sábado, 17 de septiembre de 2005

Bajada Guadiana Alcoutim-Ayamonte (17sep05)




Alcoutim-Ayamonte (17 septiembre de 2005).

Con las claritas del día salimos de Alcoutim, dos piraguistas y una biker. Eran poco más de las 8 de la mañana y ayudados por la marea que bajaba en esos momentos, impusimos una rápida velocidad de crucero. Por la carretera, casi paralela al río, la bicicleta se amoldaba a nuestro ritmo, adelantándose a veces para tomar alguna fotografía.

Los planes iniciales consistían en llegar a un determinado punto localizado en el GoogleEarth que estaba aproximadamente a unos 20 kilómetros desde Alcoutim, aprovechando que la bajamar tendría lugar sobre las 10 de la mañana. Allí se suponía que pararíamos para comer, descansar, bañarnos y reagrupar con Charo.

Los planes no salieron una vez más como esperábamos.

La curiosidad mató al gato. Desde la orilla portuguesa, Charo vio en la otra orilla una tienda india. Y nosotros a las primeras de cambio, cual exploradores intrépidos... fuimos allá a echar un vistazo. En fin... cosas de las expediciones. En realidad no fue solo echar un vistazo, porque José Antonio se bajó incluso de la piragua para inspeccionar el tipi mientras yo le cubría la espalda por si llegaban pieles rojas desde la orilla portuguesa y cruzaban el río dispuestos a cortarnos la cabellera.

A la primera parada, le siguió una segunda y a esta una tercera, y a la tercera una cuarta. Tantas paradas como pueblecitos con pantalanes veíamos. Primero fue Laranjeira donde el Cozi consiguió dos peces a modo de trofeos para demostrar que es un gran pescador... de peces muertos.

El siguiente pueblo era Guerreiros do Rio, aquí también paramos para achicar agua del compartimento de la piragua del Cozi y para achicar líquidos corporales, además de comer un poco de pan élfico de elaboración propia que siempre acompaña al Cozi tanto en las rutas piragueras como en las rutas ciclistas.

Una parada más adelante nos sirvió para achicar de nuevo el agua de las piraguas, comer más y mejor, y reagrupar de nuevo el grupo completo. Allí surgió una pequeña discusión sobre si la marea bajaba o subía. Observando los palos que llevaba la corriente, consultando la hora, e incluso a un lanchero que se encontraba en el pantalán, no llegamos a ninguna certeza sobre si la marea subía o bajaba aún. La señal inequívoca para mi, era que poco antes de llegar a Foz de Odeleite, que era como se llamaba este pueblo, ya costaba más trabajo avanzar que antes.

Aquí fue la última vez que vimos a Charo. Ella siguió un poco más por la carretera, pero esta se alejaba del río. Intentó encontrar un camino cerca de la orilla ayudada de su GPS, pero para entonces los piraguistas se alejaban en la distancia. En un intento de alcanzarnos aumentó el ritmo y de no ser porque el camino se cortó sin posibilidad de continuidad, nos habría alcanzado. Sólo dio tiempo para tomar una fotografía en la que puede adivinarse la piragua del Cozi, mientras que la otra ya había doblado el recodo del río.

Después de ese recodo del río, sin tener noticias de los pueblos que según el lanchero debían de estar a unos 3 kms. junto a la orilla el primero y el otro pueblo a unos 5 kms. un poco más alejado de la orilla. Decidimos parar. Por mis cálculos debíamos haber pasado ya esos pueblos. El caso es que vimos unos pueblos pero como siempre sucede los términos cerca y lejos son muy relativos, así que no lo identificamos como los pueblos mencionados por el lanchero. Lo cierto es que ya debíamos estar cerca al menos del puente internacional del Guadiana, pero no lo veíamos. Así que decidimos parar en ese mismo recodo del río para descansar y comer de nuevo.

Nada más salir de allí y aún antes de doblar hacia la izquierda siguiendo el Guadiana, ya divisamos a lo lejos las columnas del puente. Lo cual nos dió mucha alegría porque ya nos acercábamos a nuestra meta.

Hasta el puente no nos pareció que tardamos demasiado, nos hicimos nuestras fotos y todo. Pero lo peor estaba aún por llegar... tan cerca se veía Ayamonte desde el puente que parecía que pronto estaríamos allí, pero lo cierto es que una hora aproximadamente nos costó alcanzar el embarcadero donde teníamos el coche, un poco más allá del muelle pesquero. La marea en contra y el cansancio acumulado hizo que este último trayecto fuera más duro de lo esperado. Llegamos a nuestra meta a poco más de las 3 de la tarde y completando así nuestra segunda etapa de la bajada del Guadiana.

lunes, 5 de septiembre de 2005

Bajada Guadiana Mértola-Alcoutim (3sep05)



Mértola-Alcoutim (3 septiembre 2005).

Desde donde dejamos los coches se veía un salto de agua allá abajo en el río. Era un viejo molino de agua y como no sabíamos si habría más en nuestro descenso, antes de empezar la ruta nos paramos a jugar un poco en él por si acaso. Enseguida Mario se puso a remar contra su corriente cual salmón con ganas de desovar. Como eso de remontar el salto era muy complicado, lo animamos a que subiera por un lado y lo bajara. Así lo hizo, coser y cantar con su piragua de aguas bravas. El Cozi también se animó y con su piragua pero sin su cámara de fotos encima, se lanzó por la corriente, que esa piragua dicen que es antivuelco pero eso es publicidad engañosa que se llama, porque me contó que su piragua ha llegado a volcar en alguna ocasión con la mar picada.

A las 10,30 de la mañana comenzamos la ruta propiamente dicha. Pronto José Antonio, apodado “Cozi” en los ambientes bikers, amante de la cocina y de la fotografía donde los haya empezó a hacer de las suyas con su recién estrenada cámara digital... pronto le cojió el tranquillo innovando un modo de captar la imagen, el llamado “video estático”. Es como si fuera una foto pero con video... lo mejor de todo es que cuando terminas de tomar el video estático viene la parte basura... osea, que una vez que crees que has tomado la foto, pues la cámara va colgando de la mano o en posición extraña... filmando por donde quiera que va a lo loco... los pies del fotógrafo, las losetas de las calles, el fondo de la piragua, una nube volandera, y vete tu a saber si filma las partes pudendas del fotógrafo si a este le da por meterse la cámara donde dijimos.

En fin... muy feliz iba yo remando y pensando en que cada vez que me enfocaba mi compi de viaje saldría una instantánea del momento con calidad suficiente para pasar a la posteridad ... cuando en realidad estaba grabando un video de una fracción de segundo con una calidad pésima en cuanto a la resolución (como video de cámara digital que es) y eso si, el resto de película con los detalles que antes relaté.

Dejamos ya Mértola con su rápido del molino de agua, su puente que cruza el Guadiana y sus murallas... y seguimos río abajo sin corriente ... el agua como un plato, incluso parecía algo estancada. No lejos de Mértola paramos en una especia de playita con sus árboles frutales y todo. Allí nos pegamos nuestro primer chapuzón, ya que el calor empezaba a apretar y venía muy bien un refrigerio. El río es muy tranquilo a esta altura, el remar se hizo cómodo, especialmente para mi que llevaba una piragua más de travesía que las otras dos. Así pasábamos lomas y colinas salpicadas de ovejas, algún que otro cortijo y en el río de vez en cuando una barquita que delataba la presencia humana no muy lejos del lugar.

La siguiente parada no fue tan idílica como la anterior... paramos a comer pero el sitio no era ninguna playita, sino unas cuantas piedras rodeadas de fango sobre las que, aguantando difícilmente el equilibrio, comimos y descansamos algo.

Después de mucho remar divisamos a lo lejos en la orilla izquierda un pueblecito, con su muelle, sus pantalanes, sus barquitos y una especie de aparcamiento de piraguas... o nosotros lo vimos así. Nuestro descanso era merecido porque hacía ya un rato que la marea que subía se dejaba notar. Es increíble como a más de 40 kms. río arriba el influjo de la marea nos impide llevar un mejor ritmo de palada.

El Cozi, que ya nos deleitó en la parada anterior con una bolsa de ciruelas... saco del saco estanco a modo de chistera un termo para tomar el café, con sus vasos de plástico y todo. No tendrá mucha técnica aun manejando la cámara de fotos, pero el termo lo maneja a las mil maravillas.

Preguntamos donde (beep).... estaba la presa del Chanza y los lugareños, portugueses todos ellos, nos dijeron que ahí mismo a 50 metros, podríamos ver la presa... y que a partir de entonces el Guadiana servía como frontera internacional entre Portugal y España... orilla derecha e izquierda respectivamente. Lo peor fue que a mi me dio por decirle a mis compañeros que si querían descansar un poco de remar en sus piraguas patateras... podíamos cambiarlas... de manera que yo preste la mía a Mario, el Cozi cogió la de aguas bravas, y yo la insumergible. Así partimos de Pomarao. Como iba a imaginar yo el infierno que supuso pasar de la comodidad, la rapidez, las altas prestaciones en definitiva de mi piragua a la incomodidad, el zigzageo y el dolor de riñones del kayak de José Antonio. A raíz de ese momento comprendí el mérito que tenían mis compañeros en bajar el Guadiana conmigo en esas dos tartanas.... porque todo hay q decirlo... la tabla que tiene por piragua el Cozi es la cosa más incomoda del mundo... y la piragua del Mario es para lo que es... y a cada palada movía el culo como si estuviera haciendo un pase de modelos.

Yo no veía la hora de volver a mi montura... el problema es que no había sitio donde parar... las orillas eran inaccesibles... llenas de sauces, de cañas, de fango... ningún acceso apto para poder bajarte y cambiar de piragua en condiciones. Eso sí... también tenía esas orillas sus granados, sus membrillos... y bien que dimos cuenta de ellos en un remanso del río bajo la sombra de unos sauces.

Mas adelante por fin mis compañeros de fatigas encontraron un sitio para el desembarco... me avisaron desde la otra orilla mientras yo iba como un zombi remando sin saber a donde. Por fin en mi piragua el mundo fue de nuevo de color de rosa...

Dejamos atrás el Puerto de la Laja...antiguo cargadero de mineral. Con sus casas en lo alto y su muro de piedra a modo de muelle.

A lo lejos divisé una lanchita... al acercarme vi a unos chavales y chavalas dentro. Nos saludamos y enseguida muy amablemente, me invitaron a una cerveza. Allí en medio del Guadiana me paré con ellos mientras bebía mi cerveza y esperaba a mis compañeros. Pusieron cara de asombro y me miraron como se mira a un loco cuando les conteste de donde veníamos. Eran de Sanlucar de Guadiana y al preguntarles cuanto quedaba hasta allí me hicieron ver que estábamos más cerca de su pueblo que del Puerto de la Laja. Buena señal.

A cada velero que veíamos más nos parecía que nos encontrábamos al final del camino... solo que algunos veleros estaban amarrados junto a un cortijo. Hasta que por fin, después de un velero amarrado junto a la orilla divisamos a lo lejos las casitas de Alcoutim. Ya estábamos muy cerca... el agua picada, piraguistas entrenando en el lado portugués y el árbol de interés turístico que llamó tanto la atención del Cozi cuando esa misma mañana dejamos un coche en Alcoutim... despertó en mi en esos momentos una simpatía que esa misma mañana no percibía.

Eran las 19,00 horas y el tiempo de palada efectivo sumaban 6 horas aproximadamente. Mis cálculos solo requerían 5 horas de paleo... pero sin tener en cuenta la marea y el viento es difícil ajustar las predicciones. De los errores también se aprende y para la segunda etapa y definitiva estaremos más concienciados.