domingo, 1 de julio de 2007

Regata Internacional Subida del Guadiana 1 julio 2007


Debido a un malentendido horario llegamos al Club Marítimo de Huelva justo cuando el carro del Club Abedul estaba ya cargado con las piraguas y dispuesto a salir. Con las prisas montamos mi piragua y la del Coleta con la mala suerte por mi parte de hacer un esfuerzo brusco al cargar mi piragua que me provocó una contractura en la espalda que me molestaría bastante para el resto del día.

Llegamos a Vila Real de Santo Antonio. La marea seguía bajando y junto con el fuerte viento en contra que hizo todo el día provocó el retraso de la salida. Media hora más tarde de lo previsto con la marea comenzando a subir, salimos todas las piraguas en la categoría “turismo”. Ese nombre no coincide mucho con lo que íbamos a hacer, ya que los 35 kilómetros que nos quedaban por delante (Google Earth dixit) no iban a ser precisamente un paseo, sobre todo con el tremendo viento en contra que nos acompañó todo el tiempo.

No habíamos pasado aún debajo del Puente Internacional del Guadiana (a unos 5 kilómetros de la salida) cuando comenzaron a adelantarnos las piraguas de “carretera”, aunque salieron media hora después. Se habían alejado ya no sólo las piraguas de “carretera”, sino las piraguas todo terreno ó PTT que iban de “turismo” según decían. Por delante ya no se veían ni Rubén Bombero con su Barracuda, ni Dani Rompido con una Seayak, ni Benito Rompido con su piragua de fibra de vidrio nueva, ni siquiera Cozi RKT con más mérito aún con su Capri de eslora mucho más corta... y en fin casi todos.

Un guiri que iba en una piragua de “carretera” pero en plan turismo me preguntaba si la lancha que veíamos a la derecha era el bote de ayuda.

- It is the help boat?
- I think so. If you can´t (con el pellejo) it’s better to come back right now (mejor dar la vuelta ahora mismo).
- It’s the first time. (la excusa de ser la primera vez... hijo mío porque te metes 35 kms. del tirón para ser la primera vez).

Lo dejé atrás y pasamos el puente. Justo después nos adelanta al Coleta y a mi una mujer en piragua de competi. Al llegar a mi altura me dice:

- No teneis valor...
- Cómo lo sabes.

La mujer (que al final quedó primera en féminas veteranas) me miró con cara mitad de admiración y mitad de pena por hacer la “carrera” en una piragua de travesía de 25 kilos y por el ritmo cansino que llevábamos.

Poco después de atravesar el puente vimos en la margen izquierda del río una piragua descubierta doble. Habían parado a comer parte de su cargamento de tupperware (en lo sucesivo taperwer) que nos enseñaron en la salida. Estos dos si que tienen valor de verdad. Nos seguían pasando gente, otra piragua doble, esta vez de carreras y manejada por dos féminas, una blanquita y una mulatita que hacían una composición bastante exótica y que nos gustó mucho más que los maromos tripulantes de la otra piragua doble.

No llevábamos un tercio de subida cuando ya pensamos en hacer una paradita para estirar las piernas y descansar el culo. La excusa perfecta fue una especie de muelle rudimentario en forma de rampa de piedras que aprovechamos para descansar un poco, ver pasar al equipo taperwer y a otra piragua roja más que increíblemente iba aún detrás nuestra. Era el último... hasta ese justo momento en que nos cedió el dudoso honor a nosotros.

¡¡ Qué paquetes !!. Vámonooooos. Si al menos tuviéramos un taperwer lleno de comida en vez de la barrita energética que nos tuvimos que zampar. Reiniciamos la marcha a nuestro pesar... ¿no estamos en la categoría turismo...para qué tanta prisa?. Que suplicio.

Pronto alcanzamos al de la piragua roja que iba a su ritmo cansino. El bote escoba, cual buitre carroñero iba acechando a los moribundos. Allí vimos montado al guiri con su piragua de remolque. La idea de abandonar rondaba ya por la cabeza de mi compañero cuando me pidió que lo avisara cuando lleváramos 3 horas de marcha.

Contuve a mi compañero de ruta que quería hacer otra parada, aconsejándole que parásemos en el pantalán del pueblo que se veía a lo lejos. Sería en Foz de Odeleite, en el kilómetro 19, donde nos dijeron que quedaba poco menos de media travesía aún. Paramos sin bajarnos de las piraguas. Yo solo quería seguir y terminar con esto cuanto antes. El Coleta también quería terminar cuanto antes, pero mucho antes que yo. La idea de abandono se convirtió en grito en el Coleta que desde atrás me llamaba para abandonar. El nota no se lo pensó mucho y aunque me vió que yo seguía, se subió a la barca.

- ¡¡ Carlooooos, abandonaaaaaaa !!.
- ¡¡ Noooooooo, sigueeeeeeeeeee !!.

Su sufrimiento había cesado, mientras a mi me quedaban dos horas más de paleo. Y ya no era solo el viento y los kilómetros los que me mortificaban... ahora tenía que aguantar a ese Coleta gritando en la cubierta del bote escoba:

- Calandrakaaaaaa, abandona yaaaaaa... Súbete a la barcaaaaaa... No te quea naaaaaa... No te da vergüenza que te va a adelantar ese hombre mayor...

Esto es lo úrtimo... ¡¡ me tenía que dar vergüenza a mi !!, ¿A MI , que seguía paleando como un jabato? y no a él, que estaba subío en la pingoleta de la barca con su piragua de reata....¡¡ Oh, nooooo !! Que el viento levante olas gigantescas contra mi, que se lleven Sanlúcar siete leguas más allá, que el río se ponga cuesta arriba... pero por todos los dioses del Olimpo...¡¡ QUE SE CALLE ESTE TIO !!.

Paleé con “el hombre mayor” de la piragua roja un rato, él no pensaba retirarse, así que yo tampoco, no tenía ganas de ná, remaba sin ganas, hasta que cambié el chip y en el kilómetro 27 aproximadamente empecé a palear con fuerza aprovechando un revuelta del río sin viento, al menos no quería ser el último. La contractura de la espalda me molestaba pero me fui distanciando poco a poco de la piragua roja y acercándome al equipo taperwer. En una vuelta a la izquierda el viento empezó de nuevo a soplar con fuerza en contra, aunque fue un alivio divisar a lo lejos el castillo de Sanlúcar de Guadiana. Era el kilómetro 30, ya quedan sólo 5. Ni rastro de la piragua roja por detrás, pero la doble descubierta se me había alejado de nuevo. Veo por fin las casas de Alcoutim. Una embarcación grande me adelanta por la izquierda. Se me viene a la cabeza ponerme a rebufo. Me acerco al barco por estribor. Me saludan desde la borda. Me engancho detrás, van a un ritmo que puedo aguantar con algo de esfuerzo, entre fases de palada fuerte para mantener la velocidad de la embarcación y fases de relajación para no chocar con la patera que llevan de remolque. Los 10 o 12 pasajeros del barco me miran con expectación, uno de ellos saca una cámara de vídeo y empieza a grabar. Iré de los últimos, pero que carajo... voy dando espectáculo.

Si hubiera aguantado a ese ritmo hubiera alcanzado a dos piraguas al menos que tenía a la vista, pero las horas de remada son muchas y tengo que soltar el barco tras avanzar cerca de medio kilómetro “chupando rueda”. Llego por fin a Sanlúcar de Guadiana, la meta final donde nos espera una buena comida. El bote escoba cual reata de mulas acababa de llegar también remolcando la piragua del guiri y del Coleta, abandonando atrás al farolillo rojo de la carrera que después de un rato aún no había llegado.

El ganador bajó de las 3 horas. Yo, con un camelback, un bote de agua rellenado una sola vez, y una barrita energética como único alimento terminé la subida al Guadiana en 5h 12m con la espalda hecha misto y con más viento en el careto que una pandorga.

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