sábado, 17 de noviembre de 2007

Maratón MTB Cartaya 17nov07




El Coleta me pidió el día anterior que fuera su gregario. Su objetivo era subir un puesto en la clasificación general local. Como en esta clasificación sólo cuentan los federados en ciclismo por la provincia y los que no somos federados somos simples ceros a la izquierda, accedí a colaborar… y es que en el fondo soy un hombre de equipo.

Lo convencí para salir fuerte y entrar en una buena posición en el enduro, pero el nivel de mi compañero de equipo a estas alturas de la temporada no es el mejor, y le costaba trabajo seguir a los de cabeza. Yo miraba constantemente atrás para tirar de él, con el riesgo de besar el suelo, cosa que casi consigo cuando por poco toco la rueda de atrás de un ciclista del pelotón.

Entramos en el enduro que bordea el embalse de los Machos y tiré un poco pa’lante ya que aquí ir a rueda no es muy ventajoso. Paraba a veces para mirar atrás y esperar. Rodamos casi todo el enduro con Bea y el equipo Monje de escoltas.

Ir a un ritmo inferior del que puedes dar, te da la posibilidad de ver otra carrera que no verías en otras circunstancias. Viví unos momentos del duelo en la cumbre entre Bea y Peralta. La actual campeona de Andalucía sufrió bastante en el enduro, pero al terminar ese tramo su potencia de pedaleo la acercó hasta Bea. Quedaba mucho por delante, mucha pista favorable a Peralta, pero también quedaba un enduro final a pocos kilómetros de meta favorable a Bea, que al final lo aprovechó para ganar la maratón y demostrar que es la mejor hoy por hoy de Huelva y quizás la mejor de Andalucía el año próximo.

Yo creía que mi compañero aguantaría el ritmo de las dos féminas y que veríamos todo el duelo, pero no fue así. Las dos bikers se alejaron fuera de nuestra vista. Con mucho gusto las hubiera seguido como espectador privilegiado del duelo, pero mi sitio en esta carrera estaba con mi compañero agonía en horas bajas.



Antes de entrar en el pueblo de San Silvestre de Guzmán nos encontramos con el coche del equipo Monje con el Pantera al volante y la RKT Txarini cámara en la mano. Nos hicieron alguna fotillo y nos dieron ánimos. Me paré en el avituallamiento para coger agua y fruta para los dos mientras Antonio seguía su camino. Después de alcanzarlo seguimos un poco de pisteo hasta la bajada al riachuelo para empezar a subir la cuesta de Fuente Blanca. Sin darme cuenta me alejé un poco de mi compañero hasta que no lo ví, levanté el pie del pedal pero al no acercarse me di la vuelta. Me crucé en dirección contraria con un grupo donde iban Jcarni y Candy entre otros y me dijeron que el Coleta se había parado con calambres.

Efectivamente allí estaba echándose reflex. Todavía quedaba mucha subida pero no era muy dura. Con paso lento llegamos arriba. Aún nos quedaba mucha pista hasta San Silvestre nuevamente. El Coleta ya no solo iba mal por su forma física a estas alturas de temporada, sino que ahora iba acalambrao y no podía pasarse un pelo en la fuerza de pedaleo. En el avituallamiento del pueblo hicimos la misma jugada, yo me quedé repostando por los dos y el siguió hasta que lo alcancé de nuevo.

La cantidad de gente que nos pasaba era enorme, grupos y grupos enteros nos pasaban sin poder seguir el ritmo de ninguno. Antes del segundo paso por San Silvestre ya nos habían pasado Rafa exRKT, Nacho MKM, un biker reage con rastas, la abuela de éste, un ciclista con calcetines estilo futbolista, otro con pedales no automáticos, el que iba vendiendo los coquis, la tatarabuela del biker reage… En el canal marqué un ritmo asequible para mi compañero que se enchufó a mi rueda, antes de meternos de nuevo en el enduro. No obstante siguió alcanzándonos gente… Jabiker MKM, Domingo de San Bartolomé que había pinchao… una auténtica sangría, caíamos como fruta madura. Más reflex.

Por fin llegó el enduro final. Escondida en un tramo técnico estaba Mamen haciendo un reportaje fotográfico. Como el paketerismo se contagia, me sacó una foto de una caída al más puro estilo globeril… sin poder sacar las calas de los automáticos en un repecho pa’rriba. Se hizo largo el segundo enduro… tanto que en vez de disfrutarlo, nos sentimos aliviados de haberlo terminado.

Encontramos ante nuestra sorpresa a Gonzalo del Molino parado en el camino… más tarde nos contó que rompió el cambio y que al final le ayudaron a llegar con piñón fijo. Nada más que entrar por delante de Gonzalo valía la pena a mi compañero de ruta. Este fue nuestro objetivo final hasta la meta y como lo conseguimos ya se encargó el Coleta de echárselo en cara a nuestro amigo-rival Gonzalo cuando lo vimos en la comida… siempre con el buen sentido del humor por delante, como no puede ser de otra manera entre colegas.

Con 4 horas y 35 minutos terminó el sufrimiento para el Coleta y mi “paseo” de acompañamiento. A pesar de todo, el único agonía que hizo la ruta larga y entró delante nuestra fue Dani que hizo un carrerón sacándonos más de tres cuartos de hora y quedando campeón entre los agonías más agonías y gran 8º puesto élite y 15 en la general.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Marcha Resistencia Sierra Huelva (10nov07)




Una nueva expedición agonía avanza de nuevo. Los comentarios positivos del año anterior sobre esta travesía ha arrastrado a nuevos componentes del grupo, que ahora se animan a acompañar a los que repetimos del año pasado.

Algunos hacen la marcha como organizadores (Mario, Angel, Claudio y Juan Antonio) y otros lo hacemos como participantes normales, corrientes y molientes (Calandraka, Coleta y Paquito), más el invitado especial Juan Arreciado.

Dejamos la madriguera preparada para volver a acostarnos, estirilla, saco de dormir… y nos fuimos a cenar, dejando la reunión de organizadores en plena sesión. A la vuelta ya había gente durmiendo y gente intentando dormir. El toque de diana sería a las 4 y media de la mañana.

La salida la hice sin desayunar, como solo pienso en la comida cuando tengo hambre, no me traje nada de combustible para los primeros kilómetros de marcha. Atravesamos todo el pueblo de sur a norte, buscando el inicio del camino hasta los Marines. Juan Antonio corría arriba y abajo tomándose muy en serio las tareas de organización. Les brindé mi ayuda en esos primeros kilómetros ante la falta de efectivos en la des-organización inicial. No hizo falta al final, pero ahí estaba el tío.

Al llegar a los Marines había un coche cargado de plátanos y bebida en la plaza del pueblo. Aunque no estaba previsto para este punto un avituallamiento sólido, los primeros que llegamos cogimos furtivamente unos plátanos. La transición entre la noche y el día nos cogió en Fuenteheridos, justo para apreciar con detalle un sendero hecho por la naturaleza para la bicicleta de montaña. Yo me imaginaba montado en mi nueva Giant Anthem doble haciendo la cabra. Paco aguantaba con mis palos y en principio se los dejo hasta llegar a Jabugo, y después hasta Los Romeros, y luego hasta Aguafría, el Cerro San Cristóbal… en fin, que el nota me hace el rodaje completo de mis palos nuevos que estrenaba ese día.

Durante el día ya vemos a la gente y vamos haciendo amigos… y lo que es más importante… amigas. Después de Aguafría le hago un relevo a Claus en sus funciones de organización para que no se esparríe el ganao, mientras tanto él planta un arbolito. Seguimos el camino hasta subir al Cerro San Cristóbal por otro sendero bicicletero en potencia. Durante la subida conocemos a otra fémina a la que, entre todos, le contamos las excelencias de los Agonías... a saber: “Los Agonías semos esto… y semos aquello… y semos unos fieras… y tenemos unos aparatos… de bicis… y… y …”. No le dijimos que además éramos muy guapos porque nos estaba viendo y se iba a dar cuenta que si no… El ataque en masa cual bando de grajos alrededor de la milana bonita da resultado y la chavala promete entrar en nuestra página web para hacernos una visita.

Bajamos al pueblo de Almonaster a comer. Paco sigue después de la comida, el Coleta también resiste. Hasta Cortegana no sufrimos las primeras y únicas bajas agonías. Paco se retira después de aguantar como un machote y recupero mis palos. Juan Antonio también se retira por un problemón de la ampolla… que no le permite andar… como tendría la ampolla el nota. Los demás seguimos todos.

Los dos últimos tramos, de Cortegana al último avituallamiento, y de aquí hasta Aroche los decido hacer con el grupo de cabeza. A la salida de Cortegana dejo atrás al Coleta y Juan Arreciado, paso a Angel y Claudio que se quedan en un cruce en plan organizador total… me río de ellos en su propia cara y me alejo escuchando la retahíla de insultos y amenazas que me profieren. Después adelanto a Mario, otro “organizador” que se mantiene en una prudente posición, ni muy adelante ni muy atrás, lejos de las órdenes del jefe. El primer tramo lo termino sin separarme del grupo desde que les di alcance. El segundo tramo lo hago andando un puntito por debajo del pelotón de cabeza y trotando para coger otra vez al grupo, así una y otra vez. Otro chaval de Bormujos, maratoniano como yo y que ha participado en maratones de MTB en un tándem con su novia, hacía la misma táctica que yo, ya que era muy difícil andar al mismo ritmo que el pelotón de cabeza.



Había una tía, master 50 por lo menos, que iba en cabeza junto a Jaime, el miembro de la organización que abría camino… como decía Angel, era una galga afgana, aunque como me contó el chaval de Bormujos, no dejaba que nadie se le pusiera a su lado en primera fila. La muy galga metía el codo cuando se colaba algún extraño, como él, delante del pelotón.

Por fin llegamos a Aroche en plan triunfal. Firmamos en el libro y nos fuimos en desbandada buscando las duchas.

- Ahí mismo están las duchas, bajando la calle y a la derecha (nos desinformaba una miembra de la organización).

Después de deambular sin sentido por el pueblo tuve que preguntar a alguien para saber como carajo se llegaba al polideportivo, que por lo visto estaba en las afueras del pueblo. La noche se echó encima, el pueblo lo veía cada vez más lejos y yo no sabía si iba bien encaminado o no mientras me cagaba en to lo cagable carretera abajo.

Al llegar a una nave junto al polideportivo donde se guardaban las bolsas personales de cada participante, me recibe una chavala de la organización a la que le cae toda la tormenta. Por mi boca sale de todo menos bonito. La chavala aguanta el chaparrón con un saber estar que yo no tuve en ese momento. Juan Antonio está con ella y me pregunta qué me pasa.

- Me cago en … ¿Dónde carajo están las duchas? Llevo andando más de 60 kilómetros desde Aracena y ahora tenemos que andar otro kilómetro y pico para ducharnos. Sin saber donde coño está el polideportivo… perdíos por la carretera… ¿en la siguiente calle a la derecha están las duchas?... y una mieeeerda.

Después de la ducha volví a la nave y lo primero que hice fue disculparme con la persona que me aguantó con aquel temple. Ella encima no me culpó de mi reacción y admitió que pudo haber algún fallo en la organización, por encima de todo valoró que me disculpara. Más tarde en la entrega de premios nos vimos de nuevo y terminamos dándonos unos cuantos abrazos... se llamaba Tere y le dí uno de los regalos que me tocó en el sorteo. Eso es lo que yo llamo un final feliz.

Tras el picoteo que nos pusieron y la entrega de premios nos montamos en la camioneta que nos llevaría a Aracena. Todos estábamos cansados. Alguno con más frío que un perro chico se recuperaba de una bajona. Era para vernos al bajar de la caminoneta, como para ir a la Cibeles de pase de modelos. Algunos se quedaban en Aracena a dormir y otros nos volvíamos a Huelva… donde nos esperaba el descanso merecido.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Maratón MTB La Palma (3nov07)



La salida neutralizada de La Palma no tiene nada que envidiarle a algunas carreras de larga distancia. Dio tiempo para mucho, visita turística al pueblo, algunos sustos con frenazos repentinos incluidos, saludos entre conocidos, vendettas y mal de ojos en plan de broma…

- ¡ Calandrakaaaaaa !
- Hombre Cristian, te voy a vigilar de cerca. En Paterna me quedé a 4 minutos de ti, pero hoy te voy a ganar.
- Hoy puede que me ganes. Estoy chungo.
- ¿Y eso?
- El resfriao.

Efectivamente estaba chungo como después me contaron los padres, así que el repaso de hoy no cuenta mucho para ser justos.

Tras el larguísimo recorrido neutralizado, la salida oficial dio comienzo a las afueras del pueblo, con algunos de los ciclistas del club de La Palma esperando a todos los demás en la línea de salida, con dos cojones. Los primeros kilómetros de carretera, más de media hora de pedaleo en dirección al pantano del Corumbel, discurrieron en pelotón compacto y a ritmo suave, salvo algún tironcillo al que reaccioné para seguir con el grupo de cabeza junto a mi compañero Dani.

Se vivió algún momento de tensión en el pelotón cuando rodábamos por la parte final de la carretera en obras, por culpa de los conos que más de uno tuvimos que esquivar, y alguno que otro tuvo que comerse con papas. Menos mal que era en subida.

Seguíamos rodando hacia arriba, pero ya sobre la tierra, y aún con el grupo de cabeza. Fabio rodaba conmigo a esas alturas y se sorprendía de seguir en esa privilegiada posición.

- ¿Ese es el grupo de cabeza?
- Si… ese es.
- ¿Y que hacemos aquí?

Pero esto no iba a durar mucho. En las primeras rampas fuertes no aguanté en el grupo inicial. Dani, que a la postre harían un carrerón, se me alejaba sin poder seguirlo, y en esos momentos empecé a pensar que esta carrera no iba a ir a bien. RKTSalva también me pasaba en las rampas más duras de la subida a la Caba sin poder aguantarle. JCarlos Alcolea y Regino MKM también me pasaron muy rápido sin posibilidad de pegarme a ellos. Esto olía mal, pero afortunadamente esas malas sensaciones iniciales pasaron, en realidad debido a la fuerte salida como de costumbre, y a partir de ahí cogí mi ritmo.

Poco a poco me fui encontrando mejor. Tanto que en la bajada de La Caba, a partir del kilómetro 35, contacté con JCarlos y Regino, rodé con ellos un poco, los pasé, y en la subida a Berrocal incluso les metí más metros de ventaja. Ventaja que JCarlos me neutralizó en el avituallamiento de Berrocal mientras llenaba el bote de agua y cogía alguna fruta, mientras que él, con una táctica de parada 0 me pasó como una bala. Aunque lo fui viendo durante mucho tiempo en la subida de Peñas Blancas, la distancia fue a más, demostrando que las segundas partes de sus carreras son fortísimas.

Al que si veo de nuevo es a Salva, al que me acerco poco a poco en la subida a Peñas Blancas, en esos momentos yo ruedo muy bien, pero él no pasa por sus mejores momentos. Quizás esté pagando ahora ese tirón tan fuerte que hizo kilómetros atrás. Le doy ánimos, pero tal fue la facilidad con la que lo pasé, que en mi interior pienso que voy a meterle mucho tiempo en meta. Al final mi ventaja sobre él no llegó ni al minuto, porque o su recuperación fue muy buena, o mi último tramo por las pistas de Villarrasa fue pésimo, o las dos cosas a la vez.

En el kilómetro 60 como no… el de siempre, el que viene de atrás y me pasa con precisión matemática a los ¾ de todos los maratones, Humberto, acompañado esta vez por el Artefacto. Vienen de atrás viéndome durante mucho tiempo como me contaría después Hbo en meta, y se van igual que vinieron… lenta pero inexorablemente.

Después de coronar Peñas Blancas me encuentro al Misto parado en el camino.

-¿Qué te pasa Misto?
- Que estoy muy viejo.

Tiro de él y rodamos juntos mucho tiempo… los amagos de calambre los controlo y no me llegan a dar. En los inicios de la subida al Manzanito se nos unen a la marcha Toti de Lepe, un compi de equipo suyo y otro invitado. En la última rampa antes de coronar está el Pantera cámara en mano y dando ánimos.

- ¡ Vamos ! Aguanta la última rampa. Ese grupito que llevas es muy bueno.

Los ánimos hicieron efecto y no me rendí. En el avituallamiento nos separamos del grupo Misto y yo. Le doy agua porque creía que llevaba y no se abasteció. Yo cogí al vuelo una bebida isotónica y una botellita de agua, bebí y llené mi bote. Miramos atrás y no se veía a nadie. Nos conviene que nos cojan pero tardan mucho en alcanzarnos. Cuando enlazan con nosotros ya estamos entrando en el tramo más bonito de la carrera, unos senderos con curvas y rampas arriba y abajo que nos llevan al puente de Gadea. Vamos muy rápido, tirando unos y otros sin bajar el ritmo. En la última rampa antes de coger las pistas hacia Villarrasa me separo un poco del Misto y Toti, me quedo solo detrás de ellos y los veo alejarse poco a poco en la distancia.

Lo que viene ahora es un suplicio, pistas anchas con piedras y viento de costado. Llego a Villarrasa junto a Jose Antonio Aguaded Medina, compañero de Toti en el Biciclub Lepe. Iba muerto, pero ya quedaba muy poco, último repecho y bajar a meta. Le digo a mi compi de ruta que entre primero en meta ya que lo veo más fresco y creo que iba conmigo más que yo con él, pero gentilmente me cede ese puesto.

La meta en bajada se agradece y nos basta con dejarnos caer llegando a las 4 horas y 40 minutos. La posición 42 de la general y 19 en master 30 no está mal, sobre todo teniendo en cuenta que este tipo de carrera con tanta pista no me conviene. En Cartaya habrá de todo menos pista, una maratón para hacer la cabra. ¡ Pistas no, bases fuera !

sábado, 20 de octubre de 2007

Paterna MTB Maratón 20oct07




Es sabido que la meteorología es mitad ciencia mitad arte, arte de adivinación, pero si hay un día en que los metereólogos no pronostican sino que aseguran que va a llover, ese es el día de la celebración del maratón MTB de Paterna. El hombre del tiempo se pone en contacto con el club ciclista el Cañoñazo a principios de año y pregunta cuando celebran la prueba para marcar ese día como lluvioso en la zona del condado de la provincia de Huelva. Pero el calentamiento global es un hecho, ya lo dice Al Gore: “Planet is recalentanding… this year is not raining, sequing like mojama in Paterna MTB Marathon”.

La salida fue temprano, sobre las ocho y media de la mañana, pero no hacía ni frío ni calor ni nubarrón amenazador. Los agonías salimos todos juntos: Juan Antonio, Claudio, Vasco, Paco, Coleta, Dani y el burro el último, pero enseguida nos separamos. Coleta y yo pegaditos en la salida neutralizada, aunque después me adelanté al llegar a la salida oficial, a la entrada del carril de tierra. Ahí fue donde avisté a Dani. El pelotón que en principio rodaba muy rápido, ralentizó la marcha y nos agrupamos… pero por poco tiempo, el grupo se estiraba por momentos y me separé un poco de Dani, quedándome en primera posición provisional de los agonías.

En la primera subida fuerte, a menos de 10 kms. de la salida, paso a RKTSalva que va mal, no aguanta el ritmo, al verlo en la meta al terminar la carrera me confirmaría que tenía el cuerpo chungo, no fue su día. Más adelante ruedo un tiempo con RKTCristian. Me encuentro a Fabio pinchado y le recuerdo a Cristian que le toca a él. Se libra de pinchar, pero no se libra de mí hasta muy avanzada la carrera.

Me alcanza JCAlcolea. ¡¡ Titán !!, me grita con un saludo que solo conocemos los que hemos terminado el Titán. En la única rampa bestial que subí andando el nota no pone ni un pie a tierra… más adelante me lo encontré en la cuneta del camino pinchado… no me alcanzó más porque creo que pinchó de nuevo, porque sino me hubiera cogido con toda seguridad.

En el segundo avituallamiento me cojen mi compañero de equipo Dani y Gonzalo del C.C. El Molino, pero ruedan conmigo poco tiempo, se quedan atrás en el sendero que discurre dentro del paraje natural Pata del Caballo. La técnica es una parte importante del MTB y lo demuestro.

En el avituallamiento nº 3 lleno el bote, pero en la bajada pedregosa posterior lo pierdo… el bote me bailaba hasta que terminó por desaparecer de mi vista en uno de los baches, y aunque me di cuenta no me paré a recogerlo… así que me quedé sin agua a falta de 40 kms. aproximadamente para la meta. Me alcanza de nuevo Gonzalo con el que hice casi toda la carrera adelantándolo en las bajadas y cogiéndome en las subidas. Le explico lo sucedido y me da un trago de agua.

En la rapidísima y peligrosa bajada sobre las crestas de colinas romas de vegetación hasta el barranco del Chacho cogí a un grupo donde iba la ganadora en féminas de Dr. Bike Durita Holm y Gonzalo al que atrapé en la bajada posterior a la subida donde me alcanzó por enésima vez. Les quité literalmente las pegatinas, mi bajada sin pecar de falsa modestia, fue de vértigo… como diría Salva en la Sierra Nevada Límite de este año, daba pánico. Llegué al arroyo y subí por el mismo cauce cual salmón con ganas de deshovar.

En mitad del arroyo me encuentro a un nota con una litrona en la mano y un vaso en la otra.
- ¿Quieres un poco?
- ¿Cerveza?
- No serás el primero… ni el tercero tampoco.

Al salir del riachuelo me encuentro un picnic en la misma orilla, sin nadie alrededor y con una botella de Coca Cola de 2 litros en una mesa. Iba sin agua, y la tentación de dirigirme al picnic de los campistas ausentes, cual oso Yogui, y llevarme al gaznate la refrescante bebida se me pasó por la mente. ¿Pero si no me paré para buscar el bote perdido cuando se me cayó, me voy a parar ahora para llevarme una botella de Coca Cola? Pa’lante… o mejor dicho pa’rriba, porque aquí empezaba otra de las subidas gordas, 3,3 kms. seguidos de la cuesta del Chacho.

Desde mi posición dominante vi allá abajo entrando en el barranco a Gonzalo y más tarde a Dani, al que le di un grito de ánimo. Como no, Gonzalo me pasó una vez más pero no le pedí agua de nuevo porque no quise abusar. Con el que si me encontré y le pedí un trago fue al compañero de ruta que rodaba conmigo cuando se me cayó el bote.

Casi al final de la cuesta del Chacho me uno a una pareja del MTB Fuengirola Mijas, vuelvo a pedir agua por tercera vez y me la dan. Tal como este último me dijo, si no nos ayudamos entre compañeros... Rodamos los tres a buen ritmo, entramos en un terreno de bajada, rápido pero no muy técnico… ¿y a quién alcanzo y dejo atrás por enésima vez?, si, a Gonzalo. Aún quedaban unos 20 kilómetros para la meta sin bajadas técnicas y con una subida final. En mi interior me temía que Gonzalo me alcanzara en la última subida del Pinguete, si no antes.

Miraba atrás y no se acercaba. Mis dos nuevos compañeros y yo rodábamos realmente rápido, pero en una zona de repechos hice un esfuerzo excesivo para el momento y me dio un amago de calambre en el muslo. Tuve mucho cuidado para que no me llegara a dar el calambre, porque si así fuera me hubiera hecho descabalgar y perder un tiempo precioso.

Los objetivos de los ciclistas del montón como yo no son subir al podium, sino que nuestras batallitas son otras, y en ese momento mi batallita la libraba con Gonzalo sin que el lo supiera. Mis dos compañeros de carrera se me escaparon, pero Gonzalo no me alcanzó más, y la explicación que yo me daba a mi mismo, aunque no se si será la verdad, era que en las subidas él había abusado de desarrollo largos y por eso me adelantaba y yo había usado más los desarrollos cortos, y ahora las consecuencias se manifestaban en las piernas.

Llegué a la zona de los olivos y a la aldea de Tujena. A lo lejos ya se veía el skyline de Paterna. En los llanos antes de Paterna iba solo y con el viento en contra. Miraba delante y atrás para ver si veía algún grupito salvador, pero no venía nadie. Bajé el ritmo contra mi voluntad, mirando atrás continuamente hasta que apareció ese grupito salvador como por arte de magia. Resucité y me pegué a ellos, di incluso un relevo en un momento de euforia, pero se fue del grupo el más fuerte disgregándose el resto. Me quedé con uno de Herbalife, con el que subí el Pinguete detrás suya sin poder pasarle, hasta que arriba en la cuesta fui el más rápido en meter plato grande, entrando delante suya.

Y con un tiempo de 4 horas y 35 minutos terminé los 93 kms. de competición, perdido en la clasificación general en el puesto número 100 de esta Copa de Andalucía, el 36 en master 30, pero en el primer puesto de la clasificación de los agonías, con lo que me consuelo, ya que cada cual se consuela con lo que puede.

sábado, 6 de octubre de 2007

TITAN (6 oct 2007) By Calandraka




Los triatletas vamos entrando en los boxes y empezamos a colocar nuestras bicis y demás bártulos. Hablo con mi vecino de box y le comento que es la primera vez que hago un triatlón tan largo, me contesta que es la primera vez que él hace un triatlón. Tu ganas, pero al menos sabes nadar mejor que yo… y cualquiera. Me unto vaselina y me coloco el neopreno largo que me dejó Antonio León, con un buff adicional en el cuello para evitar las rozaduras.

La gente empieza a bajar al pantano. Cozi me dice que le doy envidia, aunque si me lo pide le doy mi dorsal y 90 euros. Me meto en el agua y está casi calentita, la caliento un poco más con fluidos corporales. Cozi se mete también en piragua para acompañarme, aunque para que le dejasen tuviera que infiltrarse en la organización, no obstante es la única piragua en el agua. Los nadadores nos dirigimos a la primera boya para la salida. En principio Cozi me sigue, pero sólo hasta la segunda boya, porque después de esta boya ya no lo vería más. En vez de acompañarme, la organización le asignó nuevas misiones que tuvo que acatar. Como por ejemplo quedarse en una boya para comprobar el paso de los competidores, o ir a buscar a nadadores que como delfines mulares desorientados se dirigían a encallar a alguna orilla del pantano.

Aunque en los primeros minutos me costó respirar regularmente, la presencia de la piragua amiga me tranquilizó bastante hasta que cogí el ritmo. El resto de la natación, aún sin la presencia de Cozi, la hice de un tirón y sin ningún tipo de agobio natatorio, el miedo psicológico se había esfumado. Del triángulo formado por las tres boyas, me entretenía por cada lado del triángulo con la vista de la presa, la vista del pueblo de Zahara de la Sierra y el puerto de las Palomas, y la vista al fondo de toda la longitud del pantano. Así el tiempo pasó volando y casi sin darme cuenta me encontré saliendo del agua. Algo mareado subí la larga rampa de 200 metros aproximadamente mientras me quitaba la parte superior del neopreno. Feliz y contento con haber superado mi parte más temida, clavé mis pronósticos del cronómetro (incluido los 200 metros corriendo) en 50 minutos.




Comienza el despelote en los boxes. Noventa kilómetros de bicicleta merecían una prenda más cómoda que un mono de triatleta, así que me coloqué discretamente en una posición lo menos exhibicionista posible, me quite el bañador y me puse el maillot y culotte agonías. Aún así no faltaron paparazzis que captaron alguna que otra imagen comprometida. Ya desde los mismos boxes se empieza a subir, 14 kms. desde el pantano hasta la cima del puerto de las Palomas. Adelanto a varios ciclistas pero sólo uno me adelanta, aunque no es mucho mérito por mi parte porque no creo que hubiera mucha gente en el agua que saliera detrás mía. ¿Cómo puede haber gente que nade menos que yo?. El desarrollo 39x23 me obliga a ponerme de pie y forzar los brazos, algo cansados tras 2 kilómetros de natación.

Por fin llego a la cima con 1h56m de competición y cojo un protector del frío para el pecho. Bajo a Grazalema y adelanto a algún que otro ciclista mientras salto los badenes por las calles del pueblo. Otra subidita al puerto de los Alamillos, una tachuela en comparación con las Palomas y el Boyar. El terreno se vuelve algo ondulado y fácil para rodar hasta Villaluenga del Rosario. Aprovecho para comer algo. Voy con otros dos ciclistas. Le pregunto a uno de ellos si está permitido chupar rueda y la respuesta es negativa, así que vamos juntos pero no revueltos. Desde Villaluenga del Rosario se baja hasta Ubrique, salvo un repecho al pasar por Benaocán. Terreno sube y baja hasta El Bosque y comienza el puerto maldito. Me pasa al principio del puerto Juan Capó, que acabaría campeón en categoría veterano. Desde que hizo el año pasado el medio ironman de Lisboa le ha cogido la medida a este tipo de pruebas.

Adelanto a 2 ciclistas con el maillot de Schweppes, pero no termino de alejarme de ellos, al contrario, a la mitad del puerto me alcanzan, me preguntan que piñón llevo. El 23 es demasiado desarrollo para estas alturas de la carrera. Cómo se me atraganta este puerto, ya en el test que hice en agosto lo pasé mal aquí. Me pareció como si se me fuera a nublar la vista pero aguanto el tirón, me distraigo con las vistas del Salto del Cabrero que tengo a mi diestra. Los Schweppes se mantienen en la distancia con su piñón 28. Veo el final del puerto a lo lejos. Otro Schweppes me adelanta sumándose a sus otros dos compañeros que van por delante. “El NO no existe, vamos”, me animan un grupito de mujeres desde el borde de la carretera justo antes de culminar el puerto. Bajo hasta el cruce de Grazalema pero esta vez en vez de bajar al pueblo subo de nuevo al puerto de las Palomas por la otra cara, lo que se ha dado en llamar las Palomitas. Son 3 kms. y pico que no conocía, y me lo esperaba como un infierno después del sufrimiento del Boyar, pero contra todo pronóstico lo subo sin problemas, me recupero e incluso contacto con los 3 Schweppes en la cima, marcando 4h57m mi cronómetro. Allí está Charo en toa la pingoleta de las Palomitas, donde ha subido con su Giant doble para tomar algunas fotillos.




En la larga bajada dejo atrás a los 3 Schweppes. y vuelo al pantano a dejar la bici para iniciar el último segmento. Me bajo de la bici y al cambiarme los zapatos me da un tirón en los cuadriceps que me derriba al suelo gritando de dolor. La reportera Txarini, que había comenzado a bajar el puerto de las Palomas tras de mí, ya está allí cámara en mano captando mi agonía. El infiltrado Cozi que hace funciones de organización en los boxes me ayuda estirándome la pierna, poco a poco se me alivia, pero me avisa que la organización no puede intervenir. Un juez se me acerca y me pregunta:

- ¿Vas a continuar?
- Claro. (En los extertores de la muerte que me encontraba lo más lógico para él era abandonar).
- Si es así tengo que amonestarte con tarjeta amarilla.
- ¿Por qué?
- Porque no puede ayudarte nadie de la organización.
- Ah vale.

Y parsimoniosamente, casi pidiéndome disculpas, me enseñó la tarjeta amarilla, en plan árbitro de fútbol inglés.




Empiezo con cuidado a correr temiendo que el tirón me deje otra vez tirado en el suelo. Primero vamos en dirección a Algodonales. Cuesta abajo y cuesta arriba sin ningún llano para relajar las piernas. Conforme me acerco a Algodonales me cruzo con gente que ya vuelve, Juan Carlos primero, que haría un tiempazo y después con Cesáreo que venía andando algo tocado. En una cuesta me pongo a andar por primera vez, pero el cartel de 1 km. a Algodonales me anima y empiezo a trotar de nuevo. Entrando en el pueblo un policía local en moto me indica el camino, doy la vuelta a la plaza y unas niñas me echan agua. Todo el agua que iba recolectando de los avituallamientos me la bebía o me la echaba por encima.

Ya de vuelta veo a lo lejos Zahara de la Sierra, pero antes tengo que subir la cuesta hacia la presa. La subo andando a paso rápido, ya que avanzo casi igual que trotando. Al llegar a la presa llevo exactamente 7 horas y hago mis cálculos. A ojo calculo unos 3 o 4 kilómetros, tengo entre 10 y 7 minutos y medio por cada kilómetro para bajar de las 7 horas y media en el crono final, todo esto si llevo razón en la distancia.




La reportera y el infiltrado me acompañan, una en bici y otro corriendo. Me dicen que hay 7 kilómetros hasta la meta. Si es así no voy a poder bajar de las 7 horas y media, porque el tramo final es muy duro y seguro que haré tramos andando. Me desanimo un poco, pero según me acerco al pueblo voy escuchando los altavoces de los organizadores, cada vez estoy más cerca. Ya queda poco, unos 300 metros según la gente que responde a nuestras preguntas. Cozi y Txarini siguen ahí acompañándome y animando en todo momento. Parece que mi cálculo de la distancia era mucho más aproximado que los 7 kilómetros que me decían. Puedo conseguirlo. Casi me hicieron falta crampones y piolet, pero al fin escalo sin ni siquiera usar arnés de seguridad hasta la plaza del Ayuntamiento donde estaba instalada la meta. 7 horas y 24 minutos es el tiempo final. Prueba superada. Soy Calandraka, pero podéis llamarme TITÁN.

sábado, 1 de septiembre de 2007

2º Test para el Titán: El TITANLUZ (1sep07)




Pues sí, que nombre tan precioso y apropiado para esta prueba que me acabo de inventar. Si algún patrocinador me pusiera unos cuantos Binladens de los moraos encima de la mesa le daría mis derechos de autor y todas mis bendiciones para organizar la carrera, eso sí, el nombre de la prueba ya no es negociable: “TITANLUZ”, para eso nació como un test del Calandraka para el Titán en la Costa de la Luz. La historia por la que nacería este engendro sería la siguiente:



El 1 de septiembre se celebró la travesía a nado del Guadiana. Dos kilómetros y pico de recorrido desde Vila Real de Santo Antonio hasta Ayamonte. Con la mente puesta en el Titán se me ocurrió la idea de, una vez acabada la travesía a nado, volver a Huelva en bici. Efectivamente con la colaboración inestimable de Charo a los mandos de la piragua rémora y de Jesús al volante de mi coche, podría realizar la idea que me rondaba en la mente. Charo era imprescindible para cruzar a nado la desembocadura del Guadiana como acompañante, para mitigar mi miedo escénico a las agua abiertas, y Jesús era muy importante también para llevar mi coche de vuelta a casa mientras yo volvía a pedales.



La travesía comenzó sobre las 6 de la tarde. En el pantalán de salida me coloqué en la última posición para evitar aglomeraciones ni golpes. El mismísimo David Meca, sobre una lancha neumática y altavoz en mano, dio la orden de salida. El agua estaba fresquita y la corriente ayudaba a los nadadores mucho más que el año pasado. La piraguista me guiaba en la dirección correcta, así que no tuve que levantar mucho la vista al frente. Nadé con fuerza en cada brazada y a buen ritmo, y a pesar de eso no llegué muy cansado a la meta. El tiempo final fue de 33 minutos y 40 segundos, casi 9 minutos menos que el año pasado, aunque el efecto de la marea hace difícil la comparación.



Una vez fuera del agua me fui directo al coche. Antonio León, que pasó junto a mí camino del polideportivo donde se efectuaría la entrega de premios, me comentó con algo de sorna la penosa transición que estaba haciendo. En realidad me lo tomaba con calma, aunque no con tanta parsimonia porque no sabía que tiempo iba a echar de Ayamonte a Huelva en bici y no quería pillarme los dedos con las horas de luz que quedaban.



Hice una paradita en la gasolinera para llenar las ruedas por recomendación de Jesús, me comí un plátano, y puse rumbo a Huelva un cuarto de hora pasadas las 7. El inicio es una cuesta to’parriba que subí a plato con un poco de ayuda de popa. El cartel indicador marcaba 58 kms. hasta Huelva, aunque quizás por la nacional, a través de Lepe, Cartaya y Aljaraque-Corrales el recorrido sean más aproximados a los 55 kms. El viento me fue favorable durante casi todo el recorrido y me planté en Huelva en 1 hora y 24 minutos.



Al llegar a casa, todavía con el sol, me cambié, bebí y me dispuse a empezar el último segmento del Titanluz: un recorrido a pie por el paseo marítimo, subida al Conquero por la cuesta de la Cinta y bajada hasta la plaza de toros, en total otros 25 minutos y algunos segundos con un buen desnivel para terminar. Aunque después de esta crónica lo más seguro es que este test se convierta en un clásico en la temporada triatlética de Huelva.

jueves, 23 de agosto de 2007

Test para el Titán (jueves 23ago07)


Desde Zahara de la Sierra se ven las curvas de herradura de la carretera que lleva al puerto de las Palomas. Una carretera se suele denominar como, por ejemplo, segura, peligrosa, rápida, lenta… pero es que esta carretera es simplemente: bonita. El día del Titán, los boxes con las bicicletas estarán esperando a los triatletas junto a la presa del embalse de Zahara, pero para este test, el punto de partida lo tomaré desde la salida del pueblo. Aprovisionado de fruta y alguna barrita, aparte de la inestimable ayuda del coche de apoyo de Charo que me iría pasando agua de repuesto, comencé a subir desde la primera pedalada. A medida que ascendía iban apareciendo personas mayores saliendo de no se sabe donde y andando arriba y abajo como si fueran vivos murientes, saliendo a la carretera de entre los árboles y escabulléndose en el campo. Con estos entrenamientos no me extraña que estas personas mayores estén en tan buena forma. Los ancianos de esta edad que en Huelva estarían sentados en sus sofás, aquí hacen escalada por el puerto de las Palomas, y a veces cargados de bolsas.

Desde el principio, por tal de no forzar mucho la musculatura todavía en frío, metí el piñón más grande con el plato chico (39x23), aunque más adelante comprobé que esa combinación iba a ser la única posible para mi flaca Flanders el día de la carrera, e incluso creo que se puede quedar algo larga teniendo en cuenta que en algunos tramos hay que ponerse de pie sobre la bici y que venimos de hacer 2 kilómetros de natación con lo que los brazos no estarán muy firmes para seguir aguantando más esfuerzo al menos en este primer puerto.

El puerto de las Palomas tiene algo más de 10 kilómetros desde Zahara, a los que hay que añadir casi 4 kms. más aproximadamente si salimos desde la presa del embalse, todos de continua y dura subida aunque la belleza del paisaje que nos envuelve suavice un poco los pensamientos de suicidio. Efectivamente nos rodea un paraíso de vegetación. A mitad de la subida nos encontramos a mano derecha la Garganta Verde, impresionante barranco con paredes de vértigo donde habitan los buitres leonados. También a nuestra derecha, un poco más adelante, vemos la Sierra del Pinar y un pico en forma de pirámide frondosa que esconde tras ella un bosque de pinsapos. La vista por la parte izquierda de la carretera no es menos espectacular, pues divisamos en el vacío, casi en su totalidad en la lejanía el embalse, el pueblo de Algodonales en la falda de la Sierra de Lijar y el torreón del castillo de Zahara bajo el cual se asienta el pueblo aunque desde aquí no lo veamos.

Me voy acercando cada vez más al puerto, a unos 1300 metros de altura según el cartelito y ahora comienza la bajada. A unos 3 kms. dejamos en un cruce a mano derecha la carretera por la que volveré después de dar la vuelta al circuito. Seguimos bajando otros dos kms. más hasta el pueblo de Grazalema. Continuamos la bajada hasta comenzar la corta subida al puerto de los Alamillos, coronando a unos 800 metros de altitud, a partir este punto es el momento propicio para comer ya que la bajada posterior es más suave. Toboganeando pasamos junto a Villaluenga del Rosario desde donde bajamos hasta Ubrique. En esta larga bajada solo nos encontraremos dos repechos de subida. Uno cerca de Villalonga del Rosario y otro justo antes de pasar junto al pueblo de Benaocaz.

Dejamos Ubrique a la izquierda sin entrar en el pueblo y seguimos con tendencia a bajar hacia El Bosque, pueblo que bordeamos para seguir la carretera hacia Benamahón. Al principio me atrevo a bajar piñones hasta el antepenúltimo, pero pronto vuelvo a mis 23 dientes del piñón grande que no dejaré en los 14 kms. hasta culminar el interminable puerto del Boyar, a unos 1100 metros de altitud. Bajamos unos 2 kms. hasta el cruce que en el día de competición seguiremos a la izquierda en dirección a Zahara subiendo otra vez al puerto de las Palomas en una subida de 3 kms. desde este cruce que se denomina como las Palomitas. Pero eso será en la competición, porque este día el test termina donde yo quiera y como estoy hasta los mismísimos de subir sin parar giro a la derecha y voy directo al camping de Grazalema donde me voy a dar una ducha y a comer un bocata de tortilla que no se lo salta un galgo.

Con un tiempo de 3 horas y 40 minutos, y con unos cuantos kilómetros por hacer aún del recorrido oficial del Titán, creo que las expectativas iniciales de 4 horas sobre la bici van a ser muy optimistas, así que haciéndome una idea los más realista posible, la duración del tramo en bici pueden ser de 4 horas y media a 5 horas, siempre y cuando no ocurra ningún percance ni me visite el hombre del mazo. Lo más importante de todo es que: “Ahora sé donde atacar”, aunque no menos cierto es que el problema no es saber sino poder.

sábado, 28 de julio de 2007

Río Barbate y Acantilados de Caños de Meca (14-15 jul07)




Río Barbate.

Entre esqueletos de barcos muertos y moribundos bajamos nuestras piraguas a la orilla. Ni la vista ni el olfato nos deja muy buena impresión de la bajamar del río Barbate, aunque eso pasa en las mejores familias de ríos, si no que se lo digan al Ganges, que encima dicen que es sagrado.

El viento se hacía notar a primeras horas de la mañana, aunque no sería hasta la vuelta cuando nos acordáramos del dios Eolo y to sus castas. Desde la desembocadura del río Barbate nos dirigimos río arriba en dirección a Vejer de la Frontera. Dejamos atrás el viejo puerto y empezamos a ver mariscadores metidos en el fango y el agua apañando berberechos y almejas. Cruzamos el puente y nos paramos un poco para reagrupar. Nuestra marcha no es que fuera un tormento, más bien al contrario, era un paseo, nos parábamos a hablar con los mariscadores, a contemplar el paisaje, a dejarnos llevar por el viento hasta la orilla. En una de esas paradas en medio del río, el viento nos empujó al fango donde Cozi nos deleitó con unos berberechos crudos que según él eran delicatesen.

A las afueras de Barbate hay un barrio formado por casuchas de lata al que le adjudicamos el nombre de Villa Chabolo. Muchas de las casas estaban adosadas a lo largo del río, junto a unos muelles de madera donde los propietarios de las mansiones plateadas amarran sus embarcaciones de lujo, de lujo quedan amarradas quiero decir, porque no se las lleva el agua. El río se iba estrechando poco a poco, perdiendo su apariencia y fauna marismeña con cada tramo que avanzábamos. Ya se veía en lontananza las casas blancas de Vejer de la Frontera, allá en lo alto. Suerte que los ríos no son como las carreteras y no tienen puertos de montaña.

La estrechez del río era cada vez mayor. Empezamos a ver patos levantando el vuelo a nuestro paso e incluso alguna focha furtiva se escurrió entre las cañas. Tuvimos que atravesar algunos tramos del río con cañas acumuladas en el cauce. Pasamos con dificultad apoyando los remos en las cañas y desplazando la piragua con movimientos del cuerpo, deslizándonos poco a poco sobre la vegetación. En uno de esos tramos de cañas descubrimos un nido con 7 huevecitos de patos al que le hicimos un reportaje fotográfico. Entre tanto pato suelto, a mi y al Cozi se nos fue despertando poco a poco nuestro instinto cazador. En uno de los avistamientos nos marcamos un sprint tras un pato que en vez de alzar el vuelo empezó a aletear y andar sobre el agua. Como no cesábamos en nuestro empeño el pato no tuvo más remedio que sumergirse. Esa táctica que antes habíamos observado en los cormoranes era un comportamiento inédito para nosotros tratándose de patos. El caso es que no lo vimos más, se escabulliría entre las cañas de las orillas sin ser visto, el caso es que se fue por patas.

Más adelante nos encontramos otro tramo cañero. Sobre las cañas acumuladas en el río incluso había crecido vegetación. Como no se veía el otro extremo y no sabíamos si podíamos seguir pensamos en bajarnos y andar un tramo bordeando el río para ver un poco más allá. Bueno, en realidad yo lo pensé pero Cozi lo llevó a la practica. El nota se bajó de la piragua ni corto ni perezoso y se metió casi hasta la cintura en el fango de las orillas. Como no podía dar un paso sin hundirse desistió y volvió al río de donde nunca debió salir. Se dio un chapuzón, se subió a la piragua y como arrastrábamos hambre para parar un tren allí mismo sacamos los víveres y nos lo zampamos. Hasta aquí habíamos llegado y nos conformamos con eso. Dimos marcha atrás aunque sabíamos lo que nos esperaba, el mismo camino de vuelta, pero con la marea subiendo y con el viento en contra.

Cuando el río se ensanchaba un poco comenzamos a divisar unos bancos de peces compactos. Los instintos cazadores volvían a aflorar. En pareja ideábamos las tácticas para el acecho y captura. Intentábamos rodear a los bancos para llevarlos a la orilla, e incluso si hacía falta soltábamos algún palazo con nuestro remo sobre la superficie del agua con la esperanza de alcanzar algún pescaito y dejarlo atontado del golpe de remo.

Lo más cerca que estuvimos de pescar fue cuando a la ida al Cozi se le metió dentro de su piragua un pescaillo que huía no sabemos si de nuestras propias piraguas o de los peces grandes que de vez dibujaban una estela al nadar cerca de la superficie e incluso saltaban fuera del agua de vez en cuando.

Entre estos entretenimientos nos acercábamos más a Barbate. El viento me quitaba las ganas de remar, Charo se defendía bastante bien en su autovaciable mostrando una gran resistencia mientras Cozi estaría intacto aún en sus fuerzas según confesó después. A nuestra vista aparecía Villa Chabolo que a estas horas estaba más ambientada, con gente bañándose aprovechando la marea alta. Un poco más y ya estaríamos en el punto de partida. Cargamos las piraguas, fuimos a la playa por turnos para quitarnos el sabor a marisma y Cozi intentó volar su cometa. Nada más. Nos fuimos al camping, mañana tocaba la mar salada.




Acantilados de Caños de Meca.

El camping “El Faro” de Conil donde nos alojábamos estaba repleto. Entramos de noche y tarde después de no poder entrar en otros tres que estaban llenos hasta la bandera. En recepción al ver que veníamos de Huelva nos hicieron un halago a nuestro Recre, bueno en realidad mío solo. Una de las consecuencias de que los campings estén repletos en verano es que hay muchas más posibilidades de que te toque gente ordinaria y que se cree que están solos en el mundo. Las dos noches tuvimos que aguantar a uno de esos grupitos con sus voceríos a altas horas de la noche. En fin, era de esperar, ni que estuviéramos en Escandinavia. Nos despedimos del camping después del desayuno y nos fuimos en dirección a la playa.

Encontramos un aparcamiento al final de los Caños de Meca para bajar las piraguas. La marea estaba muy baja y al final de las escaleras había un salto de unos 3 metros aproximadamente. No nos supuso mucho problema para alcanzar la arena de la playa. Tras un pequeño baño nos montamos en nuestras piraguas. El agua estaba clarita y quieta. Fuimos en dirección a Barbate paralelo a los acantilados. Desde el agua se veían los caminitos que utilizamos un par de meses atrás allá arriba en los acantilados, cuando los Agonías&Company atravesábamos el paraje natural de las Breñas en una de nuestras etapas de la Transandalus.

La autovaciable de Charo, modelo “kea”, se comportaba mostrando unas cualidades muy marineras y una rapidez extraordinaria, o al menos eso decía Charo mientras nosotros sonreíamos para nuestros adentros. Íbamos relajados observando los acantilados y disfrutando de las vistas. Había pequeñas calitas aunque al subir la marea desaparecerían. No sabíamos si parar y bucear un poco o seguir. Al final seguimos remando pero poco a poco el viento se fue levantando y el agua se iba ondulando cada vez más. Yo propuse seguir hasta Barbate, pero Cozi y Charo en mayoría, y con razón, me hicieron ver que lo más prudente era volver. En caso de vuelco, los acantilados eran un compromiso. Nos dimos la vuelta. Al venir las olas de popa la estabilidad empeoró un poco, aparte que las olitas se iban poniendo cada vez más violentas.

Llegamos a la playa de Caños de Meca con alivio. Unos alcanzando la misma orilla y otros, osea yo, volcando antes de tocar tierra. Adentramos un poco las piraguas y nos unimos a la multitud playera, aunque no nos unimos a su costumbre de desnudarse. En realidad era una minoría, muy llamativa, pero minoría al fin y al cabo, y nada atractiva para un hombre... heterosexual al menos. Cuando nos cansamos de playa, de olas y de cosas colgando nos fuimos. Subimos las piraguas por las escaleras del otro lado del aparcamiento, por la parte del bar, nos dimos un último baño final y a comer camino de casa. Nos zampamos tres platos de atún encebollao por cabeza con tinto de verano en abundancia. A partir de ahí empezó para mi el calvario de una gastroenteritis que en principio achacábamos al agua del camping y que me dejó 10 días en el dique seco y más flojo que el pellejo breva. Al parecer fui el más afectado, seguido de Charo que también estuvo tocada. Todos menos el Cozi, que estaba inmunizado con sus baños en las aguas estancadas del río Barbate y con su secreto, el kéfir, que a partir de entonces cultivamos en nuestras propias casas para intentar convertirnos en superhumanos inmunes a los problemas intestinales.

sábado, 7 de julio de 2007

Triatlón “Kumgang Dymanic Pinares y Playas de Cartaya” 07julio07


7 del 7 del 7 podría ser la cita satánica de los adoradores del triatlón, o más bien raid. Fue el día de una prueba original y que seguro gana adeptos conforme pasen las ediciones y se corra la voz. Tan sólo hay que ver que los actuales bicampeones, la pareja del Triatlón Punta Umbría “solo” quedaron terceros por detrás de la pareja bartolina Hermanos Macías, la pareja Fabio y Juan Carlos alcoleana y justito por delante mía y de mi compañero, la pareja Agonía formada por Coleta y Calandraka, birlándonos la tercera plaza casi en la línea de meta. Pero no nos adelantemos... todo a su debido tiempo.

Corría el año 2005 y las uvas dieron paso al 2006. Pero no fue hasta el 2007 cuando se desarrolla esta historia... bueno, al grano, el caso es que el 7 del 7 del 7, aparte de San Fermín, fue una fiesta del deporte y la naturaleza en Huelva. Veinticinco parejas en el agua montadas en piraguas descubiertas dobles esperando el chupinazo. El primer segmento eran 7 kilómetros de paleo desde el Lancón (antiguo punto de comienzo del puente que nunca se terminó entre el Rompido y el Terrón) y un muro de piedra en un caño perdido de las marismas cartayeras.

La salida fue un poco caótica para algunos. Hubo golpes de remos contra las piraguas por coger un lugar en el pelotón de cabeza. Hubo piraguas que se cruzaron taponando a otras (algunos de los damnificados fuimos nosotros y la pareja alcoleana Manu-Rubén). El grupo de cabeza se nos escapó pero nos mantuvimos en toda la carrera a una distancia casi invariable y equidistante entre el grupo de cabeza y el resto del pelotón perseguidor. Mi coordinación con el Coleta que estaba en la parte trasera del kayak fue a mejor, y salvo alguna corrección brusca en la dirección desde la popa para alinear la piragua, no tuvimos muchos más problemas que el de la tendencia de nuestra embarcación a escorarse hacia la derecha corrigiéndolo con remadas fuertes con la pala diestra, ¿defecto de remada?, ¿de la marea?, ¿de la piragua?, ¿de la conjunción planetaria?... quién sabe.

Nos aproximábamos al punto de retorno. Ya volvían a meta el equipo TriPunta en cabeza, los bartolinos andaban al acecho junto con los alcoleanos Fabio-JCarlos y... ¡¡Ostras Pedrín!! casi me tuve que frotar los ojos ante mi incredulidad... la pareja mixta formada por “Motor Fuera Borda” Cozi y “Mascarón de Proa” Txarini que iban también en cabeza... (esos eran los roles que yo les asigné a cada uno de los componentes del equipo reketekemao, aunque Txarini alegó posteriormente que ella también remaba). Llegamos al punto de retorno, no nos acordábamos de nuestro dorsal y la organización tenía que apuntarlo. Como no se veía con los salvavidas que llevábamos puestos tuvimos que parar y el Coleta me levantó el chaleco para mirar el dorsal en mi espalda. Fueron segundos perdidos que en piragua son vitales porque es muy difícil recuperar los metros de desventaja. Aún así conservamos la misma posición y llegamos a la orilla en el puesto número 11, tras 50 minutos en el agua.

En la orilla cogí las zapatillas y los calcetines, me senté en mi piragua y con los pies en el agua me quité la arena y me calzé. Cogí dos botellas de agua, una para mí y otra para mi compi. La otra pareja alcoleana (de las muchas que había) Manu-Rubén nos adelantaron en la transición mientras el Coleta se tomaba su tiempo. ¿Estamos?... ¡¡Vámonos ¡¡. Coleta aguantó el tirón dignamente, aún no estando habituado a la carrera a pie. Yo iba a su ritmo porque no servía para nada llegar antes uno que otro, ya que en los controles había que llegar juntitos. Como después me comentó lo pasó fatal en este segmento casi sin poder levantar los pies del suelo. Al final, para adelantar algo tiré un poco para adelante y coger mientras tanto la brújula y el rutómetro para ahorrar tiempo. Después de este tramo adelantamos algunos puestos, saliendo en bici en el puesto 8º o 9º. Mi cronómetro marcaba 1h 20m al empezar a pedalear.

Iniciamos el segmento de orientación en bicicleta de montaña. Toda la buena sintonía y ánimos de los segmentos anteriores dieron paso a las primeras discusiones sobre la bicicleta por culpa del rutómetro.

- ¡¡ Illooooooo, qué dice el rutómetro, cojone!!.
- Sin mosqueos eh!, a mi no me hables así. Si te pones en ese plan lo llevas tú.
- Po trae pacá. Mira que venir sin el soporte pal rutómetro.
- Me tengo que encargar de tó, encima que te he inscrito y he estao llamando pa informarme?
- Eres un desastre quillo.
- No te queje má ompadre, que te queja má que siete viejas.
- Saca la brújula.
- Toma...ande está el norte?
- Pallá.
- Enga.
Lo llevábamos en la mano al no disponer de un soporte para la bici, poca preparación y previsión si que hubo en esta pareja, pero las cosas estaban así y no era momento de mosqueos. Al principio tiré yo, cuando se recuperó el Coleta de la carrera a pie tiró él, después yo y así fuimos pedaleando por terrenos duros por la calor, la arena y los tramos de enduro por donde rodábamos. Como la consulta del rutómetro, que se deshacía en las manos del Coleta, se hizo complicada, optamos por el viejo truco de seguir al que estaba delante nuestra o en su defecto seguir las huellas de las ruedas.

Adelantamos a varias parejas, entre ellas la que finalmente quedó 5ª formada por mi antiguo compañero de MTB Alex&Companía. En cabeza, como supimos más tarde iban los Bartolinos y la pareja Jesuli&Isra, estos últimos sufrieron una caída y una pérdida que los alejaron definitivamente de los puestos de cabeza. Un poco detrás iba la pareja alcoleana Fabio&Jcarlos junto a otros equipos. Los teníamos a la vista. ¿Para qué queremos brújula ni rutómetro si tenemos a una pareja que va rápido delante nuestra perdiendo su tiempo en consultar la ruta y que además no se equivoca... “demasiado”?.

En realidad seguir a una pareja es bueno si van en la dirección correcta, pero si se equivocan, tu también te pierdes. No fue el caso. Los cogimos y rodamos juntos durante la segunda parte de este segmento ciclista. Ibamos bien... bastante bien diría yo, en realidad íbamos mucho mejor de lo que creíamos. Hubo un momento de confusión donde nos juntamos varios equipos. Era junto al punto de control número 6, el último, tan sólo había que llegar a la meta, pero donde coño estaba la meta. Fabio leyó el rutómetro... “la fuente de piedra... sé donde está eso, vámonos”. Era el final, ya no hacía falta rutómetro. Nosotros no sabíamos donde íbamos, solo seguíamos a Fabio y Juan Carlos.

Nos incorporamos a una pista en descenso mientras pasaba por allí como dos balas la pareja TriPunta. Los cogimos y los dejamos atrás. Entrábamos en la zona de recreo, la Pradera de San Isidro, frente al Karting. Rodábamos con más tranquilidad de la cuenta, tanto que nos cogió de nuevo la pareja TriPunta. Eramos tres parejas, los Alcoleanos dirigiendo, los Agonías y los TriPunta. Pensábamos que rodábamos en el puesto 6º o 7º. Por nuestra cabeza no pasaba la idea de lo que nos estábamos jugando en realidad. De pronto la meta se puso delante nuestra sin esperarlo, el Coleta me avisaba, yo en ese momento rodaba detrás de él, no lo oí, el equipo TriPunta pasaba delante nuestra a 10 metros de la meta, entre los alcoleanos y nosotros. En meta nos dijeron nuestro puesto. Sois cuartos. ¡¡ Me cago en toooooooooooooo !!. Sólo hubiera hecho falta un arreón final para subir al podium. El Coleta echaba humo... me odiaba a muerte. Yo le amaba, bueno es mentira, pero al menos no había odio:

- Por qué no has sprintao cabrón.
- Yo que sé, yo creía que la meta no estaba aquí todavía.
- Pero si te he gritao... ¡¡ ahí están las columnas !!.
- Qué columnas, ni columna...no he escuchao ná, mamón.
- Joder tío hemos perdió el tercer puesto por tu culpa.
- Coleta no pasa ná coño, que somos los cuartos, que tenemos trofeo y dinerito.
- Que yo quería ser tercero.
- Que cansino... venga ya coño, a mis brazos.

Y entre miradas encendidas aún por el resquemor nos dimos un abrazo que selló nuestra reconciliación, al menos superficialmente. Solo pasó un rato para borrar los malos sentimientos. El tiempo lo cura todo. Ahora somos una pareja feliz. Repusimos fuerzas con la suculenta comida que nos ofreció la organización a base de paella y sardinas asadas sazonado todo ello con vino de la tierra y cerveza.

Después de todo es la primera prueba por parejas a la que voy con el Coleta. No se si será la última, pero si seguimos a este ritmo deberíamos pensar en abrir una cuenta para meter los primeros 50 eurazos que hemos ganado hoy y los millones que vengan después, y quién sabe si en un futuro tendremos que alquilar un local para guardar nuestros trofeos...

Como moraleja final habría que tomar ejemplo de este tipo de pruebas. No sólo se hacen buenas pruebas si las organizan las federaciones y para ejemplo solo hay que recordar la prueba triatlética de montaña del Castillo de las Guardas, donde la federación no aparece porque los organizadores no quieren pasar por su aro...o al revés, y vaya prueba emblemática y bien organizada que se montan entre el Club MTB del pueblo y el ayuntamiento.

Y otro buen ejemplo es esta prueba, más cercana al Raid que al Triatlón, organizada por el Patronato de Deportes del Ayuntamiento de Cartaya y el club Kumgang Dynamic, bueno, bonito y barato... quien da más.

domingo, 1 de julio de 2007

Regata Internacional Subida del Guadiana 1 julio 2007


Debido a un malentendido horario llegamos al Club Marítimo de Huelva justo cuando el carro del Club Abedul estaba ya cargado con las piraguas y dispuesto a salir. Con las prisas montamos mi piragua y la del Coleta con la mala suerte por mi parte de hacer un esfuerzo brusco al cargar mi piragua que me provocó una contractura en la espalda que me molestaría bastante para el resto del día.

Llegamos a Vila Real de Santo Antonio. La marea seguía bajando y junto con el fuerte viento en contra que hizo todo el día provocó el retraso de la salida. Media hora más tarde de lo previsto con la marea comenzando a subir, salimos todas las piraguas en la categoría “turismo”. Ese nombre no coincide mucho con lo que íbamos a hacer, ya que los 35 kilómetros que nos quedaban por delante (Google Earth dixit) no iban a ser precisamente un paseo, sobre todo con el tremendo viento en contra que nos acompañó todo el tiempo.

No habíamos pasado aún debajo del Puente Internacional del Guadiana (a unos 5 kilómetros de la salida) cuando comenzaron a adelantarnos las piraguas de “carretera”, aunque salieron media hora después. Se habían alejado ya no sólo las piraguas de “carretera”, sino las piraguas todo terreno ó PTT que iban de “turismo” según decían. Por delante ya no se veían ni Rubén Bombero con su Barracuda, ni Dani Rompido con una Seayak, ni Benito Rompido con su piragua de fibra de vidrio nueva, ni siquiera Cozi RKT con más mérito aún con su Capri de eslora mucho más corta... y en fin casi todos.

Un guiri que iba en una piragua de “carretera” pero en plan turismo me preguntaba si la lancha que veíamos a la derecha era el bote de ayuda.

- It is the help boat?
- I think so. If you can´t (con el pellejo) it’s better to come back right now (mejor dar la vuelta ahora mismo).
- It’s the first time. (la excusa de ser la primera vez... hijo mío porque te metes 35 kms. del tirón para ser la primera vez).

Lo dejé atrás y pasamos el puente. Justo después nos adelanta al Coleta y a mi una mujer en piragua de competi. Al llegar a mi altura me dice:

- No teneis valor...
- Cómo lo sabes.

La mujer (que al final quedó primera en féminas veteranas) me miró con cara mitad de admiración y mitad de pena por hacer la “carrera” en una piragua de travesía de 25 kilos y por el ritmo cansino que llevábamos.

Poco después de atravesar el puente vimos en la margen izquierda del río una piragua descubierta doble. Habían parado a comer parte de su cargamento de tupperware (en lo sucesivo taperwer) que nos enseñaron en la salida. Estos dos si que tienen valor de verdad. Nos seguían pasando gente, otra piragua doble, esta vez de carreras y manejada por dos féminas, una blanquita y una mulatita que hacían una composición bastante exótica y que nos gustó mucho más que los maromos tripulantes de la otra piragua doble.

No llevábamos un tercio de subida cuando ya pensamos en hacer una paradita para estirar las piernas y descansar el culo. La excusa perfecta fue una especie de muelle rudimentario en forma de rampa de piedras que aprovechamos para descansar un poco, ver pasar al equipo taperwer y a otra piragua roja más que increíblemente iba aún detrás nuestra. Era el último... hasta ese justo momento en que nos cedió el dudoso honor a nosotros.

¡¡ Qué paquetes !!. Vámonooooos. Si al menos tuviéramos un taperwer lleno de comida en vez de la barrita energética que nos tuvimos que zampar. Reiniciamos la marcha a nuestro pesar... ¿no estamos en la categoría turismo...para qué tanta prisa?. Que suplicio.

Pronto alcanzamos al de la piragua roja que iba a su ritmo cansino. El bote escoba, cual buitre carroñero iba acechando a los moribundos. Allí vimos montado al guiri con su piragua de remolque. La idea de abandonar rondaba ya por la cabeza de mi compañero cuando me pidió que lo avisara cuando lleváramos 3 horas de marcha.

Contuve a mi compañero de ruta que quería hacer otra parada, aconsejándole que parásemos en el pantalán del pueblo que se veía a lo lejos. Sería en Foz de Odeleite, en el kilómetro 19, donde nos dijeron que quedaba poco menos de media travesía aún. Paramos sin bajarnos de las piraguas. Yo solo quería seguir y terminar con esto cuanto antes. El Coleta también quería terminar cuanto antes, pero mucho antes que yo. La idea de abandono se convirtió en grito en el Coleta que desde atrás me llamaba para abandonar. El nota no se lo pensó mucho y aunque me vió que yo seguía, se subió a la barca.

- ¡¡ Carlooooos, abandonaaaaaaa !!.
- ¡¡ Noooooooo, sigueeeeeeeeeee !!.

Su sufrimiento había cesado, mientras a mi me quedaban dos horas más de paleo. Y ya no era solo el viento y los kilómetros los que me mortificaban... ahora tenía que aguantar a ese Coleta gritando en la cubierta del bote escoba:

- Calandrakaaaaaa, abandona yaaaaaa... Súbete a la barcaaaaaa... No te quea naaaaaa... No te da vergüenza que te va a adelantar ese hombre mayor...

Esto es lo úrtimo... ¡¡ me tenía que dar vergüenza a mi !!, ¿A MI , que seguía paleando como un jabato? y no a él, que estaba subío en la pingoleta de la barca con su piragua de reata....¡¡ Oh, nooooo !! Que el viento levante olas gigantescas contra mi, que se lleven Sanlúcar siete leguas más allá, que el río se ponga cuesta arriba... pero por todos los dioses del Olimpo...¡¡ QUE SE CALLE ESTE TIO !!.

Paleé con “el hombre mayor” de la piragua roja un rato, él no pensaba retirarse, así que yo tampoco, no tenía ganas de ná, remaba sin ganas, hasta que cambié el chip y en el kilómetro 27 aproximadamente empecé a palear con fuerza aprovechando un revuelta del río sin viento, al menos no quería ser el último. La contractura de la espalda me molestaba pero me fui distanciando poco a poco de la piragua roja y acercándome al equipo taperwer. En una vuelta a la izquierda el viento empezó de nuevo a soplar con fuerza en contra, aunque fue un alivio divisar a lo lejos el castillo de Sanlúcar de Guadiana. Era el kilómetro 30, ya quedan sólo 5. Ni rastro de la piragua roja por detrás, pero la doble descubierta se me había alejado de nuevo. Veo por fin las casas de Alcoutim. Una embarcación grande me adelanta por la izquierda. Se me viene a la cabeza ponerme a rebufo. Me acerco al barco por estribor. Me saludan desde la borda. Me engancho detrás, van a un ritmo que puedo aguantar con algo de esfuerzo, entre fases de palada fuerte para mantener la velocidad de la embarcación y fases de relajación para no chocar con la patera que llevan de remolque. Los 10 o 12 pasajeros del barco me miran con expectación, uno de ellos saca una cámara de vídeo y empieza a grabar. Iré de los últimos, pero que carajo... voy dando espectáculo.

Si hubiera aguantado a ese ritmo hubiera alcanzado a dos piraguas al menos que tenía a la vista, pero las horas de remada son muchas y tengo que soltar el barco tras avanzar cerca de medio kilómetro “chupando rueda”. Llego por fin a Sanlúcar de Guadiana, la meta final donde nos espera una buena comida. El bote escoba cual reata de mulas acababa de llegar también remolcando la piragua del guiri y del Coleta, abandonando atrás al farolillo rojo de la carrera que después de un rato aún no había llegado.

El ganador bajó de las 3 horas. Yo, con un camelback, un bote de agua rellenado una sola vez, y una barrita energética como único alimento terminé la subida al Guadiana en 5h 12m con la espalda hecha misto y con más viento en el careto que una pandorga.

sábado, 26 de mayo de 2007

La sierra, la nieve y el límite (26may07)


Llegamos a Pradollano el día antes de la carrera. A medida que nos acercábamos a la estación de esquí las nubes y la nieve que cubrían las cimas de las cordilleras circundantes nos iba envolviendo. La temperatura ambiente llegaba a los 6 grados y las noticias de las tormentas y los 30 centímetros de nieve se hacían realidad. Cuando llegamos al hotel nos unimos a la pitanza que celebraban los Máquinas y demás agregados. Después de la cena y el coloquio nos fuimos todos a dormir y soñar con el yeti.

La mañana siguiente se presentó fría, pero al menos las nubes habían desaparecido dejando un día claro. Todo el personal se había traído el guardarropa completo de su casa, porque la verdad, era un dilema la ropa que íbamos a utilizar. Finalmente opté por el truco de la cebolla. Me puse un maillot largo, una camiseta de interior de tirantas y un Huelva Información para echar el rato. Tres capas deshojables cual cebolla en función de la evolución de la temperatura ambiente y corporal.

Ya en la salida por las calles de Pradollano, a más de 2000 metros de altitud llevaba la respiración forzada y los dedos de las manos y los pies casi congelados. Nos metimos en el bosque rodando a veces sobre la nieve que se conservaba en las zonas de umbría. Los dos tornos del sendero que la organización no había retirado provocaron sendos embotellamientos y algunos mosqueos porque algún corredor se saltaba la cola para pasar el primero. Otros optaron por saltar la valla que delimitaba el sendero y sortear la cola y el torno campo través. El estilo PatillaRota Lucas y el estilo Humberto Saltalavalla podríamos llamarlo. Por fin salimos a la carretera nacional y comenzamos a bajar por la carretera antigua de Pradollano. Al abandonar la carretera y empezar la pista me quite la primera capa de la cebolla, pero empezando por el interior. Dejé el periódico que llevaba en el pecho a un fotógrafo de la organización que amablemente se hizo cargo de él para no dejarlo tirado en el camino. Empecé a pensar en ese momento que quizás el maillot largo y la camiseta de interior sería demasiado conforme avanzara el día. Seguimos bajando sin parar hasta Monachil, cruzamos la zona de huertos y subimos una colina para después bajar por los toboganes hasta cruzar el Río Genil. Bajando los toboganes pasé a un máquina al que tuve que preguntar quien era porque en esa bajada no podía mirar atrás.

– Calandraka!
– ¿Quien eres? ... ¿quién eres?
– Nando.
– Vamooooooooo.

En el siguiente avituallamiento de la gasolinera, antes de entrar en Cenes de la Vega, aproveché para seguir deshojándome la cebolla. Dejé la bicicleta en el suelo y empecé el strip-tease. Me quité el casco, el buff, el maillot largo, los tirantes del culotte... una persona de la organización me miraba con cara de preocupación.

- ¿Te pasa algo?.
- Nada, nada, que ya hace mucho calor, ¿me puede llenar el bote por favor?

El hombre creía que allí mismo me despelotaba mientras me empezaba a quitar la camiseta de interior y quedarme con mi torso desnudo al viento. Con prisas y a lo loco me guardaba la camiseta y me ponía de nuevo el maillot largo sin darme cuenta de que los tirantes del culotte no me los había colocado. Cojí algunos víveres y salí pintando. Nando me había vuelto a pasar mientras tanto y ya no lo ví más. Ahora quedaba por delante la subida trialera, y el sendero por el barranco para alcanzar los Llanos de la Perdiz. Un poco antes de culminar la subida vi al trío alcoleano (Juan Carlos, Israel y Claudio) que me pisaban los talones. Fue más adelante en las subidas pestosas antes de llegar al embalse de Quentar cuando me pasó el trío al completo, aunque se veía claro que Juan Carlos iba uno o dos puntitos por encima del resto. Aún quedaba lo peor y yo me resistía a meter desarrollos más largos en los repechos pensando en la última subida. Por lo visto Israel y Claudio no pensaban lo mismo. Más adelante volvería a encontrarme con ellos. En la bajada al embalse de Quentar pasé como una exhalación a la fémina Peralta que un poco antes me había adelantado. Cuando volvimos a vernos me dijo que en la bajada le había dado un buen susto.

- ¿Que te has asustado? ¿Te pasé bien en la bajada no?...
- No, no, si no era por eso, es que creía que eras una niña.
- Ah mu bien... si es por eso no hay problema, ya decía yo.

Por esos lares yo ya iba rodando con RKTSalva y seguiríamos juntos hasta las primeras rampas de la última subida desde Güejar Sierra donde empezó a poner tierra de por medio. La subida era monstruosa y yo lo sabía, así que metí cuando era necesario el platillo chico y a veces me levantaba para descansar un poco con un desarrollo algo mas largo sin abusar. La cremallera del mailllot subía y bajaba según la calor. Pronto llegaría la carretera aunque eso no quería decir que se acabara el sufrimiento. Antes de terminar la tierra alcancé a Claudio que iba andando. Ya en la carretera en el último avituallamiento casi ni me paré llenando el bote a medias. Allí dejé a Israel que se tomó su tiempo con más tranquilidad. Quedaban 10 kilómetros para la meta y una dura ascensión por delante. Plato mediano y piñones grandes. Atrás escuché una voz...

- ¿Vas quinta?
- Mmm, ¿cómo?
- Uy, perdón... es que con esos culottes tan cortos como les gusta llevar a las niñas... pensé que...
- Ya, ya... --- (era la segunda vez que me confundían con una tía) --- si hijo si, es que la equipación de mi equipo es un poco gay. Qué le vamos a hacer.

En esa ascensión final me pasó Humberto que había roto la cadena. Por cierto, me preguntó que qué hacía por allí. Me lo tomé en el buen sentido de la expresión como no podía ser de otra manera viniendo de Hbo. A menos de cuatro kilómetros de la meta se comienza a bajar. Llevaba por delante a un nota con el que mantuve un duelo particular durante buena parte de la carrera. En mi interior lo fui dando por perdido, pero apareció por detrás mía un corredor de Dr.Bike al que me enganché al pasarme, chupando rueda miserablemente hasta alcanzar a mi rival. En el último suspiro, ya el repecho final antes de los aparcamientos, me marqué un sprint de plato grande en el que dejé clavados a mis dos compañeros. Entré en meta feliz y contento para la foto final. Seis horas y veintiséis minutos. Buen tiempo en el crono para mi, y mal tiempo el que se iba poniendo para el resto de los ciclistas que aún no habían llegado. Ninguna pájara, ningún calambre, todo perfecto para ser una carrera de “sierra”, “nieve” y “límite”.

sábado, 12 de mayo de 2007

Duatlón de Ronda 2007


Lo que en principio sería una romería huelvana a Ronda se quedó en peregrinación individual. Entre que Cristóbal está con la rodilla joía, la cita de Berrocal del mismo fin de semana y que la gente no se espabiló a la hora de las inscripciones, todos los Máquinas y Alcoleanos que en principio iban a la cita rondeña se quedaron sin ir, así que un único Agonía iba a representar a la mountanbikería corredora de Huelva.

La RktTxarini, aunque intentó conseguir un dorsal no pudo hacerse con él, pero a pesar de eso mantuvo su compromiso y me acompañó gentilmente haciendo de reportera gráfica, moviéndose rauda y veloz en su Corsita y en su nueva Trek Fuel.

En la entrega de dorsales la noche antes vimos a gente de Huelva que iban a hacer también el duatlón, Sergio, Maite y otro chaval con el que coincidí en la Marcha Travesía de la Sierra de Huelva de 2006. Con mi dorsal y pasaporte nos fuimos a la pensión de Algodonales, a unos 35 kms. de Ronda.

La habitación que nos tocó (una doble con dos camas no seáis mal pensados) era la número 101. Buen presagio para participar en los 101 kms. de Ronda, que en mi modalidad de duatlón se repartían en 79 kilómetros iniciales de MTB, 16 de carrera a pie, y la guinda de la subida a Ronda por la cuesta del cachondeo a pedales desde la zona de transición, cerca del cuartel de la legión.

Fiel a mi estilo, hice una salida rápida para quitarme tráfico al inicio de la carrera. Noté que las piernas no las tengo yo para muchos cambios de ritmos ni subidas a plato, aunque por el contrario como después pude comprobar, nuestra ruta Agonía de la TransAndalus la semana pasada me ha dejado un motor diesel en buenas condiciones.

En ciclismo después de una larga bajada siempre espera una larga subida. Aún así, a medida que pasaba el tiempo deseaba ver el cartelito de ¡ PELIGRO, BAJADA !. No me atrevía a meter mucha tranca pa’rriba, pensando en la carrera a pie, así que de vez en cuando abusaba del plato chico para guardar fuerzas.

En un tramo de la carrera me encontré al borde del camino con la sorprendida reportera que por lo visto no me esperaba tan pronto porque la cojí en bragas... osea, sin la cámara de fotos prepará para captar la imagen. Aunque solo tenía por delante mía duatletas contados con los dedos de las dos manos, no era cuestión de parar para que me hiciera una fotito.

Llegué a los boxes, me cambié los zapatos y me dispuse a correr mis primeros kilómetros cuesta abajo a buen ritmo. De la parte ciclista no me acuerdo muy bien de los puntos kilométricos ni donde estaban los pueblos ni las cuestas, pero cuando empecé a correr, la vida pasó muuucho más lenta, con tiempo de sobra para ver y sufrir muuucho más. Pronto llegó el muro de la ermita. Este año se bajó por el empedrado y se subió por la parte de tierra y la verdad que andando no se echaba mucho en falta la bici porque subía a igual ritmo que la gente que empujaba su bici andando a duras penas.

Los avituallamientos estaban mucho más distantes para los duatletas y pronto eché en falta el aguita milagrosa. De vez en cuando pedía un poco de agua por caridad a los ciclistas. Fue un error no llevar encima un bote para llenarlo en los pocos y distantes avituallamientos que había en este tramo para los corredores, así que cuando a la salida de Benaoján vi un bote de bicicleta abandonado en medio del camino me arrojé a él como si fuera mi vida en ello. El bote estaba sucio y con agua hirviendo en su interior, lo lavé un poco y me eché el agua en la cabeza y en las piernas. Una vez vacío me lo guardé en el maillot para utilizarlo más tarde. Paré más de una vez a implorar agua a la gente que veía la carrera. El calor era de justicia, parecía que el verano esperó para empezar ese mismo día 12 de mayo.

Entre tramos andando, trotando y corriendo iba pasando el tiempo. ¡ Ole la gente de Huelva ¡, escuché atrás mía sacándome de mi ensimismamiento. Era un compañero biker de Lepe que se acercó y se alejó rodando... ¡ Que hubiera dado yo por ir sobre esas dos ruedas ¡. A menos de 3 kilómetros estaba ya la zona de transición. Llegué andando pero al ver la cámara de la reportera me puse a correr para entrar en plan machote. Me cambie los zapatos y salí pitando con mi platito chico. La primera rampa era dura, pero lo que me esperaba era mucho peor. La cuesta del cachondeo engaña mucho porque si lo que precisamente no da es risa. Ese empredrao tiene mandanga pero lo subí enterito a plato chico y adelantando a muchos ciclistas y a varios duatletas, menos a uno que no tuve pantalones. Casi al final del empedrado vi el maillot de Lepe, el mismo que me había animado mientras corría. Lo animé como correspondía y un poco más adelante dejé atrás por fin el maldito empedrado y llegué al maldito asfalto. La maldita meta estaba cerca y ya solo quedaba meter plato grande y que no me alcanzara nadie más.

Así terminé la carrera y tan pronto como rebasé la línea de meta me senté en el suelo apoyando la cabeza en un seto que pinchaba la espalda y el cuello como la cama de un faquir, pero que para mi era el mejor de los colchones pikolín.

El puesto en categoría veteranos de más de 35 años fue el nº 13 (8º si hubiera corrido en élite) y 21 en la general contando al único militar de la carrera que entró delante mía, que también es una criaturita del señor. Tiempo total 6h18m, aproximadamente tres horitas y media para la bici, dos horitas y media para la carrera a pie y el resto ... de cachondeo.

sábado, 21 de abril de 2007

Maratón MTB de San Bartolomé o De como la venganza se sirve en plato frío (21abr07)


Hoy no quiero pactos, ni compañero de viaje, mejor solo que mal acompañado. En la salida no le dí opción al Coleta y pensé para mi “Esta vez no me traicionas, Adiós pringao”... no lo ví más hasta que sobrepasé la línea de meta. En la primera bajada dejando el pueblo ocurrió un suceso tragicómico. Un perrillo deambulaba por el camino de herradura inconsciente de lo que le venía encima. Cuando el pelotón se acercó, el perro como loco empezó a correr delante de las bicis como un poseso. Pasan uno y otro biker junto al pobre can. El Barragán (también llamado Misto) no le pasa “junto” sino “sobre”.

- Creo que le he dado.
- ¿Que le has dado? – le dije - ¿Que le has pasao por encima querrás decir no?.

Yo al perro ya lo había adelantado. Miré atrás y el pobre se intentaba levantar como un muelle sin saber muy bien la diferencia entre “arriba” y “abajo”. Intentaba clavar las uñas en la tierra pero esas patas no hacían tracción en el camino, parecía como esos dibujos animados donde se ve el nota moviendo las piernas pero sin moverse del sitio. Cuando por fin se puso en movimiento, aún el pelotón lo acosaba sin poder encontrar escape ni a izquierda ni a derecha porque los muros del camino le impedían salir de él. No supe más del perrillo. No se si al final encontró escapatoria o se tatuó los neumáticos de algún otro biker en el pellejo.

Mucho barro en los caminos. Hice buena salida con el grupo de Juan Carlos Alcoleano, hasta el primer control donde en un despiste de cambios se me alejan. Los cojo en Alosno pero a partir de ahí no voy bien. Me pasa Ale.

Ya se veía la Peña a lo lejos, me encuentro a DaniFrog que está en el suelo tirao. Se levanta, me adelanta más tarde, además de Cristian y Humberto después que me pregunta si subimos la Peña o no. Me quedo pensando... ¿Es opcional?. Subo el empedrao de la Peña y de premio una escaleras a pata, bajamos por una pista. Otra vez veo a DaniFrog tirao en el suelo justo antes de bajar el cortafuegos. Esta vez no se levantaría más para seguir en carrera, como no hay dos sin tres, mejor quedarse quietecito. Paso a uno que se le parte el pedal y se le queda pegao al zapato. Llegamos a Tharsis y sus molinos. La subida es pestosa, camino ancho de tierra. Me pasa RubénRKT y me aconseja que me lo tome con tranquilidad. Parece que llegamos al final, al último molino de viento pero ¡no se vayan todavía, aún hay más!. Último repechón de regalo, lo subo a patas. Rodando hacia Alosno me pasa un grupo donde va el Pantera. No voy bien, pero no tengo noticias del Coleta y eso me alegra.

Paso a Alberto pinchao. Paso a Criskona pinchao. ¿Por qué pincha la gente?, ¿Porqué rompen patillas, cadenas? No me lo explico. Este último se recupera y en un gran final me adelanta sin conseguir pegarme a él. Me recupero más tarde y en los toboganes del Matuloso antes de cruzar el río meto la directa, en la última subida meto un poco de desarrollo y parece que avanzo sin muchos problemas, alcanzo a unos cuantos bikers y los dejo atrás. Entro en meta en menos de 4 horas pero en una posición no tan buena al ser Copa de Andalucía. Pero lo más importante. ¡VENDETTAAAAA!.

sábado, 14 de abril de 2007

Maratón MTB de Valverde o De cómo se fragua una traición (14abr07)


Mañana muy fría en Valverde. Era la primera vez que hacía esta maratón y los comentarios de la gente que lo hizo el año pasado hicieron que le guardara mucho respeto a esta carrera. En principio pensé en un pacto tripartito entre Claudio, Angel y yo, para ir a un ritmo más tranquilo pero sin pausa, pero pronto me di cuenta que este Estatut no colmaba mis aspiraciones y proclamé unilateralmente mi independencia. Los dejé atrás y me fui con el que sería mi compañero de ruta, el tito Coleta, que me tiraba de las riendas cada vez que veía que mi ritmo aumentaba un poco.

Fuimos una pareja ideal durante casi toda la carrera. Parábamos para mear juntos (cada uno con la suya), para echar aceite en la cadena, para inflar con MI bomba SU rueda, para repostar en los avituallamientos, lo esperaba al final de las subidas... ¡ que azul era el cielo y que verde las praderas!.

Nos encontrábamos distintos personajes conocidos en la carrera: Alberto con la patilla rota; Quique de los Acoarenáticos haciendo un gran reportaje fotográfico a lomos de su moto...Llegamos a una zona de cortafuegos. Me habían hablado de un cortafuegos bestial en esta carrera, y cada vez que bajaba uno pensaba que era ese, y que no era para tanto. Cuando llegamos al “cortafuegos de la muerte” me di cuenta que éste era ese del que tanto se hablaba. Desde arriba se veía el puesto de control y el avituallamiento allá abajo en el abismo. Había gran expectación en la profundidad de aquella sima, mucho público pendiente de quién se pegaría el tortazo más grande, quién batiría el record guiness de vueltas de campana rodando abajo de una ladera, lo típico, la atracción del morbo. Mucha gente lo bajó andando y aún así con dificultad. Yo lo bajé hasta el último escalón, donde me encontré a un tío que casi hacía rappel con la bici bajando, taponando así el sendero y dándome la excusa perfecta para echar el pie a tierra.

De lo que sí disfruté en Valverde fue de la cantidad de bajadas largas, tantas como subidas que había en la prueba. Ahí si que mostrábamos ese Coleta y ese Calandraka toda la destreza mountainbikera que llevamos dentro. La gente a veces nos dejaba paso al ver que bajábamos más rápido.

- Si estás fuerte tira palante (me dijo en una de las subidas el Coleta).
- No, Coleta... somos un equipo. (la verdad es que tampoco me fiaba mucho de tirar fuerte quedando aún mucha tela que cortar).

Y llegó el Angliru. La carrera para mí cambió de manera radical. Habiendo terminado casi los dos tercios de la subida la pierna me dijo... ¡Quieeeeto paraaaao!. Me dió el temido calambre en la parte interna del muslo. El Coleta me había preguntado poco antes si no me daban calambres. En realidad no me dio hasta ese preciso instante. Hubiera merecido la pena parar y estirar algo, pero una vez que me dio el gran calambrazo ya fue demasiado tarde. Me tiré en el suelo gritando sin saber como estirar esas piernas para quitarme el tirón. El Coleta se fue y me dejó en la estacada. Se le olvidó que íbamos en amor y compaña, que éramos un equipo. A decir verdad le escuché preguntarme si se paraba, pero sin ni siquiera mirar atrás, siguió pedaleando. ¡Párate mamón... no me preguntes!. Mientras tanto me pasaba todo el personal..., Danifrog, Criskona, Salva y Ruben Reketes... Yo preguntaba a la gente ¿Qué hago para estirar estoooo?. Uno me decía “Echa la pierna patrás”, otro “tirate en el suelo”, el último que me aconsejó me dijo lo más razonable: “¡tira la bici!”. Finalmente me ayudó un chaval que se paró conmigo y me estiró el mismo la pierna. Nos montamos en la bici y empecé a rodar con él muy lentamente, con mucho cuidado. A partir de este momento no pude rodar igual que antes. No podía meter desarrollo. No me podía levantar de la bici para pedalear, siempre con los amagos de calambre.

Subiendo la última gran subida del Manzanito a platillo chico me adelantó Domingo Monje. En la última rampa miro atrás y ....¡ horror ¡. Bea estaba ahí atrás, en la curva anterior. No es que piense que sea un deshonor que me adelante una chavala, pero es que Bea se inició al MTB conmigo tiempo atrás, y aunque ahora no necesite de ningún maestro ya que es toda una campeona, me hubiera sentado mal que me adelantara una antigua discípula (terminado en a). Cuando llegué al control-avituallamiento del Manzanito el de la organización me preguntaba “¿Quieres algo?”. “No quiero ná...pica, picaaaaa!”. Y salí pitando. La verdad es que algo si me recuperé en la bajada posterior, pero quedaban aún muchos repechos duros y me las vi y me las desee para poner tierra de por medio con ese calambre siempre amenazando con volver a dejarme tirao.

A unos 10 kilómetros para la meta me encontré lo que después se reveló como la tragedia que fue, pero que en ese momento para mi era un simple puesto de socorro de la organización. Allí había una ambulancia, un médico y también un cuerpo inerte en el suelo cubierto por una manta que no ví al pasar. El helicóptero que nos sobrevoló en algún momento de la carrera ahora cobraba un significado. Era un helicóptero de emergencia que iba a trasladar a una persona que ese día salió a disfrutar de la bicicleta, haciendo la ruta corta no competitiva, y que no volvió a su casa vivo.

Al final Bea entró apenas 3 minutos después. Y el Coleta... ¡Ohhhh, traición! Me sacó casi 9 minutos. Esos 9 minutos que pasé tirao en el camino agonizando. Esos 9 minutos que hubiera tenido de ventaja si no me hubiera ido parando en toda la carrera. Esos 9 minutos de TRAICION que quiero vengar en la próxima carrera. Solo queda una semana para la maratón de San Bartolomé. Te espero Coleta. ¡VENDETTAAAA!.