sábado, 24 de mayo de 2008

Sierra Nevada Límite 2008




Los agonías empezamos la carrera sin agonías, osea, muy tranquilos. Encontramos a Criskona parado en el primer avituallamiento pero aún era muy pronto para nosotros y pasamos de largo. Hasta Cenes de la Vega nos unimos los tres en bajada casi perpetua, aunque había algunas subiditas que te cortaban el ritmo, como la del cementerio de Monachil, donde te daban ganas de hacer una parada casi perpetua.

Tras el toboganeo y una vez cruzado el río Genil, llegamos al control y avituallamiento que está antes del pueblo. Aunque nosotros lo transformamos en unos boxes propiamente dichos, porque empezamos a soltar la ropa de abrigo que llevábamos y ponernos otra ropa más veraniega para el resto de la carrera. Allí estaba la Txarini con la que habíamos quedado previamente para recoger todo el material.

En directo, cual estrellas mediáticas, nos cambiábamos de ropa mientras concedíamos alguna entrevista para la televisión local. Mientras tanto Criskona, que solo dejó un buff, se fue palante mientras Claudio y yo nos lo tomábamos con más tranquilidad.



Dejamos las calles del pueblo y nos metimos de lleno en la trialera que conduce a los llanos de la perdiz. No me encontraba del todo bien, no cogía el buen ritmo y puse el pie a tierra un par de ocasiones mientras Claudio esperaba paciente detrás mía. En vez de ir directamente hacia el camino sobre el barranco, este año nos encontramos con una variante en la carrera. Nos hicieron subir por un sendero a patas, donde por cierto casi se despeña Durita Holm, que se cayó de la bici y rodó unos metros ladera abajo.

Una vez arriba en los Llanos de la Perdiz me encuentro a Quique de los mákinas meando encima de la bici, recreándose el nota en el dibujo en plan artista callejero. No lo adelanto por si salpica, pero una vez terminada la micción sigo adelante dejándolo atrás en la bajada desde los llanos de la perdiz, adonde subiremos nuevamente por el camino conocido de ediciones anteriores.

Después del avituallamiento tiramos pabajo por la trialera, con más piedras que una cantera y después de jugarnos el tipo vemos como un nota se incorpora al camino pero viniendo de una pista llana como un plato en vez de arriesgarse a partirse los cuernos por la trialera. ¡ Qué bonito !. Como lo descubrimos in frangati y miré para atrás para verle el dorsal, el nota se excusó diciendo que se había equivocao de camino. De todas maneras lo dejamos atrás, así que nos olvidamos pronto de él.

El tramo comprendido entre esta trialera y el embalse de Quéntar es una de las zonas más chungas de la carrera. En una de las subidas adelantamos a dos máquinas y al Criskona al que por fin le dimos alcance. Al parecer no iba muy bien, o nosotros íbamos de lujo, porque lo pasamos sin posibilidad de que nos cogiera rueda.

El que iba fuerte era Claudio, que se me aleja en las subidas, no se si porque yo no podía ir más fuerte o porque inconscientemente me estaba reservando para la pared de 20 kilómetros que nos esperaba dentro de poco. De todas maneras siempre lo tenía a la vista. Empezando la gran subida desde Guejar Sierra lo llevo unos 10 o 15 metros por delante.

Poco a poco le voy recortando a cada pedalada hasta que lo cojo, le entra un bajón y va medio mareao según me cuenta. Antes de alcanzar la carretera cogemos a Paco Acoarenático. Una vez en el asfalto me toca a mi sufrir un poco con los temidos calambres en los abductores. Le invito a Claudio a parar un poco y estirar. El Paco se aleja de nuevo, yo me quedo estirando más de la cuenta y Claudio se va alejando con el típico “me voy despacito palante”.

En la carretera nos anima la gente. Un paternito con su maillot pero sin bici nos alienta: “Venga la gente de Huelva”. Otro animador nos reconforta:

- Venga que ya queda poco.
- ¡ No me engañes !.

Para mí empezó un tramo chungo con los calambres, me paré unas 4 veces para estirar, cada vez que me paraba me montaba de nuevo e intentaba apretar para coger a Claudio que seguía “palante despacito”. Un tío que venía conmigo me vio parao en la carretera intentando estirar: “Si es que vas a tirones”, me decía el compañero. Cada vez veía más difícil llegar juntos a meta.

Otra de las veces que tuve que parar obligatoriamente me tiré al suelo, mientras dos notas de la organización se paraban con su quad para interesarse por mi salud.
Javi Beathino me ve de lejos en el asfalto padeciendo y me grita. ¡! Calandrakaaaaa ¡!.
También me pasa. Me recupero un poco, voy con el platillo chico, me levantaba, apretaba y me sentaba. La cima se veía en lo alto, y en las curvas veía a lo lejos a Claudio. Por detrás me alcanza JLuis que se fija en mi dorsal y me grita. ¡¡¡ 333, la media bestia !!!.

Corono por fin, llego al último control y ahora solo quedan casi 4 kilómetros de bajada. Meto plato grande y aprieto con cuidado de no hacer ningún gesto raro. ¡¡ Tengo que coger a Claudio y llegar juntos !!. Era mi única obsesión en ese momento. Ya queda menos, lo veo a lo lejos. Aprieto en el último repecho de los aparcamientos de Pradollano y lo cojo a él y a Javibetahino que lo acompaña.

- ¡¡Que alegría!! , creía que estabas todavía tirao por la carretera por los calambres….
- Quillo, he apretado en la bajada, creía que no te cogía. Anda, pasa delante mía.
- Es igual hombre, que más da.

Y entramos juntos en la meta. Si sigue así, Claudio puede ser mi nueva pareja de maratones de MTB, le voy a tener que poner los cuernos al Coleta. La vida es dura… como la Sierra Nevada Límite.

sábado, 10 de mayo de 2008

Duatlón de Ronda 10may08



Llegamos temprano al estadio y nos metimos en el cajón. Nos colocamos juntitos Criskona, Artefacto y yo. Jesuli se quedó un poco más cerca de la línea de salida. Se le veía con ganas de hacer algo y convencido de lograrlo. Pasamos una hora y media de frío y ya solo deseábamos empezar a pedalear. Bueno, en realidad yo deseaba también hacer algo antes de pedalear, de hecho me puse el culote sin las tirantas pensando en una evacuación forzosa de última hora. En la salida neutralizada nos separamos los miembros del Onuba Team Ronda y el pelotón se agrupó de nuevo en la salida oficial. Esta vez no pudimos estar juntos, aunque los tres mantuvimos contacto visual entre el gentío. Nuevamente Jesuli consiguió un puesto casi de Pole Position.

El estadio se libró de mi, pero la espera de la salida oficial me vino de perlas para consumar el repugnante proyecto que tenía en mente. Junto a la valla, justo al lado de la carretera, porque no había otro sitio, consumé el acto. Las caras de asco no las vi porque me puse mirando pal norte pero el murmullo se hacía cada vez más evidente en el pelotón. Si alguien probara a cagar delante de 3000 tíos podría escuchar las lindezas que me dedicó el pelotón:

- Ciclista nº 1: ¡¡ Ostias el nota como caga !!
- Ciclista nº 2: ¿Quillo ompadre que has comío?
- Ciclista nº 3: Como come el mulo…caga el culo.
- Ciclista nº 4: ¡¡ Oh, my god !! - (este no era de aquí)
- …
- Ciclista nº 2999: Ahhh, qué ascoooooooo…
- Ciclista nº 3000, dorsal 6096, Calandraka: Lo siento pero es una emergencia.

Que poquísima vergüenza hay que tener, pero que a gustito me quedé. Aunque en la salida oficial cada uno tiró por su lado, a unos 10 kms de carrera coincidimos todos los miembros del Onuba Team Ronda menos Jesuli que iba de los primeros. Antes de entrar en el bucle del recorrido bicicletero, Criskona fue el primero en alejarse con su doble. ¡ Como me acordé de mi Anthem doble en la mayoría de las zonas del recorrido. El artefacto se quedó algo retrasado y yo en medio. El contacto visual no lo perdimos aún durante algunos kilómetros.

Iniciamos el descenso por la carretera comarcal a Arriate, pasamos por el pueblo y volvimos al campo donde nos esperaba a lo lejos la subida trialera. De vez en cuando miraba atrás buscando a mi compañero, viéndolo en algunas de las revueltas de la subida. Mis problemas con los cambios no me dejaban más opción que usar plato chico en las subidas más fuertes, además los 2 piñones más pequeños los tenía de adorno.

En uno de los avituallamientos me lo tomé con tranquilidad dándole tiempo al Artefacto para contactar conmigo. Lo esperé a que se avituallara, pasándole algunas barritas que me pidió. Me confirmó que no iba bien.

- No tengo chispa.
- Vamos, sígueme.

Aún en las condiciones que iba Cristóbal era un buen compañero de carrera. Intentaba tirar de él todo el rato mirando continuamente atrás por si se quedaba. A veces se formaba algún grupo, sobre todo en el llano e intentaba seguir el ritmo a duras penas.

- Sigue tu si estás más fuerte.
- Tu tranquilo, pégate a mi rueda.

Nos llegó a coger por detrás Peralta y su marido. Yo iba bien y en ese momento intenté tirar un poco de Cristóbal. Como luchador nato que es me siguió aún no estando en su mejor momento de carrera. Poco a poco se fue recuperando en las subidas, aunque al finalizar las mismas y llegar a un tramo de bajada yo siempre intentaba pegar un arreón y ponerme delante suya para arrastrarlo en la bajada y alejarnos de los ciclistas que rodaban con nosotros. Dejamos atrás nuevamente a Peralta y compañía aunque no pudimos seguir a un tándem que nos pasó en una pista llana como un cohete.

A pesar de eso pasamos a varios duatletas. Cada vez que veíamos un corredor con un dorsal 6000 nos poníamos en guardia, a los solo-bikers casi los ignorábamos. Pasamos a un duatleta conocido de Cristóbal, un tal Claudio que el año pasado hizo un 7º puesto. A pesar de todo no íbamos tan mal. Vimos otro seismil a unos metros.

Nos acercamos. Sin mirar atrás a Cristóbal le hice la señal mágica. El gesto de mi mano dando el jachazo fue entendido a la perfección por mi compañero y le quitamos las pegatinas al pasar para no darle la más mínima esperanza de cogernos la rueda.

Bajada a Montejaque por roderas de automóvil … peligrosa y rápida… otra vez pego un tirón antes de empezar a bajar para entrar primero en la bajada… detrás mía se coloca un Califa cordobés y justo detrás Artefacto…

Estamos llegando, que poquito queda, el Artefacto se ha recuperado bien y ahora soy yo quien empieza a flaquear con algunos amagos de tirones en los cuadriceps. Empieza a llover, la cosa se pone chunga. Ya pensamos en el infierno que nos espera corriendo bajo la lluvia y enfangados hasta los ojos. Atravesamos el cuartel y bajamos la carretera hasta la zona de transición. Afortunadamente paró de llover. El agua no nos había calado. Entramos en los boxes, la Mérida de Jesuli está la 5ª por orden de llegada. La de Criskona está también entre las 10 primeras, mi Kona y la Specialized del Artefacto ocupan las posiciones 12 y 13 respectivamente. Miré mi cronómetro y marcaba 3 h 26 minutos. Jesuli ha volado y Criskona al que no le pudimos dar alcance en los 78 kilómetros del primer sector resultó entrar unos 4 minutos antes que nosotros.

La idea de cambiarse de ropa que rondó por algunos miembros de la expedición onubense se vino al traste con las ansias de salir pitando. Si ya lo sabía yo, la competición la llevamos en la sangre y no paramos ni para respirar.

Comenzamos a correr. Nos pasó Peralta y su gregario animándonos al pasar: “Vamos campeones”. Empezamos a subir la ermita. Los cuadriceps me avisan de que sería bueno parar un poco y estirar… pero los riñones no me aconsejan nada, simplemente me dan la orden de STOP.

- Cagon tooo. Quillo sigue tu palante Cristóbal.
- Venga, voy trotando despacito.

¡¡ Ay despacito !!. Hijo la grandísima. Como escarbaba patrás el hijoputa. Poquito a poco se me alejaba, me miraba atrás de vez en cuando. Yo no me podía poner en posición vertical. Iba andando parriba con las manos en las rodillas y con el pulgar apretándome los cuadriceps doblaito como una alcayata.

Me adelantan duatletas a cuentagotas pero sin parar, uno detrás de otro, voy perdiendo posiciones. Sólo adelanto a algunos ciclistas que suben andando, e incluso a algunos que suben montados. Me fui acercando a uno de estos ciclistas lentamente pero sin pausa. Cuando lo tuve al alcance de mi brazo le di un manotazo a la rueda trasera jugueteando con él “cual guepardo que derriba a esa cría de gacela con la zarpa para que sus cachorros practiquen el cruel juego de la supervivencia” (Momento patrocinado por Canal Odisea). Quitas la gacela y el guepardo y el Masai Mara y pones el biker, el Calandraka y la subida de la ermita y es igualito. La única diferencia es la velocidad. A medida que lo adelantaba me dio un poco de pena y lo empujé con la mano. Al notar la mano milagrosa no pudo contenerse:

- ¡¡ Me estas dando la vida !!. ¿Te hace falta algo? ¿Quieres agua?
- No gracias… vamo parriba…

Después de los tramos duros llegó el rellano hacia la bajada del empedrado. Un espectador me animaba diciendo que iba de los primeros y que no me seguía nadie, pero al volver la vista atrás había otro duatleta al acecho que al poco tiempo me pasó. Bajé el empedrado, bebí isotónicos en el avituallamiento y una naranja y enfilé la carretera en bajada hacia Benaoján. Los riñones ya no me dolían y los cuadriceps aguantaban… me iba sintiendo mejor a cada kilómetro de carrera, y más cuando me metí en el campo otra vez.

En el estrecho sendero frente a la Cueva del Gato voy bien, al ritmo de las bicis o más rápido que ellas gracias al fango y las piedras mojadas que eran un peligro para las ruedas, e incluso para los zapatos. Alcanzo la carretera y llego al último avituallamiento del recorrido a pie donde los legionarios me animan entre bromas. Entro en la pista y un hombre me dice que sólo me quedan 2 kilómetros.

Unos metros más adelante le pregunto a otro hombre si queda mucho para confirmar al anterior. El nota va con una azada en la mano y ni me contesta. ¿Unos 2 kilómetros no?, le insisto. Sigue sin contestar. ¡¡ Oh my God !!, este tío no es de aquí. Además va armado, me voy corriendo.

Me acerco a la zona de transición, todavía hay duatletas y ciclistas subiendo hacia la ermita. Ahora mismo, montarme en la bici para mi es una liberación, así que estoy deseando cambiarme de zapatos, ponerme el casco y … empezar a subir por el empedrao del cachondeo. Tengo que estar muy mal de la cabeza para desear esas cosas. En realidad tengo que estar muy mal para venir aquí.

Empiezo a adelantar a ciclistas sin conocimiento y a algún que otro duatleta. Alcanzo a un 6000, lo adelanto pero me vuelve a pasar:

- El año pasado lo pasé mal, hice más de 8 horas.
- No te preocupes, esta vez bajamos de las 6 horas.

Alcancé a otro duatleta y esta vez no me siguió. El empedrao se iba acabando y llegaba el asfalto. La meta estaba muy cerca y la gente animaba por las calles. Yo ya solo deseaba que no se me partiera la cadena. Entré en meta. Mi tiempo, al igual que todos los demás componentes del Onuba Team Ronda fue excelente. Jesuli y Criskona subieron al podium en categoría senior, primero y tercero respectivamente. Yo y el Artefacto hicimos muy buenos puestos en categoría veterano y en la general, el Artefacto adelantó finalmente al Criskona y en lo que a mi respecta, mejoré mi posición en la clasificación y mi tiempo del año anterior en más de media hora. Que coraje me dio pensar que el año pasado con las 5h46m me hubiera subido al podium.



Este equipo de mentirijillas no tiene límites de verdad. El año que viene igual nos lanzamos a por los 101 kms marcha… ¿o repetimos el duatlón?. Ya veremos, el caso es sufrir.

Datos del crono: 3h26m (78kms. 1ª transición) / 5h15m (+16kms. 2ª transición) / 5h46m (+7kms.tiempo total meta)

sábado, 3 de mayo de 2008

Maratón MTB Valverde 2008



La maratón de Valverde de 2008 fue atípica para mi en sus comienzos y en su final. En todas las maratones empiezo fuerte y termino penando prácticamente. Esta fue distinta. Como el año pasado, salí con mi compañero de equipo Antonio alias el Coleta pero este año, además de la pareja fantástica, en el grupo inicial iban los agonías Claudio y David, con lo que el ritmo inicial era más moderado, cosa que me convenía para terminar dignamente.

En la primera subida gorda Bea rodaba a mi par mientras yo no dejaba de mirar atrás para no alejarme mucho de mis compañeros de equipo. Y como quiera que íbamos subiendo, tanto ella como yo íbamos sufriendo un poco, momento que aprovechó la mujer para echarme en cara que yo tenía la culpa de ese sufrimiento.

- ¡¡ Tu tienes la culpa !!.
- ¿Bueno, pero ahora estarás contenta no?
- Pssss, bueeeeeno….

Que dura es la vida. Uno intenta inculcar a las personas las buenas costumbres y la afición al montanbai y así se lo agradecen. En fin, que se le va a hacer, yo lo hice con la mejor intención.

Empezamos la primera bajada medio técnica de los Herretes. Los paket… digooo, mis compañeros de equipo no aparecían, así que seguí con Bea que rodaba justo delante mía. Terminada la bajada de los Herretes, comenzaba la segunda bajada técnica con final en un arroyo. De pronto aparecen por detrás Coleta, Claudio y David.

- Vamos paketeeee. – me grita el Coleta al pasarme.
- Pero si os estoy esperando. ¡ Como caiga a la Bea te doy encima Coleta !.

Le grité a mi compañero al adelantarme a mi y a mi compañera de ruta en esos instantes. Al pasarme los tres agonías los seguí en la bajada pedregosa dejando atrás a Bea… por poco tiempo.

La subida a la casa de la milana bonita, donde el camino termina en una pista ancha en bajada rápida a la derecha, me separó definitivamente de mis compañeros de equipo. Ya en la pista Bea siguió adelante y yo seguí bajando con mi estrategia de no forzar en exceso. Así que mi nuevo compañero de ruta fue Rubén el alcoleano. Me adelantó en una de las curvas… la más cerrada que había. Mientras me adelantaba le advertía cada vez más alto:

- ¡¡ Cuidao con la curva. Cuidao con la curvaaaaa. CUIDAO CON LA CURVAAAA !!

Si yo me llevé un buen susto, ¿ qué susto se llevaría Rubén? El nota hizo un recto con la bicicleta que no atendía a frenos ni a giro de manillar. Terminó levantándose la bici de atrás con la rueda delantera derrapando hacia el barranco. Milagrosamente se quedó casi sentado en el borde de piedras de la pista y no cayó más abajo. Paré mi bici y miré atrás.

- ¿Estás bien?
- Sí. No ha pasado nada.

De hecho no pasó nada para lo que pudo haber pasado. Tenía el culote roto y arañazos desde el tobillo hasta la cadera, pero pudo seguir. Dos RacingBikes de Córdoba que venían detrás nuestra también vieron la jugada y uno de ellos nos aconsejaba “Tened cuidado hombre… que hay más días”.

En la posterior subida Rubén alias el Palomo se adelantó un poco y otro Rubén, esta vez con perilla y vestido de agonía me adelantaba, pero al coronar la cumbre, en vez de seguir la ruta larga se desvió por la corta despidiéndose de mi. El muy joío está fuerte para terminar la larga pero no se atrevió. David finalmente hizo la ruta corta y Claudio rompió la cadena varias veces. A los únicos agonías que no vi en carrera fueron al Paquito, que también hizo la larga, y al Vera, que resistió a la llamada de la carretera negra y terminó también la ruta larga sin el desviador de la cadena.

Esta carrera ha sido la de las pájaras mentales. Valverde es una carrera muy dura y hay que dosificar. El solo pensamiento de todo lo que queda por delante te hace dudar si terminar o retirarte si no andas muy fino. Hasta gente que está fuerte abandona o cae en el desánimo, son los casos del Conde, de Dani o del Pantera.

Al Conde me lo encontré a mitad de carrera abandonando porque según él llevaba el desviador “a la virulé”, no se si era un problema tan grave como para terminar o no, pero el simple hecho de esa desventaja en una carrera como Valverde es suficiente como para que se te pase por la cabeza abandonar. Quizás la solución hubiera sido quitar el desviador como el Vera y terminar como un machote. Aunque también es verdad que no es la misma la desilusión de un corredor que va a disputar los primeros puestos y que se ve de pronto sin posibilidades que otro corredor que solo quiere terminar.

Otro biker que abandonó fue el Dani Danobanano, ahora en las filas de Cocinas Muñoz. Lo vi bajando a patas el cortafuegos, y andando bajó hasta el abismo y allí mismo se retiró de la carrera. Un ciclista acostumbrado esta temporada más que otra a la bicicleta de carretera y que está fuerte, no le vino bien según él los cambios de ritmos y desarrollos de la bici de montaña.

En la bajada del cortafuegos me seguía de cerca Criskona.

- Que bien bajas Calandraka.
- Tampoco te veo yo torpe bajando, no.

Y entre piropos mutuos hicimos la bajada adelantando a gente que iba andando, aunque sorprendentemente se quedó detrás en la subida a Peñas Blancas y ya no lo vi más.

En el avituallamiento del cortafuegos, Marín de Km0 me echó lubricante en la cadena y me encontré de nuevo a Jesuli. Ya lo había visto antes en el avituallamiento del Pozuelo y le pregunté que le había pasado pero no me enteré muy bien.

- ¿Quillo, que haces aquí? Por qué no estas en carrera.
- Cierra los ojos y abre la boca.

Y diciendo esto me metió una naranja en la boca dejándome sin palabras. Aguantándome en equilibrio mientras me calzaba los pedales automáticos me metía un plátano… en el maillot, y me dio un empujoncito para ayudarme a iniciar la primera rampa de Peñas Blancas.

Otro que me encontré con la moral baja fue el Pantera. Me sorprendió cuando lo vi iniciando la primera rampa de Peñas Blancas, justo al salir del avituallamiento del cortafuegos:

- ¡¡ Pantera !! – le grité por la espalda - ¿Tu eres el Pantera?
- Si.
- Te veo desanimao. ¿Que te ha pasao?

Me explicó que rompió la cadena y que había perdido mucho tiempo hasta que alguien le dejó la herramienta para arreglar la avería. Le dije que tal como iba con el bajón, igual hubiera sido mejor que no le hubieran ayudado.

- Maldita la hora en que se paró el nota a dejarte el tronchacadenas, no?.
- Como lo sabes.

Lo decíamos por supuesto de broma, sin saber yo que el biker que se paró solidariamente a dejarle el tronchacadenas fue Rubén el alcoleano, el mismo que casi se despeñó en la curva cuando rodaba conmigo.

Casi arriba de Peñas Blancas miré atrás a lo lejos. Distinguí en la distancia la figura del Coleta. Le grité.

- ¡¡ COLETAAAAA !!
- ETAAAA, ETAAAA, etaaaaa… - me respondió el eco –

Subí despacito. Por mis problemas mecánicos con la combinación del plato mediano y los piñones grandes, me veía obligado a usar el plato chico en casi todas las subidas. Pero una vez arriba metía más desarrollo sin problemas. Dejé atrás definitivamente en esos instantes al Pantera, a Juan Ono de los acoarenáticos y a una pareja de monjes que rodaban juntos.

Por fin llega el temido Angliru. Inicio las primeras rampas con la idea de que al llegar a la parte más dura me bajo de la bici a las primeras de cambio. Este año no quiero que me pase como el año pasado que descabalgué por culpa de un calambre y me quedé en el suelo hecho misto. Así fue. Me bajé sin remordimiento alguno. Escuché atrás una voz quejumbrosa, casi agónica:

- Agoníaaaaaaaaaaaaa.
- ¿Quién anda ahí?

Me sonaba la voz. Era un malagueño que ya me había llamado una vez antes con la misma voz penosa al ver el nombre de mi equipo en el maillot. Sin duda le había llamado la atención el nombrecito, precisamente lo que estábamos viviendo en esos momentos, una agonía. Todavía no había acabado el Angliru y me encontré con un biker caballa. Como siempre que veo a un ceutí, no perdí la ocasión de preguntar por Antonio Ponce, Su Majestad el agonía caballa, y el chaval de Ceuta, un tal Manuel alias máquina con dorsal 172, me comentó que lo conocía y que le daría recuerdos.

Terminé el Angliru sin calambres. Me monté poco antes de coronar. Seguí a buen ritmo. ¿Que viene ahora, el Manzanito?. Pues a por él.

A los siguientes bikers conocidos que me encontré fue a Charly American al que le pregunté si el ciclista que se veía a unos 50 metros delante era el Gonzalo de Cocinas Muñoz.

- Creo que sí.
- Hijoputaaaaaaaaa. –empezamos a insultarlo en la distancia cariñosamente a ver si reaccionaba y nos respondía-
- Cabronazoooooo.
- ¿Seguro que es él?.

Si era él. Nos unimos los dos Cocinas Muñoz, otro chaval conocido del Charly American y yo. Rodé con ellos un poco pero me dijeron que no se iban a enfadar ni me iban a dejar de hablar si yo tiraba palante y los dejaba atrás. Así que me fui sin remordimientos.

Después del Manzanito no quedaba ni mucho menos un paseo hasta Valverde. Tras la bajada rápida y después de cruzar la ribera de Valverde quedaban los toboganes de la muerte. En una de las subidas me paré a estirar antes de que me diera un calambrazo mortal. Aproveché para estirar y mear de pie a la vez. Me monté y seguí a buen ritmo. Veía detrás mía de vez en cuando a un acoarenático. Yo pensaba que podía ser Juan Ono o Criskona. La verdad es que hice todo lo posible para que no me alcanzara. No me alcanzó pero al final resultó no ser ninguno de los dos. Era un master 40 por lo menos al que no conocía pero fue como la mosca cojonera que me dio un poco de vidilla en el tramo final de la carrera. Tramo final de carrera que hice adelantando gente a plato grande hasta la meta.

- ¡¡ Agoníaaaaaaaaaaa !!.

Escuché una voz conocida, quejumbrosa y agónica de un malagueño mientras charlaba con la gente que cruzaba la línea de meta.