sábado, 24 de mayo de 2008

Sierra Nevada Límite 2008




Los agonías empezamos la carrera sin agonías, osea, muy tranquilos. Encontramos a Criskona parado en el primer avituallamiento pero aún era muy pronto para nosotros y pasamos de largo. Hasta Cenes de la Vega nos unimos los tres en bajada casi perpetua, aunque había algunas subiditas que te cortaban el ritmo, como la del cementerio de Monachil, donde te daban ganas de hacer una parada casi perpetua.

Tras el toboganeo y una vez cruzado el río Genil, llegamos al control y avituallamiento que está antes del pueblo. Aunque nosotros lo transformamos en unos boxes propiamente dichos, porque empezamos a soltar la ropa de abrigo que llevábamos y ponernos otra ropa más veraniega para el resto de la carrera. Allí estaba la Txarini con la que habíamos quedado previamente para recoger todo el material.

En directo, cual estrellas mediáticas, nos cambiábamos de ropa mientras concedíamos alguna entrevista para la televisión local. Mientras tanto Criskona, que solo dejó un buff, se fue palante mientras Claudio y yo nos lo tomábamos con más tranquilidad.



Dejamos las calles del pueblo y nos metimos de lleno en la trialera que conduce a los llanos de la perdiz. No me encontraba del todo bien, no cogía el buen ritmo y puse el pie a tierra un par de ocasiones mientras Claudio esperaba paciente detrás mía. En vez de ir directamente hacia el camino sobre el barranco, este año nos encontramos con una variante en la carrera. Nos hicieron subir por un sendero a patas, donde por cierto casi se despeña Durita Holm, que se cayó de la bici y rodó unos metros ladera abajo.

Una vez arriba en los Llanos de la Perdiz me encuentro a Quique de los mákinas meando encima de la bici, recreándose el nota en el dibujo en plan artista callejero. No lo adelanto por si salpica, pero una vez terminada la micción sigo adelante dejándolo atrás en la bajada desde los llanos de la perdiz, adonde subiremos nuevamente por el camino conocido de ediciones anteriores.

Después del avituallamiento tiramos pabajo por la trialera, con más piedras que una cantera y después de jugarnos el tipo vemos como un nota se incorpora al camino pero viniendo de una pista llana como un plato en vez de arriesgarse a partirse los cuernos por la trialera. ¡ Qué bonito !. Como lo descubrimos in frangati y miré para atrás para verle el dorsal, el nota se excusó diciendo que se había equivocao de camino. De todas maneras lo dejamos atrás, así que nos olvidamos pronto de él.

El tramo comprendido entre esta trialera y el embalse de Quéntar es una de las zonas más chungas de la carrera. En una de las subidas adelantamos a dos máquinas y al Criskona al que por fin le dimos alcance. Al parecer no iba muy bien, o nosotros íbamos de lujo, porque lo pasamos sin posibilidad de que nos cogiera rueda.

El que iba fuerte era Claudio, que se me aleja en las subidas, no se si porque yo no podía ir más fuerte o porque inconscientemente me estaba reservando para la pared de 20 kilómetros que nos esperaba dentro de poco. De todas maneras siempre lo tenía a la vista. Empezando la gran subida desde Guejar Sierra lo llevo unos 10 o 15 metros por delante.

Poco a poco le voy recortando a cada pedalada hasta que lo cojo, le entra un bajón y va medio mareao según me cuenta. Antes de alcanzar la carretera cogemos a Paco Acoarenático. Una vez en el asfalto me toca a mi sufrir un poco con los temidos calambres en los abductores. Le invito a Claudio a parar un poco y estirar. El Paco se aleja de nuevo, yo me quedo estirando más de la cuenta y Claudio se va alejando con el típico “me voy despacito palante”.

En la carretera nos anima la gente. Un paternito con su maillot pero sin bici nos alienta: “Venga la gente de Huelva”. Otro animador nos reconforta:

- Venga que ya queda poco.
- ¡ No me engañes !.

Para mí empezó un tramo chungo con los calambres, me paré unas 4 veces para estirar, cada vez que me paraba me montaba de nuevo e intentaba apretar para coger a Claudio que seguía “palante despacito”. Un tío que venía conmigo me vio parao en la carretera intentando estirar: “Si es que vas a tirones”, me decía el compañero. Cada vez veía más difícil llegar juntos a meta.

Otra de las veces que tuve que parar obligatoriamente me tiré al suelo, mientras dos notas de la organización se paraban con su quad para interesarse por mi salud.
Javi Beathino me ve de lejos en el asfalto padeciendo y me grita. ¡! Calandrakaaaaa ¡!.
También me pasa. Me recupero un poco, voy con el platillo chico, me levantaba, apretaba y me sentaba. La cima se veía en lo alto, y en las curvas veía a lo lejos a Claudio. Por detrás me alcanza JLuis que se fija en mi dorsal y me grita. ¡¡¡ 333, la media bestia !!!.

Corono por fin, llego al último control y ahora solo quedan casi 4 kilómetros de bajada. Meto plato grande y aprieto con cuidado de no hacer ningún gesto raro. ¡¡ Tengo que coger a Claudio y llegar juntos !!. Era mi única obsesión en ese momento. Ya queda menos, lo veo a lo lejos. Aprieto en el último repecho de los aparcamientos de Pradollano y lo cojo a él y a Javibetahino que lo acompaña.

- ¡¡Que alegría!! , creía que estabas todavía tirao por la carretera por los calambres….
- Quillo, he apretado en la bajada, creía que no te cogía. Anda, pasa delante mía.
- Es igual hombre, que más da.

Y entramos juntos en la meta. Si sigue así, Claudio puede ser mi nueva pareja de maratones de MTB, le voy a tener que poner los cuernos al Coleta. La vida es dura… como la Sierra Nevada Límite.

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