lunes, 5 de septiembre de 2005

Bajada Guadiana Mértola-Alcoutim (3sep05)



Mértola-Alcoutim (3 septiembre 2005).

Desde donde dejamos los coches se veía un salto de agua allá abajo en el río. Era un viejo molino de agua y como no sabíamos si habría más en nuestro descenso, antes de empezar la ruta nos paramos a jugar un poco en él por si acaso. Enseguida Mario se puso a remar contra su corriente cual salmón con ganas de desovar. Como eso de remontar el salto era muy complicado, lo animamos a que subiera por un lado y lo bajara. Así lo hizo, coser y cantar con su piragua de aguas bravas. El Cozi también se animó y con su piragua pero sin su cámara de fotos encima, se lanzó por la corriente, que esa piragua dicen que es antivuelco pero eso es publicidad engañosa que se llama, porque me contó que su piragua ha llegado a volcar en alguna ocasión con la mar picada.

A las 10,30 de la mañana comenzamos la ruta propiamente dicha. Pronto José Antonio, apodado “Cozi” en los ambientes bikers, amante de la cocina y de la fotografía donde los haya empezó a hacer de las suyas con su recién estrenada cámara digital... pronto le cojió el tranquillo innovando un modo de captar la imagen, el llamado “video estático”. Es como si fuera una foto pero con video... lo mejor de todo es que cuando terminas de tomar el video estático viene la parte basura... osea, que una vez que crees que has tomado la foto, pues la cámara va colgando de la mano o en posición extraña... filmando por donde quiera que va a lo loco... los pies del fotógrafo, las losetas de las calles, el fondo de la piragua, una nube volandera, y vete tu a saber si filma las partes pudendas del fotógrafo si a este le da por meterse la cámara donde dijimos.

En fin... muy feliz iba yo remando y pensando en que cada vez que me enfocaba mi compi de viaje saldría una instantánea del momento con calidad suficiente para pasar a la posteridad ... cuando en realidad estaba grabando un video de una fracción de segundo con una calidad pésima en cuanto a la resolución (como video de cámara digital que es) y eso si, el resto de película con los detalles que antes relaté.

Dejamos ya Mértola con su rápido del molino de agua, su puente que cruza el Guadiana y sus murallas... y seguimos río abajo sin corriente ... el agua como un plato, incluso parecía algo estancada. No lejos de Mértola paramos en una especia de playita con sus árboles frutales y todo. Allí nos pegamos nuestro primer chapuzón, ya que el calor empezaba a apretar y venía muy bien un refrigerio. El río es muy tranquilo a esta altura, el remar se hizo cómodo, especialmente para mi que llevaba una piragua más de travesía que las otras dos. Así pasábamos lomas y colinas salpicadas de ovejas, algún que otro cortijo y en el río de vez en cuando una barquita que delataba la presencia humana no muy lejos del lugar.

La siguiente parada no fue tan idílica como la anterior... paramos a comer pero el sitio no era ninguna playita, sino unas cuantas piedras rodeadas de fango sobre las que, aguantando difícilmente el equilibrio, comimos y descansamos algo.

Después de mucho remar divisamos a lo lejos en la orilla izquierda un pueblecito, con su muelle, sus pantalanes, sus barquitos y una especie de aparcamiento de piraguas... o nosotros lo vimos así. Nuestro descanso era merecido porque hacía ya un rato que la marea que subía se dejaba notar. Es increíble como a más de 40 kms. río arriba el influjo de la marea nos impide llevar un mejor ritmo de palada.

El Cozi, que ya nos deleitó en la parada anterior con una bolsa de ciruelas... saco del saco estanco a modo de chistera un termo para tomar el café, con sus vasos de plástico y todo. No tendrá mucha técnica aun manejando la cámara de fotos, pero el termo lo maneja a las mil maravillas.

Preguntamos donde (beep).... estaba la presa del Chanza y los lugareños, portugueses todos ellos, nos dijeron que ahí mismo a 50 metros, podríamos ver la presa... y que a partir de entonces el Guadiana servía como frontera internacional entre Portugal y España... orilla derecha e izquierda respectivamente. Lo peor fue que a mi me dio por decirle a mis compañeros que si querían descansar un poco de remar en sus piraguas patateras... podíamos cambiarlas... de manera que yo preste la mía a Mario, el Cozi cogió la de aguas bravas, y yo la insumergible. Así partimos de Pomarao. Como iba a imaginar yo el infierno que supuso pasar de la comodidad, la rapidez, las altas prestaciones en definitiva de mi piragua a la incomodidad, el zigzageo y el dolor de riñones del kayak de José Antonio. A raíz de ese momento comprendí el mérito que tenían mis compañeros en bajar el Guadiana conmigo en esas dos tartanas.... porque todo hay q decirlo... la tabla que tiene por piragua el Cozi es la cosa más incomoda del mundo... y la piragua del Mario es para lo que es... y a cada palada movía el culo como si estuviera haciendo un pase de modelos.

Yo no veía la hora de volver a mi montura... el problema es que no había sitio donde parar... las orillas eran inaccesibles... llenas de sauces, de cañas, de fango... ningún acceso apto para poder bajarte y cambiar de piragua en condiciones. Eso sí... también tenía esas orillas sus granados, sus membrillos... y bien que dimos cuenta de ellos en un remanso del río bajo la sombra de unos sauces.

Mas adelante por fin mis compañeros de fatigas encontraron un sitio para el desembarco... me avisaron desde la otra orilla mientras yo iba como un zombi remando sin saber a donde. Por fin en mi piragua el mundo fue de nuevo de color de rosa...

Dejamos atrás el Puerto de la Laja...antiguo cargadero de mineral. Con sus casas en lo alto y su muro de piedra a modo de muelle.

A lo lejos divisé una lanchita... al acercarme vi a unos chavales y chavalas dentro. Nos saludamos y enseguida muy amablemente, me invitaron a una cerveza. Allí en medio del Guadiana me paré con ellos mientras bebía mi cerveza y esperaba a mis compañeros. Pusieron cara de asombro y me miraron como se mira a un loco cuando les conteste de donde veníamos. Eran de Sanlucar de Guadiana y al preguntarles cuanto quedaba hasta allí me hicieron ver que estábamos más cerca de su pueblo que del Puerto de la Laja. Buena señal.

A cada velero que veíamos más nos parecía que nos encontrábamos al final del camino... solo que algunos veleros estaban amarrados junto a un cortijo. Hasta que por fin, después de un velero amarrado junto a la orilla divisamos a lo lejos las casitas de Alcoutim. Ya estábamos muy cerca... el agua picada, piraguistas entrenando en el lado portugués y el árbol de interés turístico que llamó tanto la atención del Cozi cuando esa misma mañana dejamos un coche en Alcoutim... despertó en mi en esos momentos una simpatía que esa misma mañana no percibía.

Eran las 19,00 horas y el tiempo de palada efectivo sumaban 6 horas aproximadamente. Mis cálculos solo requerían 5 horas de paleo... pero sin tener en cuenta la marea y el viento es difícil ajustar las predicciones. De los errores también se aprende y para la segunda etapa y definitiva estaremos más concienciados.

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