sábado, 21 de abril de 2007

Maratón MTB de San Bartolomé o De como la venganza se sirve en plato frío (21abr07)


Hoy no quiero pactos, ni compañero de viaje, mejor solo que mal acompañado. En la salida no le dí opción al Coleta y pensé para mi “Esta vez no me traicionas, Adiós pringao”... no lo ví más hasta que sobrepasé la línea de meta. En la primera bajada dejando el pueblo ocurrió un suceso tragicómico. Un perrillo deambulaba por el camino de herradura inconsciente de lo que le venía encima. Cuando el pelotón se acercó, el perro como loco empezó a correr delante de las bicis como un poseso. Pasan uno y otro biker junto al pobre can. El Barragán (también llamado Misto) no le pasa “junto” sino “sobre”.

- Creo que le he dado.
- ¿Que le has dado? – le dije - ¿Que le has pasao por encima querrás decir no?.

Yo al perro ya lo había adelantado. Miré atrás y el pobre se intentaba levantar como un muelle sin saber muy bien la diferencia entre “arriba” y “abajo”. Intentaba clavar las uñas en la tierra pero esas patas no hacían tracción en el camino, parecía como esos dibujos animados donde se ve el nota moviendo las piernas pero sin moverse del sitio. Cuando por fin se puso en movimiento, aún el pelotón lo acosaba sin poder encontrar escape ni a izquierda ni a derecha porque los muros del camino le impedían salir de él. No supe más del perrillo. No se si al final encontró escapatoria o se tatuó los neumáticos de algún otro biker en el pellejo.

Mucho barro en los caminos. Hice buena salida con el grupo de Juan Carlos Alcoleano, hasta el primer control donde en un despiste de cambios se me alejan. Los cojo en Alosno pero a partir de ahí no voy bien. Me pasa Ale.

Ya se veía la Peña a lo lejos, me encuentro a DaniFrog que está en el suelo tirao. Se levanta, me adelanta más tarde, además de Cristian y Humberto después que me pregunta si subimos la Peña o no. Me quedo pensando... ¿Es opcional?. Subo el empedrao de la Peña y de premio una escaleras a pata, bajamos por una pista. Otra vez veo a DaniFrog tirao en el suelo justo antes de bajar el cortafuegos. Esta vez no se levantaría más para seguir en carrera, como no hay dos sin tres, mejor quedarse quietecito. Paso a uno que se le parte el pedal y se le queda pegao al zapato. Llegamos a Tharsis y sus molinos. La subida es pestosa, camino ancho de tierra. Me pasa RubénRKT y me aconseja que me lo tome con tranquilidad. Parece que llegamos al final, al último molino de viento pero ¡no se vayan todavía, aún hay más!. Último repechón de regalo, lo subo a patas. Rodando hacia Alosno me pasa un grupo donde va el Pantera. No voy bien, pero no tengo noticias del Coleta y eso me alegra.

Paso a Alberto pinchao. Paso a Criskona pinchao. ¿Por qué pincha la gente?, ¿Porqué rompen patillas, cadenas? No me lo explico. Este último se recupera y en un gran final me adelanta sin conseguir pegarme a él. Me recupero más tarde y en los toboganes del Matuloso antes de cruzar el río meto la directa, en la última subida meto un poco de desarrollo y parece que avanzo sin muchos problemas, alcanzo a unos cuantos bikers y los dejo atrás. Entro en meta en menos de 4 horas pero en una posición no tan buena al ser Copa de Andalucía. Pero lo más importante. ¡VENDETTAAAAA!.

sábado, 14 de abril de 2007

Maratón MTB de Valverde o De cómo se fragua una traición (14abr07)


Mañana muy fría en Valverde. Era la primera vez que hacía esta maratón y los comentarios de la gente que lo hizo el año pasado hicieron que le guardara mucho respeto a esta carrera. En principio pensé en un pacto tripartito entre Claudio, Angel y yo, para ir a un ritmo más tranquilo pero sin pausa, pero pronto me di cuenta que este Estatut no colmaba mis aspiraciones y proclamé unilateralmente mi independencia. Los dejé atrás y me fui con el que sería mi compañero de ruta, el tito Coleta, que me tiraba de las riendas cada vez que veía que mi ritmo aumentaba un poco.

Fuimos una pareja ideal durante casi toda la carrera. Parábamos para mear juntos (cada uno con la suya), para echar aceite en la cadena, para inflar con MI bomba SU rueda, para repostar en los avituallamientos, lo esperaba al final de las subidas... ¡ que azul era el cielo y que verde las praderas!.

Nos encontrábamos distintos personajes conocidos en la carrera: Alberto con la patilla rota; Quique de los Acoarenáticos haciendo un gran reportaje fotográfico a lomos de su moto...Llegamos a una zona de cortafuegos. Me habían hablado de un cortafuegos bestial en esta carrera, y cada vez que bajaba uno pensaba que era ese, y que no era para tanto. Cuando llegamos al “cortafuegos de la muerte” me di cuenta que éste era ese del que tanto se hablaba. Desde arriba se veía el puesto de control y el avituallamiento allá abajo en el abismo. Había gran expectación en la profundidad de aquella sima, mucho público pendiente de quién se pegaría el tortazo más grande, quién batiría el record guiness de vueltas de campana rodando abajo de una ladera, lo típico, la atracción del morbo. Mucha gente lo bajó andando y aún así con dificultad. Yo lo bajé hasta el último escalón, donde me encontré a un tío que casi hacía rappel con la bici bajando, taponando así el sendero y dándome la excusa perfecta para echar el pie a tierra.

De lo que sí disfruté en Valverde fue de la cantidad de bajadas largas, tantas como subidas que había en la prueba. Ahí si que mostrábamos ese Coleta y ese Calandraka toda la destreza mountainbikera que llevamos dentro. La gente a veces nos dejaba paso al ver que bajábamos más rápido.

- Si estás fuerte tira palante (me dijo en una de las subidas el Coleta).
- No, Coleta... somos un equipo. (la verdad es que tampoco me fiaba mucho de tirar fuerte quedando aún mucha tela que cortar).

Y llegó el Angliru. La carrera para mí cambió de manera radical. Habiendo terminado casi los dos tercios de la subida la pierna me dijo... ¡Quieeeeto paraaaao!. Me dió el temido calambre en la parte interna del muslo. El Coleta me había preguntado poco antes si no me daban calambres. En realidad no me dio hasta ese preciso instante. Hubiera merecido la pena parar y estirar algo, pero una vez que me dio el gran calambrazo ya fue demasiado tarde. Me tiré en el suelo gritando sin saber como estirar esas piernas para quitarme el tirón. El Coleta se fue y me dejó en la estacada. Se le olvidó que íbamos en amor y compaña, que éramos un equipo. A decir verdad le escuché preguntarme si se paraba, pero sin ni siquiera mirar atrás, siguió pedaleando. ¡Párate mamón... no me preguntes!. Mientras tanto me pasaba todo el personal..., Danifrog, Criskona, Salva y Ruben Reketes... Yo preguntaba a la gente ¿Qué hago para estirar estoooo?. Uno me decía “Echa la pierna patrás”, otro “tirate en el suelo”, el último que me aconsejó me dijo lo más razonable: “¡tira la bici!”. Finalmente me ayudó un chaval que se paró conmigo y me estiró el mismo la pierna. Nos montamos en la bici y empecé a rodar con él muy lentamente, con mucho cuidado. A partir de este momento no pude rodar igual que antes. No podía meter desarrollo. No me podía levantar de la bici para pedalear, siempre con los amagos de calambre.

Subiendo la última gran subida del Manzanito a platillo chico me adelantó Domingo Monje. En la última rampa miro atrás y ....¡ horror ¡. Bea estaba ahí atrás, en la curva anterior. No es que piense que sea un deshonor que me adelante una chavala, pero es que Bea se inició al MTB conmigo tiempo atrás, y aunque ahora no necesite de ningún maestro ya que es toda una campeona, me hubiera sentado mal que me adelantara una antigua discípula (terminado en a). Cuando llegué al control-avituallamiento del Manzanito el de la organización me preguntaba “¿Quieres algo?”. “No quiero ná...pica, picaaaaa!”. Y salí pitando. La verdad es que algo si me recuperé en la bajada posterior, pero quedaban aún muchos repechos duros y me las vi y me las desee para poner tierra de por medio con ese calambre siempre amenazando con volver a dejarme tirao.

A unos 10 kilómetros para la meta me encontré lo que después se reveló como la tragedia que fue, pero que en ese momento para mi era un simple puesto de socorro de la organización. Allí había una ambulancia, un médico y también un cuerpo inerte en el suelo cubierto por una manta que no ví al pasar. El helicóptero que nos sobrevoló en algún momento de la carrera ahora cobraba un significado. Era un helicóptero de emergencia que iba a trasladar a una persona que ese día salió a disfrutar de la bicicleta, haciendo la ruta corta no competitiva, y que no volvió a su casa vivo.

Al final Bea entró apenas 3 minutos después. Y el Coleta... ¡Ohhhh, traición! Me sacó casi 9 minutos. Esos 9 minutos que pasé tirao en el camino agonizando. Esos 9 minutos que hubiera tenido de ventaja si no me hubiera ido parando en toda la carrera. Esos 9 minutos de TRAICION que quiero vengar en la próxima carrera. Solo queda una semana para la maratón de San Bartolomé. Te espero Coleta. ¡VENDETTAAAA!.