adelanto a los que bajan andando y a los que después de cruzar el río suben andando por el empinado repecho.

Empieza un tramo rápido y con muchas curvas en el bosque de eucaliptos. Voy con Juanbtt y un corredor cordobés. Nos entendemos bien. Pasamos a Salva que no va muy convencido. Nos encontramos a Jesuli que va con la rueda trasera muy vacía por un pinchazo. Salimos del bosque de eucaliptos y divisamos a los lejos los molinos de Tharsis. El terreno ahora es de sube y baja por campos sin árboles. Bea me alcanza por detrás. ¡ Que pronto ¡ pienso yo, pero me lo temía. Surgen de nuevo las dudas. Me ha cogido Bea, voy mal… no, pero Bea este año va para campeona de Andalucía y está fortísima… no voy tan mal.

No lleva ningún bote en los portabidones traseros del sillín, le doy uno de los míos pero no se lo puede colocar. La acompaño y le voy dando agua. Seguimos así varios kilómetros. Cruzamos la vía del tren. Pasamos al Artefacto con problemas mecánicos. Formamos grupo Bea, yo, Domingo de San Bartolomé y otros dos ciclistas más. Nos desorientamos en un cruce con la señalización medio caída. Hubo un momento de confusión pero en realidad perdimos poco tiempo.

Llegamos a tierra de minas y vemos la rampa de los molinos a unos 500 metros. Bea se va despegando poco a poco en la subida previa a la de los molinos. Domingo y yo nos quedamos comentando la jugada.

- ¡ Hay q ver como anda esta niña ¡
- Y que lo digas.

Domingo tiró hacia delante en la cuesta de los molinos y yo me despegué un poco.
El Conde también sube en esos momentos hacia los molinos. ¿Qué hace ahí delante? Me entero de que hay un grupo que se ha extraviado y el es uno de los perjudicados. Se retira mosqueao de la carrera en el avituallamiento de los molinos. Subo el repecho ultimo del control andando junto a un pelotón en el que van Criskona y el Artefacto. Bea sube montada, fue la última vez que la vi. Nos desperdigamos un poco al bajar la trialera de los molinos y pongo rumbo a Alosno. Me uno de nuevo a Criskona que en esos momentos se piensa hacer la corta de 70 kms. pero le animo a hacer la larga acordando llevar un ritmo “amigable”. Ese término me suena, y no me lo creo. Cogemos al Artefacto otra vez y llegamos juntos a Alosno. Reponemos fuerzas en el avituallamiento. Se nos une Humberto puntualmente en su cita conmigo a los ¾ de carrera. Yo salgo un poco antes y el Artefacto grita a los otros rezagados:

- ¡ Que el agonía no espera !

Nos alejamos de Alosno con viento en contra. Con Hbo el ritmo amigable se va al carajo. Criskona y él se van palante y nos dejan a mi y al Artefacto. Poco antes de llegar a la subida de la peña mi acompañante se me va escapando poco a poco. Lo veo subiendo las primeras rampas de grava pero yo me bajo. Los amagos de calambre ya están presentes y no me arriesgo a que me de uno de verdad. La subo entera a patas. La misma cuesta que el año pasado en la maratón de San Bartolomé la subí enterita, ahora no soy capaz de subirla ni un tramo. Llego al avituallamiento penando, le doy aceite al Bily. ¡ Sorpresa !, la bajada no es por la carretera negra… sino que la peña se baja por una trialera por donde hay que despeñarse… nunca mejor dicho.

Me encuentro al Misto parado junto a otro ciclista estudiando la trazada para bajar la primera rampa de la trialera. Casi sacan la escuadra y el nivel. Unos espectadores enfrente sentados sobre una piedra observan la escena con morbo. Qué gusto por la sangre tiene la gente. ¡ Venga pabajo !, pasa el Misto, luego yo y después el otro estudiante. La verdad que ver a uno bajar antes que tú te da más confianza. Pasamos el punto conflictivo sin problemas. Un poco más adelante me desvío a la izquierda en la bajada y tengo que sacar el pie al meterme en un surco. Me pasa el Bili como una bala y el Misto me pregunta:

- ¿ Adonde va ese tan rápido, pa qué?

Salimos a la carretera nueva que baja de la peña. Me encuentro a Juanbtt arreglando un pinchanzo justo al salir de la carretera a la izquierda para incorporarte al campo. A partir de aquí voy pendiente de los calambres, sin forzar, con amagos, abusando de plato chico por miedo al calambrazo final. Juanbtt no me alcanza hasta la subida del depósito. Nos bajamos en la rampa más dura sin complejos, pero hacemos el resto montados a platito chico. A partir de ahí vamos juntos hasta meta. Me encuentro a una chavala de la organización:

- ¿No me digas que hay que subir hasta esa casita tan bonita? –me refería a la última colina donde se veía una casa en lo alto, la del famoso control del punto verde-
- ¿Que casita ?, Ah no. –me respondió la muchacha.

Ay que no. De más sabía yo que había que subir, y efectivamente el otro miembro de la organización que estaba un poco más adelante nos desvió hacia la subida donde estaba Fernando en el control poniendo verde a todo el desgraciaito que pasaba por allí.

Después de tantas vueltas. Después de tantos desvíos viendo Tharsis y desviándonos sin compasión cuando ya teníamos la miel en los labios, por fin nos dirigimos al pueblo de verdad.

- Entra tu delante mía Juan, que has pinchado y te mereces entrar antes que yo.
- Que no hombre, que más da.
- Que si.
- Que no.

Y así llegamos a la línea de meta, casi parados discutiendo el orden de la llegada… como ensayo de la discusión general que se originó después por gente que iba detrás pero entró antes, gente que se perdió y que se retiró, gente que también se perdió pero que siguió dando pedales, gente que le salieron más kilómetros de la cuenta... gente que en definitiva estaba deseando comerse los garbanzos después de meterse tal paliza en el cuerpo.