sábado, 3 de mayo de 2008

Maratón MTB Valverde 2008



La maratón de Valverde de 2008 fue atípica para mi en sus comienzos y en su final. En todas las maratones empiezo fuerte y termino penando prácticamente. Esta fue distinta. Como el año pasado, salí con mi compañero de equipo Antonio alias el Coleta pero este año, además de la pareja fantástica, en el grupo inicial iban los agonías Claudio y David, con lo que el ritmo inicial era más moderado, cosa que me convenía para terminar dignamente.

En la primera subida gorda Bea rodaba a mi par mientras yo no dejaba de mirar atrás para no alejarme mucho de mis compañeros de equipo. Y como quiera que íbamos subiendo, tanto ella como yo íbamos sufriendo un poco, momento que aprovechó la mujer para echarme en cara que yo tenía la culpa de ese sufrimiento.

- ¡¡ Tu tienes la culpa !!.
- ¿Bueno, pero ahora estarás contenta no?
- Pssss, bueeeeeno….

Que dura es la vida. Uno intenta inculcar a las personas las buenas costumbres y la afición al montanbai y así se lo agradecen. En fin, que se le va a hacer, yo lo hice con la mejor intención.

Empezamos la primera bajada medio técnica de los Herretes. Los paket… digooo, mis compañeros de equipo no aparecían, así que seguí con Bea que rodaba justo delante mía. Terminada la bajada de los Herretes, comenzaba la segunda bajada técnica con final en un arroyo. De pronto aparecen por detrás Coleta, Claudio y David.

- Vamos paketeeee. – me grita el Coleta al pasarme.
- Pero si os estoy esperando. ¡ Como caiga a la Bea te doy encima Coleta !.

Le grité a mi compañero al adelantarme a mi y a mi compañera de ruta en esos instantes. Al pasarme los tres agonías los seguí en la bajada pedregosa dejando atrás a Bea… por poco tiempo.

La subida a la casa de la milana bonita, donde el camino termina en una pista ancha en bajada rápida a la derecha, me separó definitivamente de mis compañeros de equipo. Ya en la pista Bea siguió adelante y yo seguí bajando con mi estrategia de no forzar en exceso. Así que mi nuevo compañero de ruta fue Rubén el alcoleano. Me adelantó en una de las curvas… la más cerrada que había. Mientras me adelantaba le advertía cada vez más alto:

- ¡¡ Cuidao con la curva. Cuidao con la curvaaaaa. CUIDAO CON LA CURVAAAA !!

Si yo me llevé un buen susto, ¿ qué susto se llevaría Rubén? El nota hizo un recto con la bicicleta que no atendía a frenos ni a giro de manillar. Terminó levantándose la bici de atrás con la rueda delantera derrapando hacia el barranco. Milagrosamente se quedó casi sentado en el borde de piedras de la pista y no cayó más abajo. Paré mi bici y miré atrás.

- ¿Estás bien?
- Sí. No ha pasado nada.

De hecho no pasó nada para lo que pudo haber pasado. Tenía el culote roto y arañazos desde el tobillo hasta la cadera, pero pudo seguir. Dos RacingBikes de Córdoba que venían detrás nuestra también vieron la jugada y uno de ellos nos aconsejaba “Tened cuidado hombre… que hay más días”.

En la posterior subida Rubén alias el Palomo se adelantó un poco y otro Rubén, esta vez con perilla y vestido de agonía me adelantaba, pero al coronar la cumbre, en vez de seguir la ruta larga se desvió por la corta despidiéndose de mi. El muy joío está fuerte para terminar la larga pero no se atrevió. David finalmente hizo la ruta corta y Claudio rompió la cadena varias veces. A los únicos agonías que no vi en carrera fueron al Paquito, que también hizo la larga, y al Vera, que resistió a la llamada de la carretera negra y terminó también la ruta larga sin el desviador de la cadena.

Esta carrera ha sido la de las pájaras mentales. Valverde es una carrera muy dura y hay que dosificar. El solo pensamiento de todo lo que queda por delante te hace dudar si terminar o retirarte si no andas muy fino. Hasta gente que está fuerte abandona o cae en el desánimo, son los casos del Conde, de Dani o del Pantera.

Al Conde me lo encontré a mitad de carrera abandonando porque según él llevaba el desviador “a la virulé”, no se si era un problema tan grave como para terminar o no, pero el simple hecho de esa desventaja en una carrera como Valverde es suficiente como para que se te pase por la cabeza abandonar. Quizás la solución hubiera sido quitar el desviador como el Vera y terminar como un machote. Aunque también es verdad que no es la misma la desilusión de un corredor que va a disputar los primeros puestos y que se ve de pronto sin posibilidades que otro corredor que solo quiere terminar.

Otro biker que abandonó fue el Dani Danobanano, ahora en las filas de Cocinas Muñoz. Lo vi bajando a patas el cortafuegos, y andando bajó hasta el abismo y allí mismo se retiró de la carrera. Un ciclista acostumbrado esta temporada más que otra a la bicicleta de carretera y que está fuerte, no le vino bien según él los cambios de ritmos y desarrollos de la bici de montaña.

En la bajada del cortafuegos me seguía de cerca Criskona.

- Que bien bajas Calandraka.
- Tampoco te veo yo torpe bajando, no.

Y entre piropos mutuos hicimos la bajada adelantando a gente que iba andando, aunque sorprendentemente se quedó detrás en la subida a Peñas Blancas y ya no lo vi más.

En el avituallamiento del cortafuegos, Marín de Km0 me echó lubricante en la cadena y me encontré de nuevo a Jesuli. Ya lo había visto antes en el avituallamiento del Pozuelo y le pregunté que le había pasado pero no me enteré muy bien.

- ¿Quillo, que haces aquí? Por qué no estas en carrera.
- Cierra los ojos y abre la boca.

Y diciendo esto me metió una naranja en la boca dejándome sin palabras. Aguantándome en equilibrio mientras me calzaba los pedales automáticos me metía un plátano… en el maillot, y me dio un empujoncito para ayudarme a iniciar la primera rampa de Peñas Blancas.

Otro que me encontré con la moral baja fue el Pantera. Me sorprendió cuando lo vi iniciando la primera rampa de Peñas Blancas, justo al salir del avituallamiento del cortafuegos:

- ¡¡ Pantera !! – le grité por la espalda - ¿Tu eres el Pantera?
- Si.
- Te veo desanimao. ¿Que te ha pasao?

Me explicó que rompió la cadena y que había perdido mucho tiempo hasta que alguien le dejó la herramienta para arreglar la avería. Le dije que tal como iba con el bajón, igual hubiera sido mejor que no le hubieran ayudado.

- Maldita la hora en que se paró el nota a dejarte el tronchacadenas, no?.
- Como lo sabes.

Lo decíamos por supuesto de broma, sin saber yo que el biker que se paró solidariamente a dejarle el tronchacadenas fue Rubén el alcoleano, el mismo que casi se despeñó en la curva cuando rodaba conmigo.

Casi arriba de Peñas Blancas miré atrás a lo lejos. Distinguí en la distancia la figura del Coleta. Le grité.

- ¡¡ COLETAAAAA !!
- ETAAAA, ETAAAA, etaaaaa… - me respondió el eco –

Subí despacito. Por mis problemas mecánicos con la combinación del plato mediano y los piñones grandes, me veía obligado a usar el plato chico en casi todas las subidas. Pero una vez arriba metía más desarrollo sin problemas. Dejé atrás definitivamente en esos instantes al Pantera, a Juan Ono de los acoarenáticos y a una pareja de monjes que rodaban juntos.

Por fin llega el temido Angliru. Inicio las primeras rampas con la idea de que al llegar a la parte más dura me bajo de la bici a las primeras de cambio. Este año no quiero que me pase como el año pasado que descabalgué por culpa de un calambre y me quedé en el suelo hecho misto. Así fue. Me bajé sin remordimiento alguno. Escuché atrás una voz quejumbrosa, casi agónica:

- Agoníaaaaaaaaaaaaa.
- ¿Quién anda ahí?

Me sonaba la voz. Era un malagueño que ya me había llamado una vez antes con la misma voz penosa al ver el nombre de mi equipo en el maillot. Sin duda le había llamado la atención el nombrecito, precisamente lo que estábamos viviendo en esos momentos, una agonía. Todavía no había acabado el Angliru y me encontré con un biker caballa. Como siempre que veo a un ceutí, no perdí la ocasión de preguntar por Antonio Ponce, Su Majestad el agonía caballa, y el chaval de Ceuta, un tal Manuel alias máquina con dorsal 172, me comentó que lo conocía y que le daría recuerdos.

Terminé el Angliru sin calambres. Me monté poco antes de coronar. Seguí a buen ritmo. ¿Que viene ahora, el Manzanito?. Pues a por él.

A los siguientes bikers conocidos que me encontré fue a Charly American al que le pregunté si el ciclista que se veía a unos 50 metros delante era el Gonzalo de Cocinas Muñoz.

- Creo que sí.
- Hijoputaaaaaaaaa. –empezamos a insultarlo en la distancia cariñosamente a ver si reaccionaba y nos respondía-
- Cabronazoooooo.
- ¿Seguro que es él?.

Si era él. Nos unimos los dos Cocinas Muñoz, otro chaval conocido del Charly American y yo. Rodé con ellos un poco pero me dijeron que no se iban a enfadar ni me iban a dejar de hablar si yo tiraba palante y los dejaba atrás. Así que me fui sin remordimientos.

Después del Manzanito no quedaba ni mucho menos un paseo hasta Valverde. Tras la bajada rápida y después de cruzar la ribera de Valverde quedaban los toboganes de la muerte. En una de las subidas me paré a estirar antes de que me diera un calambrazo mortal. Aproveché para estirar y mear de pie a la vez. Me monté y seguí a buen ritmo. Veía detrás mía de vez en cuando a un acoarenático. Yo pensaba que podía ser Juan Ono o Criskona. La verdad es que hice todo lo posible para que no me alcanzara. No me alcanzó pero al final resultó no ser ninguno de los dos. Era un master 40 por lo menos al que no conocía pero fue como la mosca cojonera que me dio un poco de vidilla en el tramo final de la carrera. Tramo final de carrera que hice adelantando gente a plato grande hasta la meta.

- ¡¡ Agoníaaaaaaaaaaa !!.

Escuché una voz conocida, quejumbrosa y agónica de un malagueño mientras charlaba con la gente que cruzaba la línea de meta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿quién es Calandraka? ¿túuuu?, ¡jó, y aquí tu tía sin saberlo¡, me he enterado gracias a la fotito de las nieves, ¡conque hasta las rodillas eh¡, ¡anda que anda¡, como se entere quién yo me sé te va a dar nieve pa el pelo.
Bueno, que esto tiene mucho que leer ya me pondré otro día con más tiempo que son casi la 1 "de la madrugá" y mañana me tengo que levantar temprano para trabajar ¡puaaagggg¡¡, estos agonias prometen, un besote.