sábado, 28 de julio de 2007

Río Barbate y Acantilados de Caños de Meca (14-15 jul07)




Río Barbate.

Entre esqueletos de barcos muertos y moribundos bajamos nuestras piraguas a la orilla. Ni la vista ni el olfato nos deja muy buena impresión de la bajamar del río Barbate, aunque eso pasa en las mejores familias de ríos, si no que se lo digan al Ganges, que encima dicen que es sagrado.

El viento se hacía notar a primeras horas de la mañana, aunque no sería hasta la vuelta cuando nos acordáramos del dios Eolo y to sus castas. Desde la desembocadura del río Barbate nos dirigimos río arriba en dirección a Vejer de la Frontera. Dejamos atrás el viejo puerto y empezamos a ver mariscadores metidos en el fango y el agua apañando berberechos y almejas. Cruzamos el puente y nos paramos un poco para reagrupar. Nuestra marcha no es que fuera un tormento, más bien al contrario, era un paseo, nos parábamos a hablar con los mariscadores, a contemplar el paisaje, a dejarnos llevar por el viento hasta la orilla. En una de esas paradas en medio del río, el viento nos empujó al fango donde Cozi nos deleitó con unos berberechos crudos que según él eran delicatesen.

A las afueras de Barbate hay un barrio formado por casuchas de lata al que le adjudicamos el nombre de Villa Chabolo. Muchas de las casas estaban adosadas a lo largo del río, junto a unos muelles de madera donde los propietarios de las mansiones plateadas amarran sus embarcaciones de lujo, de lujo quedan amarradas quiero decir, porque no se las lleva el agua. El río se iba estrechando poco a poco, perdiendo su apariencia y fauna marismeña con cada tramo que avanzábamos. Ya se veía en lontananza las casas blancas de Vejer de la Frontera, allá en lo alto. Suerte que los ríos no son como las carreteras y no tienen puertos de montaña.

La estrechez del río era cada vez mayor. Empezamos a ver patos levantando el vuelo a nuestro paso e incluso alguna focha furtiva se escurrió entre las cañas. Tuvimos que atravesar algunos tramos del río con cañas acumuladas en el cauce. Pasamos con dificultad apoyando los remos en las cañas y desplazando la piragua con movimientos del cuerpo, deslizándonos poco a poco sobre la vegetación. En uno de esos tramos de cañas descubrimos un nido con 7 huevecitos de patos al que le hicimos un reportaje fotográfico. Entre tanto pato suelto, a mi y al Cozi se nos fue despertando poco a poco nuestro instinto cazador. En uno de los avistamientos nos marcamos un sprint tras un pato que en vez de alzar el vuelo empezó a aletear y andar sobre el agua. Como no cesábamos en nuestro empeño el pato no tuvo más remedio que sumergirse. Esa táctica que antes habíamos observado en los cormoranes era un comportamiento inédito para nosotros tratándose de patos. El caso es que no lo vimos más, se escabulliría entre las cañas de las orillas sin ser visto, el caso es que se fue por patas.

Más adelante nos encontramos otro tramo cañero. Sobre las cañas acumuladas en el río incluso había crecido vegetación. Como no se veía el otro extremo y no sabíamos si podíamos seguir pensamos en bajarnos y andar un tramo bordeando el río para ver un poco más allá. Bueno, en realidad yo lo pensé pero Cozi lo llevó a la practica. El nota se bajó de la piragua ni corto ni perezoso y se metió casi hasta la cintura en el fango de las orillas. Como no podía dar un paso sin hundirse desistió y volvió al río de donde nunca debió salir. Se dio un chapuzón, se subió a la piragua y como arrastrábamos hambre para parar un tren allí mismo sacamos los víveres y nos lo zampamos. Hasta aquí habíamos llegado y nos conformamos con eso. Dimos marcha atrás aunque sabíamos lo que nos esperaba, el mismo camino de vuelta, pero con la marea subiendo y con el viento en contra.

Cuando el río se ensanchaba un poco comenzamos a divisar unos bancos de peces compactos. Los instintos cazadores volvían a aflorar. En pareja ideábamos las tácticas para el acecho y captura. Intentábamos rodear a los bancos para llevarlos a la orilla, e incluso si hacía falta soltábamos algún palazo con nuestro remo sobre la superficie del agua con la esperanza de alcanzar algún pescaito y dejarlo atontado del golpe de remo.

Lo más cerca que estuvimos de pescar fue cuando a la ida al Cozi se le metió dentro de su piragua un pescaillo que huía no sabemos si de nuestras propias piraguas o de los peces grandes que de vez dibujaban una estela al nadar cerca de la superficie e incluso saltaban fuera del agua de vez en cuando.

Entre estos entretenimientos nos acercábamos más a Barbate. El viento me quitaba las ganas de remar, Charo se defendía bastante bien en su autovaciable mostrando una gran resistencia mientras Cozi estaría intacto aún en sus fuerzas según confesó después. A nuestra vista aparecía Villa Chabolo que a estas horas estaba más ambientada, con gente bañándose aprovechando la marea alta. Un poco más y ya estaríamos en el punto de partida. Cargamos las piraguas, fuimos a la playa por turnos para quitarnos el sabor a marisma y Cozi intentó volar su cometa. Nada más. Nos fuimos al camping, mañana tocaba la mar salada.




Acantilados de Caños de Meca.

El camping “El Faro” de Conil donde nos alojábamos estaba repleto. Entramos de noche y tarde después de no poder entrar en otros tres que estaban llenos hasta la bandera. En recepción al ver que veníamos de Huelva nos hicieron un halago a nuestro Recre, bueno en realidad mío solo. Una de las consecuencias de que los campings estén repletos en verano es que hay muchas más posibilidades de que te toque gente ordinaria y que se cree que están solos en el mundo. Las dos noches tuvimos que aguantar a uno de esos grupitos con sus voceríos a altas horas de la noche. En fin, era de esperar, ni que estuviéramos en Escandinavia. Nos despedimos del camping después del desayuno y nos fuimos en dirección a la playa.

Encontramos un aparcamiento al final de los Caños de Meca para bajar las piraguas. La marea estaba muy baja y al final de las escaleras había un salto de unos 3 metros aproximadamente. No nos supuso mucho problema para alcanzar la arena de la playa. Tras un pequeño baño nos montamos en nuestras piraguas. El agua estaba clarita y quieta. Fuimos en dirección a Barbate paralelo a los acantilados. Desde el agua se veían los caminitos que utilizamos un par de meses atrás allá arriba en los acantilados, cuando los Agonías&Company atravesábamos el paraje natural de las Breñas en una de nuestras etapas de la Transandalus.

La autovaciable de Charo, modelo “kea”, se comportaba mostrando unas cualidades muy marineras y una rapidez extraordinaria, o al menos eso decía Charo mientras nosotros sonreíamos para nuestros adentros. Íbamos relajados observando los acantilados y disfrutando de las vistas. Había pequeñas calitas aunque al subir la marea desaparecerían. No sabíamos si parar y bucear un poco o seguir. Al final seguimos remando pero poco a poco el viento se fue levantando y el agua se iba ondulando cada vez más. Yo propuse seguir hasta Barbate, pero Cozi y Charo en mayoría, y con razón, me hicieron ver que lo más prudente era volver. En caso de vuelco, los acantilados eran un compromiso. Nos dimos la vuelta. Al venir las olas de popa la estabilidad empeoró un poco, aparte que las olitas se iban poniendo cada vez más violentas.

Llegamos a la playa de Caños de Meca con alivio. Unos alcanzando la misma orilla y otros, osea yo, volcando antes de tocar tierra. Adentramos un poco las piraguas y nos unimos a la multitud playera, aunque no nos unimos a su costumbre de desnudarse. En realidad era una minoría, muy llamativa, pero minoría al fin y al cabo, y nada atractiva para un hombre... heterosexual al menos. Cuando nos cansamos de playa, de olas y de cosas colgando nos fuimos. Subimos las piraguas por las escaleras del otro lado del aparcamiento, por la parte del bar, nos dimos un último baño final y a comer camino de casa. Nos zampamos tres platos de atún encebollao por cabeza con tinto de verano en abundancia. A partir de ahí empezó para mi el calvario de una gastroenteritis que en principio achacábamos al agua del camping y que me dejó 10 días en el dique seco y más flojo que el pellejo breva. Al parecer fui el más afectado, seguido de Charo que también estuvo tocada. Todos menos el Cozi, que estaba inmunizado con sus baños en las aguas estancadas del río Barbate y con su secreto, el kéfir, que a partir de entonces cultivamos en nuestras propias casas para intentar convertirnos en superhumanos inmunes a los problemas intestinales.

sábado, 7 de julio de 2007

Triatlón “Kumgang Dymanic Pinares y Playas de Cartaya” 07julio07


7 del 7 del 7 podría ser la cita satánica de los adoradores del triatlón, o más bien raid. Fue el día de una prueba original y que seguro gana adeptos conforme pasen las ediciones y se corra la voz. Tan sólo hay que ver que los actuales bicampeones, la pareja del Triatlón Punta Umbría “solo” quedaron terceros por detrás de la pareja bartolina Hermanos Macías, la pareja Fabio y Juan Carlos alcoleana y justito por delante mía y de mi compañero, la pareja Agonía formada por Coleta y Calandraka, birlándonos la tercera plaza casi en la línea de meta. Pero no nos adelantemos... todo a su debido tiempo.

Corría el año 2005 y las uvas dieron paso al 2006. Pero no fue hasta el 2007 cuando se desarrolla esta historia... bueno, al grano, el caso es que el 7 del 7 del 7, aparte de San Fermín, fue una fiesta del deporte y la naturaleza en Huelva. Veinticinco parejas en el agua montadas en piraguas descubiertas dobles esperando el chupinazo. El primer segmento eran 7 kilómetros de paleo desde el Lancón (antiguo punto de comienzo del puente que nunca se terminó entre el Rompido y el Terrón) y un muro de piedra en un caño perdido de las marismas cartayeras.

La salida fue un poco caótica para algunos. Hubo golpes de remos contra las piraguas por coger un lugar en el pelotón de cabeza. Hubo piraguas que se cruzaron taponando a otras (algunos de los damnificados fuimos nosotros y la pareja alcoleana Manu-Rubén). El grupo de cabeza se nos escapó pero nos mantuvimos en toda la carrera a una distancia casi invariable y equidistante entre el grupo de cabeza y el resto del pelotón perseguidor. Mi coordinación con el Coleta que estaba en la parte trasera del kayak fue a mejor, y salvo alguna corrección brusca en la dirección desde la popa para alinear la piragua, no tuvimos muchos más problemas que el de la tendencia de nuestra embarcación a escorarse hacia la derecha corrigiéndolo con remadas fuertes con la pala diestra, ¿defecto de remada?, ¿de la marea?, ¿de la piragua?, ¿de la conjunción planetaria?... quién sabe.

Nos aproximábamos al punto de retorno. Ya volvían a meta el equipo TriPunta en cabeza, los bartolinos andaban al acecho junto con los alcoleanos Fabio-JCarlos y... ¡¡Ostras Pedrín!! casi me tuve que frotar los ojos ante mi incredulidad... la pareja mixta formada por “Motor Fuera Borda” Cozi y “Mascarón de Proa” Txarini que iban también en cabeza... (esos eran los roles que yo les asigné a cada uno de los componentes del equipo reketekemao, aunque Txarini alegó posteriormente que ella también remaba). Llegamos al punto de retorno, no nos acordábamos de nuestro dorsal y la organización tenía que apuntarlo. Como no se veía con los salvavidas que llevábamos puestos tuvimos que parar y el Coleta me levantó el chaleco para mirar el dorsal en mi espalda. Fueron segundos perdidos que en piragua son vitales porque es muy difícil recuperar los metros de desventaja. Aún así conservamos la misma posición y llegamos a la orilla en el puesto número 11, tras 50 minutos en el agua.

En la orilla cogí las zapatillas y los calcetines, me senté en mi piragua y con los pies en el agua me quité la arena y me calzé. Cogí dos botellas de agua, una para mí y otra para mi compi. La otra pareja alcoleana (de las muchas que había) Manu-Rubén nos adelantaron en la transición mientras el Coleta se tomaba su tiempo. ¿Estamos?... ¡¡Vámonos ¡¡. Coleta aguantó el tirón dignamente, aún no estando habituado a la carrera a pie. Yo iba a su ritmo porque no servía para nada llegar antes uno que otro, ya que en los controles había que llegar juntitos. Como después me comentó lo pasó fatal en este segmento casi sin poder levantar los pies del suelo. Al final, para adelantar algo tiré un poco para adelante y coger mientras tanto la brújula y el rutómetro para ahorrar tiempo. Después de este tramo adelantamos algunos puestos, saliendo en bici en el puesto 8º o 9º. Mi cronómetro marcaba 1h 20m al empezar a pedalear.

Iniciamos el segmento de orientación en bicicleta de montaña. Toda la buena sintonía y ánimos de los segmentos anteriores dieron paso a las primeras discusiones sobre la bicicleta por culpa del rutómetro.

- ¡¡ Illooooooo, qué dice el rutómetro, cojone!!.
- Sin mosqueos eh!, a mi no me hables así. Si te pones en ese plan lo llevas tú.
- Po trae pacá. Mira que venir sin el soporte pal rutómetro.
- Me tengo que encargar de tó, encima que te he inscrito y he estao llamando pa informarme?
- Eres un desastre quillo.
- No te queje má ompadre, que te queja má que siete viejas.
- Saca la brújula.
- Toma...ande está el norte?
- Pallá.
- Enga.
Lo llevábamos en la mano al no disponer de un soporte para la bici, poca preparación y previsión si que hubo en esta pareja, pero las cosas estaban así y no era momento de mosqueos. Al principio tiré yo, cuando se recuperó el Coleta de la carrera a pie tiró él, después yo y así fuimos pedaleando por terrenos duros por la calor, la arena y los tramos de enduro por donde rodábamos. Como la consulta del rutómetro, que se deshacía en las manos del Coleta, se hizo complicada, optamos por el viejo truco de seguir al que estaba delante nuestra o en su defecto seguir las huellas de las ruedas.

Adelantamos a varias parejas, entre ellas la que finalmente quedó 5ª formada por mi antiguo compañero de MTB Alex&Companía. En cabeza, como supimos más tarde iban los Bartolinos y la pareja Jesuli&Isra, estos últimos sufrieron una caída y una pérdida que los alejaron definitivamente de los puestos de cabeza. Un poco detrás iba la pareja alcoleana Fabio&Jcarlos junto a otros equipos. Los teníamos a la vista. ¿Para qué queremos brújula ni rutómetro si tenemos a una pareja que va rápido delante nuestra perdiendo su tiempo en consultar la ruta y que además no se equivoca... “demasiado”?.

En realidad seguir a una pareja es bueno si van en la dirección correcta, pero si se equivocan, tu también te pierdes. No fue el caso. Los cogimos y rodamos juntos durante la segunda parte de este segmento ciclista. Ibamos bien... bastante bien diría yo, en realidad íbamos mucho mejor de lo que creíamos. Hubo un momento de confusión donde nos juntamos varios equipos. Era junto al punto de control número 6, el último, tan sólo había que llegar a la meta, pero donde coño estaba la meta. Fabio leyó el rutómetro... “la fuente de piedra... sé donde está eso, vámonos”. Era el final, ya no hacía falta rutómetro. Nosotros no sabíamos donde íbamos, solo seguíamos a Fabio y Juan Carlos.

Nos incorporamos a una pista en descenso mientras pasaba por allí como dos balas la pareja TriPunta. Los cogimos y los dejamos atrás. Entrábamos en la zona de recreo, la Pradera de San Isidro, frente al Karting. Rodábamos con más tranquilidad de la cuenta, tanto que nos cogió de nuevo la pareja TriPunta. Eramos tres parejas, los Alcoleanos dirigiendo, los Agonías y los TriPunta. Pensábamos que rodábamos en el puesto 6º o 7º. Por nuestra cabeza no pasaba la idea de lo que nos estábamos jugando en realidad. De pronto la meta se puso delante nuestra sin esperarlo, el Coleta me avisaba, yo en ese momento rodaba detrás de él, no lo oí, el equipo TriPunta pasaba delante nuestra a 10 metros de la meta, entre los alcoleanos y nosotros. En meta nos dijeron nuestro puesto. Sois cuartos. ¡¡ Me cago en toooooooooooooo !!. Sólo hubiera hecho falta un arreón final para subir al podium. El Coleta echaba humo... me odiaba a muerte. Yo le amaba, bueno es mentira, pero al menos no había odio:

- Por qué no has sprintao cabrón.
- Yo que sé, yo creía que la meta no estaba aquí todavía.
- Pero si te he gritao... ¡¡ ahí están las columnas !!.
- Qué columnas, ni columna...no he escuchao ná, mamón.
- Joder tío hemos perdió el tercer puesto por tu culpa.
- Coleta no pasa ná coño, que somos los cuartos, que tenemos trofeo y dinerito.
- Que yo quería ser tercero.
- Que cansino... venga ya coño, a mis brazos.

Y entre miradas encendidas aún por el resquemor nos dimos un abrazo que selló nuestra reconciliación, al menos superficialmente. Solo pasó un rato para borrar los malos sentimientos. El tiempo lo cura todo. Ahora somos una pareja feliz. Repusimos fuerzas con la suculenta comida que nos ofreció la organización a base de paella y sardinas asadas sazonado todo ello con vino de la tierra y cerveza.

Después de todo es la primera prueba por parejas a la que voy con el Coleta. No se si será la última, pero si seguimos a este ritmo deberíamos pensar en abrir una cuenta para meter los primeros 50 eurazos que hemos ganado hoy y los millones que vengan después, y quién sabe si en un futuro tendremos que alquilar un local para guardar nuestros trofeos...

Como moraleja final habría que tomar ejemplo de este tipo de pruebas. No sólo se hacen buenas pruebas si las organizan las federaciones y para ejemplo solo hay que recordar la prueba triatlética de montaña del Castillo de las Guardas, donde la federación no aparece porque los organizadores no quieren pasar por su aro...o al revés, y vaya prueba emblemática y bien organizada que se montan entre el Club MTB del pueblo y el ayuntamiento.

Y otro buen ejemplo es esta prueba, más cercana al Raid que al Triatlón, organizada por el Patronato de Deportes del Ayuntamiento de Cartaya y el club Kumgang Dynamic, bueno, bonito y barato... quien da más.

domingo, 1 de julio de 2007

Regata Internacional Subida del Guadiana 1 julio 2007


Debido a un malentendido horario llegamos al Club Marítimo de Huelva justo cuando el carro del Club Abedul estaba ya cargado con las piraguas y dispuesto a salir. Con las prisas montamos mi piragua y la del Coleta con la mala suerte por mi parte de hacer un esfuerzo brusco al cargar mi piragua que me provocó una contractura en la espalda que me molestaría bastante para el resto del día.

Llegamos a Vila Real de Santo Antonio. La marea seguía bajando y junto con el fuerte viento en contra que hizo todo el día provocó el retraso de la salida. Media hora más tarde de lo previsto con la marea comenzando a subir, salimos todas las piraguas en la categoría “turismo”. Ese nombre no coincide mucho con lo que íbamos a hacer, ya que los 35 kilómetros que nos quedaban por delante (Google Earth dixit) no iban a ser precisamente un paseo, sobre todo con el tremendo viento en contra que nos acompañó todo el tiempo.

No habíamos pasado aún debajo del Puente Internacional del Guadiana (a unos 5 kilómetros de la salida) cuando comenzaron a adelantarnos las piraguas de “carretera”, aunque salieron media hora después. Se habían alejado ya no sólo las piraguas de “carretera”, sino las piraguas todo terreno ó PTT que iban de “turismo” según decían. Por delante ya no se veían ni Rubén Bombero con su Barracuda, ni Dani Rompido con una Seayak, ni Benito Rompido con su piragua de fibra de vidrio nueva, ni siquiera Cozi RKT con más mérito aún con su Capri de eslora mucho más corta... y en fin casi todos.

Un guiri que iba en una piragua de “carretera” pero en plan turismo me preguntaba si la lancha que veíamos a la derecha era el bote de ayuda.

- It is the help boat?
- I think so. If you can´t (con el pellejo) it’s better to come back right now (mejor dar la vuelta ahora mismo).
- It’s the first time. (la excusa de ser la primera vez... hijo mío porque te metes 35 kms. del tirón para ser la primera vez).

Lo dejé atrás y pasamos el puente. Justo después nos adelanta al Coleta y a mi una mujer en piragua de competi. Al llegar a mi altura me dice:

- No teneis valor...
- Cómo lo sabes.

La mujer (que al final quedó primera en féminas veteranas) me miró con cara mitad de admiración y mitad de pena por hacer la “carrera” en una piragua de travesía de 25 kilos y por el ritmo cansino que llevábamos.

Poco después de atravesar el puente vimos en la margen izquierda del río una piragua descubierta doble. Habían parado a comer parte de su cargamento de tupperware (en lo sucesivo taperwer) que nos enseñaron en la salida. Estos dos si que tienen valor de verdad. Nos seguían pasando gente, otra piragua doble, esta vez de carreras y manejada por dos féminas, una blanquita y una mulatita que hacían una composición bastante exótica y que nos gustó mucho más que los maromos tripulantes de la otra piragua doble.

No llevábamos un tercio de subida cuando ya pensamos en hacer una paradita para estirar las piernas y descansar el culo. La excusa perfecta fue una especie de muelle rudimentario en forma de rampa de piedras que aprovechamos para descansar un poco, ver pasar al equipo taperwer y a otra piragua roja más que increíblemente iba aún detrás nuestra. Era el último... hasta ese justo momento en que nos cedió el dudoso honor a nosotros.

¡¡ Qué paquetes !!. Vámonooooos. Si al menos tuviéramos un taperwer lleno de comida en vez de la barrita energética que nos tuvimos que zampar. Reiniciamos la marcha a nuestro pesar... ¿no estamos en la categoría turismo...para qué tanta prisa?. Que suplicio.

Pronto alcanzamos al de la piragua roja que iba a su ritmo cansino. El bote escoba, cual buitre carroñero iba acechando a los moribundos. Allí vimos montado al guiri con su piragua de remolque. La idea de abandonar rondaba ya por la cabeza de mi compañero cuando me pidió que lo avisara cuando lleváramos 3 horas de marcha.

Contuve a mi compañero de ruta que quería hacer otra parada, aconsejándole que parásemos en el pantalán del pueblo que se veía a lo lejos. Sería en Foz de Odeleite, en el kilómetro 19, donde nos dijeron que quedaba poco menos de media travesía aún. Paramos sin bajarnos de las piraguas. Yo solo quería seguir y terminar con esto cuanto antes. El Coleta también quería terminar cuanto antes, pero mucho antes que yo. La idea de abandono se convirtió en grito en el Coleta que desde atrás me llamaba para abandonar. El nota no se lo pensó mucho y aunque me vió que yo seguía, se subió a la barca.

- ¡¡ Carlooooos, abandonaaaaaaa !!.
- ¡¡ Noooooooo, sigueeeeeeeeeee !!.

Su sufrimiento había cesado, mientras a mi me quedaban dos horas más de paleo. Y ya no era solo el viento y los kilómetros los que me mortificaban... ahora tenía que aguantar a ese Coleta gritando en la cubierta del bote escoba:

- Calandrakaaaaaa, abandona yaaaaaa... Súbete a la barcaaaaaa... No te quea naaaaaa... No te da vergüenza que te va a adelantar ese hombre mayor...

Esto es lo úrtimo... ¡¡ me tenía que dar vergüenza a mi !!, ¿A MI , que seguía paleando como un jabato? y no a él, que estaba subío en la pingoleta de la barca con su piragua de reata....¡¡ Oh, nooooo !! Que el viento levante olas gigantescas contra mi, que se lleven Sanlúcar siete leguas más allá, que el río se ponga cuesta arriba... pero por todos los dioses del Olimpo...¡¡ QUE SE CALLE ESTE TIO !!.

Paleé con “el hombre mayor” de la piragua roja un rato, él no pensaba retirarse, así que yo tampoco, no tenía ganas de ná, remaba sin ganas, hasta que cambié el chip y en el kilómetro 27 aproximadamente empecé a palear con fuerza aprovechando un revuelta del río sin viento, al menos no quería ser el último. La contractura de la espalda me molestaba pero me fui distanciando poco a poco de la piragua roja y acercándome al equipo taperwer. En una vuelta a la izquierda el viento empezó de nuevo a soplar con fuerza en contra, aunque fue un alivio divisar a lo lejos el castillo de Sanlúcar de Guadiana. Era el kilómetro 30, ya quedan sólo 5. Ni rastro de la piragua roja por detrás, pero la doble descubierta se me había alejado de nuevo. Veo por fin las casas de Alcoutim. Una embarcación grande me adelanta por la izquierda. Se me viene a la cabeza ponerme a rebufo. Me acerco al barco por estribor. Me saludan desde la borda. Me engancho detrás, van a un ritmo que puedo aguantar con algo de esfuerzo, entre fases de palada fuerte para mantener la velocidad de la embarcación y fases de relajación para no chocar con la patera que llevan de remolque. Los 10 o 12 pasajeros del barco me miran con expectación, uno de ellos saca una cámara de vídeo y empieza a grabar. Iré de los últimos, pero que carajo... voy dando espectáculo.

Si hubiera aguantado a ese ritmo hubiera alcanzado a dos piraguas al menos que tenía a la vista, pero las horas de remada son muchas y tengo que soltar el barco tras avanzar cerca de medio kilómetro “chupando rueda”. Llego por fin a Sanlúcar de Guadiana, la meta final donde nos espera una buena comida. El bote escoba cual reata de mulas acababa de llegar también remolcando la piragua del guiri y del Coleta, abandonando atrás al farolillo rojo de la carrera que después de un rato aún no había llegado.

El ganador bajó de las 3 horas. Yo, con un camelback, un bote de agua rellenado una sola vez, y una barrita energética como único alimento terminé la subida al Guadiana en 5h 12m con la espalda hecha misto y con más viento en el careto que una pandorga.